Entrevista con Rodrigo Guerra López, miembro del equipo de expertos que participan en esta asamblea
El Sínodo extraordinario sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización ha comenzado. Entrevistamos al filósofo Rodrigo Guerra López, miembro del equipo teológico del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), del Consejo Pontificio Justicia y Paz y de la Academia Pontificia pro Vita. Además, es director del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV, México) y el único laico mexicano que acude como miembro del equipo de expertos que participan en la asamblea sinodal.
– ¿Cuál es la labor de los fieles laicos en este Sínodo extraordinario sobre la familia?
El sujeto principal de los trabajos del Sínodo son los obispos. Algunos matrimonios han sido invitados como “oyentes” (auditores). En los círculos y en las sesiones plenarias podrán participar, pero no tendrán voto. Algunos otros laicos hemos sido invitados como “expertos” (Adiutores Secretarii Specialis) y podremos intervenir en los círculos, durante las discusiones y en la elaboración de las relaciones. Así mismo, colaboraremos con el secretario especial, monseñor Bruno Forte, y con el relator general, el cardenal Péter Erdö.
– ¿Cómo encontró el ambiente previo a la realización del Sínodo?
Mire usted, tengo la impresión que el interés y la expectativa de la gente común, del Pueblo de Dios, es muy grande y fundamentalmente positiva. La convocatoria realizada por el Papa Francisco para renovar la respuesta de la Iglesia a los desafíos que ofrecen las familias en el mundo contemporáneo me parece que alegra en general tanto a quienes participan cercanamente en su calidad de agentes de pastoral, como a quienes miran a la Iglesia con alguna distancia pero con curiosidad, lo que en ocasiones significa una cierta nostalgia.
– En el ambiente de los obispos y de los teólogos, ¿cómo percibe usted la convocatoria del Papa?
Yo no soy teólogo por lo que mi perspectiva es limitada. Como fiel laico que observa, me parece que los obispos en general comparten con el Papa la preocupación por el insuficiente trabajo pastoral de cara al matrimonio y la familia y la novedad de los nuevos retos que hoy enfrentamos. Sólo algunos teólogos han privilegiado una perspectiva apologético-defensiva intentando descalificar totalmente la manera como el propio Papa ha querido abrir la reflexión, es decir, invitando al cardenal Walter Kasper a ofrecer una reflexión que abra horizontes. Esta actitud hace visible que la enseñanza de nuestro actual Pontífice aún tiene que ser asimilada más profundamente en la propia vida, como un mensaje que se dirige a mí y no a los demás, es decir, como parte del proceso de conversión personal que requerimos para colaborar con la conversión pastoral que necesita la Iglesia.
– ¿Usted considera que la postura teológica del cardenal Kasper coincide con la del Papa Francisco?
Sería excesivo sostener que la teología del cardenal Kasper en estas materias coincide con la mente del Papa. Lo que sí me atrevo a afirmar es que con frecuencia se olvida que el propio Papa luego de meditar la contribución del cardenal Kasper le ha agradecido su texto y lo ha calificado de “pensamiento sereno”, basado en el “sensus ecclesiae” y un verdadero ejemplo de “teología de rodillas”.
– ¿Por qué el Papa dijo esto?
Me parece que la razón fundamental es porque Francisco desea que en el Sínodo los obispos puedan también hacer una reflexión de rodillas, con un profundo sentido de Iglesia, privilegiando un enfoque pastoral y con entera libertad. La pastoral siempre exige fidelidad al depósito de la fe. Pero la fe no es una teoría, una doctrina o un conjunto de valores. La fe es un acontecimiento irreductible, es una Persona viva que –contemporáneamente– nos convoca y nos provoca. En otras palabras, la fe no es un anuncio meramente “informativo” sobre quién fue Jesús sino una proclamación “performativa” basada en el hecho cristiano, que se sigue realizando empíricamente en la Iglesia, en el Pueblo de Dios que camina en la historia.
– Tal vez convenga también recordar lo que el Papa nos enseñaba en la entrevista que le concede al padre jesuita Antonio Spadaro en agosto de 2013. ¿no le parece?
En efecto, ahí habla de un cristiano “restauracionista”, legalista, que lo quiere todo claro y seguro y que no va a encontrar nada. Aquel que busca siempre soluciones disciplinares, el que tiende a la seguridad doctrinal de modo exagerado lo único que logra es una visión estática e involutiva. Precisamente, así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras.