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The Sun, el rock católico de última generación, se abre al público español

Inma Álvarez - publicado el 06/10/14

La Iglesia tiene todos los contenidos necesarios para satisfacer las preguntas sobre el sentido de la vida de los jóvenes

Son cuatro jóvenes promesas llamadas The Sun, la nueva expresión de un rock profundo y lleno de poesía, que refleja la maravilla de un descubrimiento existencial, el de una Presencia y un Encuentro. El grupo que dirige Francesco Lorenzi se dio a conocer al mundo católico internacional cuando el cardenal Ravasi les invitó a inaugurar la plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura sobre los Nuevos Lenguajes de los Jóvenes. Sí, ese mismo en el que el purpurado asombraba a todos afirmando que escuchaba a Amy Winehouse…

La música es el lenguaje de los jóvenes, y ¿cómo evangelizar mejor a los jóvenes que otros de su edad hablando su mismo lenguaje? Los The Sun lo han entendido perfectamente: nada de sacristías, nada de empalagos, nada de mundos de color rosa. El mismo lenguaje de los jóvenes de hoy, pero atravesado por un rayo de esperanza. Acaban de desembarcar en España, primero con un libro, y a finales de octubre con un disco. Esperamos que su acogida en el mundo católico de habla hispana sea apoteósica


– Algunos afirman que el rock no es compatible con el cristianismo, ¿qué respondéis?

La música es una de las mayores bendiciones que Dios ha entregado al hombre. Si se lleva a cabo con arte, talento y amor, se convierte en Belleza y Gracia. El rock es una forma de música rica en energía y vivacidad, puede ser positiva y vital o bien negativa y destructiva según cómo se utilice. El cristianismo es entusiasmo, energía, fuerza, vitalidad, vibración, plenitud… dice cómo están las cosas, va contra corriente, ama la sinceridad, está hecho de verdades bien audibles y claras: todas estas características se encuentran también en la música rock. ¿Por qué razón, por tanto, el cristianismo y el rock deberían estar separados? Un corazón joven y vital (que nunca está ligado a la edad) se refleja muy a menudo en una música rock enérgica y melódica. Por ello… “¡Que no separe el hombre lo que Dios ha unido!”

– La música moderna católica aún provoca incomprensiones entre los propios católicos, un campo que en cambio los protestantes han cuidado mucho. ¿A qué se debe esta desconfianza, según vosotros?

Existen razones historico-culturales, que se remontan al periodo de la Reforma, que explican el acercamiento distinto, cada vez más marcado en el tiempo.

Ciertamente, no sorprende el mayor cuidado por parte del ambiente protestante, si tenemos en cuenta lo que escribió Lutero: “La música es como la disciplina que hace a los hombres más pacientes y más dulces, más modestos y más razonables … esta es un don de Dios y no de los hombres; esta expulsa al demonio y les hace felices … desde el punto de vista teológico ningún arte puede compararse a la música … es el bálsamo más eficaz para calmar, para alegrar y vivificar el corazón de quien está triste y de quien sufre. La música es un don sublime, que nos ha sido dado por Dios, y es similar a la teología”.

Si añadimos que los textos están escritos en lengua vulgar y que las melodías proceden del rico repertorio anterior a la Reforma, del popular y de los Lieder alemanes más conocidos, está claro que se ha creado durante los siglos un canto religioso comunitario de fácil cantabilidad que los fieles sienten como proprio, tanto desde el punto de vista textual como musical. El ámbito católico en cambio, siguiendo los dictámenes del Concilio de Trento que buscó volver a llevar al canto gregoriano a su pureza original, intentó en el pasado eliminar todo artificio añadido en el transcurso de los siglos y toda traza de música profana, requiriendo un cuerpo especializado de ejecutores. El pueblo por ello no cantaba, admiraba de lejos sin participación directa, porque el objetivo es dirigirse al individuo que escucha. El uso también del latín en la liturgia, que prevaleció hasta el Concilio Vaticano II, no ayudaba ciertamente a llevar la música “sacra” fuera de las iglesias.


Sin embargo, en mi opinión, existe otro aspecto a tener en consideración. El origen de la música cristiana contemporánea comienza en las Iglesias evangélicas norteamericanas a caballo entre 1960 y 1970. Nace así en un terreno donde existe un acercamiento a las temáticas religiosas muy visceral, caracterizado por el deseo de implicar los sentimientos, las emociones y los afectos, (en otras palabras, el corazón más que la mente), similar en esto a la sensibilidad sudamericana, pero distinto de la europea. Además, utiliza todos los géneros musicales, alargando así enormemente su público potencial, mientras que al mundo católico aún le cuesta aceptar un pasaje cristiano cantado al estilo rock.

