Continúan secuestrados algunos de sus feligreses
El franciscano secuestrado en Siria por milicianos armados la noche del domingo 5 de octubre al lunes 6 de octubre, el padre Hanna Jallouf, ha sido liberado según el vicario patriarcal de Aleppo para los católicos de rito latino, monseñor Georges Abou Khazen.
"Sabemos que está bien", dijo a Fides el obispo Abou Khazen. También fueron liberadas otras cuatro mujeres del grupo de unos veinte rehenes secuestrados junto al párroco.
Un comunicado breve emitido por la Custodia de Tierra Santa informa que el párroco ha sido puesto bajo “arresto domiciliario” en el Convento de San José, en el pueblo de Knayeh. Fuentes locales de Fides afirman que la medida ha sido dispuesta por el tribunal islámico.
Hasta el momento, los autores del secuestro no han enviado ningún mensaje a familiares ni amigos de los secuestrados, no han dicho quiénes son ni reivindicado el acto. Pero el número tan relevante de secuestrados sugiere que no se trata de delincuentes comunes.
La Custodia Franciscana de Tierra Santa ha atribuido el secuestro colectivo a una brigada de Jabhat al-Nusra, la facción yihadista que contralla la zona. El lugar de detención de los rehenes se encuentra a pocos kilómetros de la aldea de Knayeh.
El padre Hanna Jallouf OFM fue secuestrado junto con sus feligreses tras realizar una visita a la corte islámica para denunciar el acoso y el abuso sufrido en el convento en las últimas semanas por parte de las brigadas de islamistas que se han apoderado de la zona arrebatando el control al gobierno de Damasco.
Las circunstancias y otros detalles de la historia delinean mejor que cualquier discurso la condición experimentada por las comunidades cristianas en el caos de Siria, y su inerme voluntad de seguir viviendo en su propia tierra tratando de adaptarse a situaciones adversas.
Fuentes locales de Fides explican que en los últimos tres años el padre Hanna ha sido capaz de guiar y proteger a la comunidad católica local, aun cuando el territorio había caído bajo el control de los rebeldes anti-Assad. Con el transcurso del tiempo, habían asumido posiciones de poder en esa zona del norte de Siria los yihadistas del Estado Islámico de Iraq y el Levante (ISIL) y luego los quaedistas de Jabhat al-Nustra.
Detrás de los grupos anti-Assad – a menudo confrontados en luchas sangrientas – habían comenzado los abusos contra la población local: impuestos injustos, embargo de bienes y casas vacías que eran ocupadas por los milicianos yihadistas.
La iglesia y el convento estaban todavía abiertos y activos, a pesar de tener que renunciar a tocar las campanas y someterse a la obligación de cubrir las estatuas y las imágenes sagradas expuestas al aire libre.
El padre Hanna pudo con dificultad mantener los canales de contacto con los grupos de las milicias para asegurar la viabilidad mínima en las actividades de la parroquia.
Cada cinco o seis meses, salía por breves incursiones de la zona controlada por los rebeldes – la última vez, hace menos de dos meses para someterse a una cirugía en el Líbano – peor luego siempre ha regresado y reanudado su misión pastoral. La escuela permaneció abierta, a pesar de tener que someterse a las reglas impuestas por el nuevo régimen islamista.
En los últimos tiempos, la situación se ha complicado. Las expropiaciones y saqueos por parte de las milicias se han intensificado y han tomado en la mira directamente el convento. Los grupos armados han tomado las tierras, se han apoderado de la cosecha de aceitunas, han comenzado a acampar en el convento de las Hermanas.
En ese momento, el sacerdote de la parroquia franciscana fue ante la corte islámica – el organismo creado en la zona bajo el control de los islamistas para administrar justicia según la ley islámica – con el fin de denunciar el acoso sufrido; unos días más tarde se produjo el secuestro, y ahora su liberación.