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Misioneros en el punto de mira: ¿Realmente trajeron el Ébola a España?

Alvaro Real - publicado el 09/10/14

Sí, su testimonio nos trae las guerras, las tragedias y despierta nuestras conciencias
Cuando uno lee algunos comentarios en las redes sociales, cuando uno observa algunos razonamientos sobre el error de haber traído a los misioneros españoles infectados por Ébola, cuando se desliza, sobre ellos, sutilmente la culpabilidad sobre la llegada del Ébola a España, en mi mente sólo cabe una frase: “Perdónalos Señor, que no saben lo que dicen”.

Los misioneros españoles, en las zonas afectadas por el Ébola, están en el punto de mira de la actualidad, de los medios de comunicación. Copan portadas, se escuchan sus testimonios, se les interroga sobre cómo se está viviendo el drama de la enfermedad en Sierra Leona y en distintas zonas de África. Pero no son los únicos…

Tres misioneros, tres obispos españoles han ofrecido su testimonio en España, con motivo de la próxima Jornada del Domund. Tres misioneros que hablan de América Latina, de Asia y de Africa y que como otros muchos están en el punto de mira. 

José Angel Divasson, de Puerto Ayacucho (Venezuela) llegó a aquel país hace 59 años: “Uno ya piensa en venezolano” y realiza su labor en la selva, junto a los grupos indígenas. No aparece en los medios de comunicación, pero está en el punto de mira. En el punto de mira de los yanomami y del gobierno venezolano por su trabajo por los derechos humanos “en una situación como la actual en Venezuela, es difícil y se requiere un compromiso fuerte". 

Juan José Aguirre ya es muy conocido en España. Su trabajo en República Centroafricana, su denuncia de la guerra, su testimonio a favor de su pueblo le ha hecho aparecer continuamente en radios y televisiones. Fácilmente resume su vida y no es nada fácil en un país en continuo conflicto bélico: "He sido y soy feliz desde hace 34 años, con mi vocación misionera". 

Su denuncia ha sido y es profética: "Un tal Joseph Kony, que nos ha pisoteado: ha quemado poblados, ha vapuleado todo el este de la república. Nos han raptado niños y niñas, han hecho brutalidades con ellos, niños soldados y esclavas sexuales. Hoy hay más de 300 que no han vuelto a casa".

Se pone en el punto de mira para que se conozca la tragedia del pueblo centroafricano: "Allí han degollado a más de 200 personas en los tres últimos meses. Y lo tenemos que soportar sin que sea noticia. Y eso vivimos hoy los misioneros que vivimos en Centroáfrica. Pensamos que mañana será mejor, y para eso necesitamos la oración de tantas personas".

Kike Figaredo es el obispo de las minas antipersona. Lucha por los discapacitados, por los que sufren las minas antipersona, por los olvidados de las guerras, los que sufren pasado el desastre. Él es noticia para que los niños en sillas de rueda, los mutilados, sean noticia.

"Si la Iglesia misionera tiene que decir algo a la sociedad, son los modos. Hay que estar presente, hay que estar sirviendo. Y con sencillez",explica Figaredo. "Y siendo efectivo resolviendo los problemas, para que la gente pueda ser cristiana sin perder su identidad ni su dignidad". Una Iglesia orgullosa porque está presente, al lado de los que sufren, "haciendo lo que podemos".

Voz de los sin voz

Todos ellos son la voz de nuestra conciencia, la voz que clama en el desierto y nos despierta a los acomodados del primer mundo. José Angel Divasson nos trae a España el dolor indígena; Kike Figaredo nos muestra los desastres de las minas antipersona ( a veces fabricadas en nuestro propio país) y Juan José Aguirre nos acerca la guerra en CentroAfrica. En este contexto es cierto que Manuel García Viejo y Miguel Pajares trajeron el Ébola a España. Nos enseñaron mucho antes de su enfermedad cómo se estaba viviendo y su vida ha servido para despertar ante un drama que debe doler a toda la humanidad.

Y allí siguen los misioneros, en su labor de traernos el Ébola, de despertar nuestras conciencias. Allí, en Sierra Leona “mueren niños a racimos” explica José Luis Garayoa; el drama lo denuncia una y otra vez Chema Caballero; Luis Perez nos pide que no los olvidemos y los tengamos presente en la oración: “aquí seguimos, recordadnos, rezad por nosotros y, sobre todo, por la gente y tratemos de poner buena cara al mal tiempo para que no nos vaya peor”.

Son la voz de la conciencia, los profetas del drama humano, del dolor. Estos son sólo algunos ejemplos… Una muestra más. Quisiera recordar a quienes conozco personalmente y con quienes he estado en misión: Monseñor Arellano y José Antonio Maeso en Esmeraldas (Ecuador); la labor de la Iglesia cordobesa en Picota (Perú). sacerdotes toledanos en Moyobamba (Perú), familias Adsis de misión en El Alto, monseñor Jesús Juarez, José Fuentes (Bolivia). Ojalá los medios de comunicación nunca los olvidemos y siempre estén en “nuestro” punto de mira.

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