A esto se debe añadir que se dirige a la evangelización, que los católicos aún no han madurado plenamente, y la aportación fundamental del mundo discográfico que favorece su visibilidad y el interés de la masa.

– Vuestra música habla de experiencia humana, de encuentros, de vacío, de dolor y a veces también de descubrimientos. Según vosotros, ¿cuáles son los temas que más les gustan a los jóvenes?

Durante estos dos años hemos podido reunir en nuestros conciertos a más de 200.000 personas, sobre todo jóvenes. Cuando, al final del concierto, nos quedamos a hablar con muchos de ellos, escuchamos dudas y preguntas principalmente sobre estos temas; la búsqueda de la felicidad en sus distintas declinaciones; cómo comprender cuál es el proprio talento, dónde encontrar la fuerza de ser uno mismo yendo contracorriente, cómo llevar a cabo un trabajo que corresponda a lo que se es, a la propia vocación, cómo encontrar la fuerza de creer y perseverar en los propios sueños. Además hay también otros temas actuales que encienden el alma de los jóvenes: el bien común, la justicia social, la vida después de la muerte, la sexualidad, la ecología, el cuidado de la persona, la empatía hacia la creación y por tanto las decisiones alimentarias que derivan de ello, etc.

– ¿Qué debería cambiar en el lenguaje religioso para cautivar a los jóvenes?

Estamos en un mundo que propone miles de posibilidades a los jóvenes. La gran parte de estas propuestas están vacías de sentido, y sin embargo logran engañar a millones de personas. ¿Por qué la Iglesia, que en cambio tiene todos los contenidos necesarios para satisfacer las preguntas sobre el sentido de la vida de los jóvenes, no logra comunicar con ellos? Las respuestas son múltiples y harían falta muchas páginas para responder, según mi experiencia personal.

Un joven necesita testigos concretos que den informaciones útiles para la vida, aquí y ahora. Es necesario por tanto instaurar una comunicación directa, clara, bien vehiculada, con buen ritmo, cuidada en el detalle. Por muy verdadero, bello y positivo lo que la Iglesia tiene que decir, no se pueden improvisar comunicadores eficaces en el mundo de hoy. Pero ¡qué difícil es darlo a entender!

Hay que mejorar la forma de comunicar la alegría que una vida cristiana realiza en quien la vive. Sin alegría y frescura en el lenguaje, en la forma y en el contenido, ¿por qué un joven debería sentirse atraído por una propuesta religiosa?

En el ámbito católico quizás tengamos que enfrentarnos con personas que pretenden atraer a miles de jóvenes confiando exclusivamente en intervenciones poco claras de la “Providencia”, sin querer considerar las necesidades mínimas organizativas y logísticas que un proyecto comunicativo de cualquier tipo requiere. Hay aún un descuido general, que hace creer a muchos jóvenes que la Iglesia es inútil para ellos, cuando en cambio no es así.

Yo estoy hoy aquí feliz, realizado y en el amor,

gracias al encuentro que he tenido con testigos creíbles del amor de Dios, que me han dado instrumentos útiles y me los han comunicado en el momento justo de la forma justa. ¡Qué importante comunicar en los tiempos y de las formas correctas, con medios adecuados: se salva la vida de las personas!

Cuando el cardenal Gianfranco Ravasi invitó a The Sun a abrir la plenaria sobre “Culturas juveniles” del Pontificio Consejo de la Cultura, se manifestó una nueva atención y apertura por parte de otra institución de la Iglesia para encontrar un camino común entre el lenguaje de Fe y los jóvenes.

Para dar elementos de reflexión concretos a la asamblea, realicé un estudio a través de mi blog www.francescolorenzi.it del cual surgió que la Iglesia está llena de contenidos útiles a la vida, pero que no es capaz de transmitirlas adecuadamente a las nuevas generaciones. Como decir que el producto es sorprendente y responde a muchas exigencias de vida para todos, pero, por desgracia, hay una escasísima capacidad de marketing y promoción  y, por eso, las masas comienzan a pensar que el producto no están necesario. Por tanto, en particular con los jóvenes es el MODO en el que se transmite el mensaje lo que determina si el contenido del mensaje se recibe o no. El punto es que no se está hablando de objetos sino de las primarias fuentes de vida y salvación del hombre: la FE, el AMOR y JESUCRISTO. Por tanto este es uno de los ámbitos en los que el lenguaje religioso está mayormente llamado a invertir talentos y recursos.

– ¿Se puede evangelizar sin música en el siglo XXI?

Sí, se puede. Pero… con la música se consigue más 😉

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