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Historia de dos hospitales polacos en la Segunda Guerra Mundial

Alemanes quemando Varsovia, 1944

© Public Domain

Gerardo Rodríguez - publicado el 10/10/14

La clemencia en el "San Estanislao" y la furia homicida en el "San Lázaro”

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Desde el inicio de los combates en Varsovia llegaban continuamente heridos al Hospital de Enfermedades Infecciosas San Estanislao de la calle Wolski, tanto insurgentes como residentes de los barrios Wola, Kola y Powązek. El hospital no estaba preparado para la admisión de los heridos a causa de su naturaleza y también por la falta de cirujanos y de instrumental quirúrgico.

Así que, por lo general, después de que los paramédicos realizaran unos vendajes provisorios entonces los miembros del AK trasladaban a los heridos más graves al hospital Wolski de la calle Płock o al San Lázaro de la calle Leszno. De día y de noche unas intrépidas y generosas muchachitas trasladaban a los heridos bajo el fuego constante, entre las patrullas que circulaban, los vehículos blindados y los tanques.

Todos los médicos, el padre Władysław Smyrski, capellán del hospital y cerca de 20 Hermanas de la Caridad están trabajando sin descanso. El director del hospital, Doctor Roman Szpikowski no logró llegar hasta la zona del hospital, por lo que la dirección ahora está a cargo del Dr. Paul Kubica.

En la mañana del 5 de agosto hombres de las SS del Kampfgruppe Reinefarth incendian una fábrica de papel de la empresa Franaszek. El voraz incendio amenaza los edificios del hospital. A través de los boquetes en las paredes un grupo de hombres de las SS invaden la zona del hospital. Otros golpean violentamente a la puerta principal.

Los alemanes comienzan a disparar indiscriminadamente, irrumpen a los gritos en las salas del hospital. El padre Stanislaw Niczyperowicz recibe un disparo en el pecho y cae en un charco de sangre. Los hombres de las SS conducen a los heridos, enfermos, las Hermanas de la Caridad y al personal del hospital hasta el patio, y los colocan contra la pared del pabellón para su ejecución.

El Doctor Kubica, natural de Silesia, hablando en un alemán excelente intenta convencer a los atacantes, que los médicos y el personal no son parte de un hospital insurgente y se encuentran en un hospital especial, diseñado para pacientes infecciosos. Esas personas que están de pie junto a la pared contribuyeron a la supresión de una epidemia que amenazaba a las unidades que combatían en el frente. El oficial suspende las ejecuciones. Los soldados se contentan con robar a los pacientes y heridos los objetos de valor y los relojes.

Cada vez más, las trágicas noticias de las atrocidades y los crímenes cometidos por las tropas de Dirlewanger, Kaminski y Reinefarth en los habitantes del barrio Wola y en los hospitales cercanos, provocan un gran pánico entre los heridos de los hospitales: San Lázaro y Carlos y María de la calle Leszno. Los Capellanes y las Hermanas Benedictinas – Samaritanas de la Cruz de Cristo se esfuerzan por mantener la calma entre los heridos, pero al mismo tiempo los preparan para lo que va a sobrevenir. No hay tiempo para la confesión, por lo que el capellán imparte la absolución in articulo mortis.

Esa misma noche espectral, una banda de hombres de las SS y de voluntarios del este del destacamento de Reinefarth golpean en el Hospital San Lázaro, rompen la puerta e invaden el refugio bajo el pabellón de las enfermedades cutáneas – venéreas donde se encuentran alrededor de 250 heridos, enfermos y personal del hospital. Roban los objetos de valor y los relojes, luego con granadas y ráfagas de metralleta asesinan a casi todos.

Otro grupo de hombres de las SS y de la banda de Vlasov incendian los pabellones del hospital y están entrando en el edificio principal del Hospital San Lázaro, desde la calle Leszno. Trasladando a los soldados heridos de la Wehrmacht, que se encontraban aquí para ser curados, les preguntan cómo fueron tratados. Los soldados les responden que fueron tratados de manera excelente, entonces los verdugos les perdonan la vida a varias personas del personal del hospital, pero a los heridos y a los enfermos como también a los médicos y a las religiosas los conducen fuera frente del edificio y son fusilados en grupos.

Los heridos más graves, que no pudieron incorporarse de sus camas, son asesinados con granadas y luego incendian todo el edificio del hospital. En total aquí fueron asesinadas 355 personas. Entre otros aquí encontraron la muerte las Hermanas de la Congregación de las Benedictinas – Samaritanas de la Cruz de Cristo que trabajaban con extraordinaria generosidad desde hacía muchos años en el hospital San Lázaro. He aquí sus nombres:

Prudencia (Antonina Baryła)
Rosalía (María Dragon)
Eduarda (Olimpia Drozdowicz)
Ernesta (Władysława Krawiecka)
Hipolita (María Radasz)
Bernadette (Jadwiga Trojanowska)
Teofila (Helena Wieckowska)

Tags:
historiahospitalnazismosegunda guerra mundial
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