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¿La pobreza es un problema o una virtud?

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Javier Ordovás - publicado el 05/10/14
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El consumismo es como la nicotina para los fumadores: una dependencia
Disculpe el lector este vulgar  juego de palabras del titular que es solamente para llamar la atención. 

Efectivamente, para muchos millones de personas la pobreza es un verdadero problema, un drama vital con el que no se debe bromear.

Pero aquí de lo que queremos reflexionar hoy es acerca de la pobreza como virtud de las personas. Ese es el término que se ha empleado de forma clásica en la ascética cristiana. 

Para entendernos mejor lo vamos a llamar desprendimiento. 

La virtud de la pobreza no consiste en no tener, sino en estar desprendido. Con esta palabra entendemos el sentido adecuado de la virtud. Estar ¨prendido¨ es estar atado, enganchado,  encadenado. Estar desprendido es no tener ataduras, ser libre. Ahora si que entendemos que esta virtud es atractiva porque nos lleva a ser dueños de nosotros mismos y señores de lo que nos rodea. Ser libres de todo ese peso de necesidades, muchas veces inventadas, nos permite volar más alto en las aspiraciones de la mente y del corazón. El desprendimiento forma parte del señorío de los hijos de Dios. ¡Cuántos problemas y ansiedad nos quitaríamos si eliminamos  la mitad de nuestra lista de necesidades!

El desprendimiento cobra valor dentro de la cultura actual que pretende arrollarnos con el consumismo, que es como la nicotina para los fumadores, y nos introduce en el circuito necesidad-ansiedad-satisfacción y…vuelta a empezar, de forma inevitable y esclavizante, con  una perfecta dependencia fisiológica y química.

Estamos dentro de una economía basada en el motor del consumo y en consumidores compulsivos.
De forma similar a la actualización de programas y apps para el PC, el mercado nos incita a una actualización casi vertiginosa de ropa, calzado, coche, televisor, nevera, móvil, cosmética,… y, no digamos moda.

A todo esto añadimos la estafa de la  obsolescencia, programada por algunos fabricantes, para que los productos y mecanismos duren menos de lo esperado y tener necesariamente que reponerlos porque, muchas veces, ni siquiera merece la pena repararlos.

Sin darnos cuenta hemos entrado en la cultura  de usar y tirar.  

Con una  publicidad que manipula nuestros instintos más elementales de vanidad, comodidad, ambición,  aspiraciones, deseos,…cobra mucho sentido el desprendimiento que nos lleva a procurar estar  muy por encima de esas reacciones primarias y a pensarlo dos veces antes de comprar nada superfluo, o a decidir por ¨el que dirán¨, o por aparentar.

La virtud del desprendimiento nos lleva a vivir la sobriedad,  también en lo que comemos y bebemos, sabiendo compatibilizar nuestras gratas relaciones humanas y sociales con la libertad del desprendimiento.

En la familia los padres enseñan a sus hijos el valor del desprendimiento, en primer lugar, con el ejemplo, viviéndolo ellos mismos. Después vendrá el enseñarles el valor de las cosas, ganándoselas con su propio esfuerzo; el valor de la justicia y la solidaridad para no malgastar ni tirar cuando tantos otros tienen tantas carencias.

No pensemos que es un problema sólo actual, ya en el siglo IV San Agustín; afirmaba: "No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita", es decir, que ya entonces el ser humano se inventaba necesidades. Y muchos siglos antes, Séneca dijo ¨Quien más disfruta de sus riquezas es aquel que menos necesita de ellas¨.

Y los breves consejos de un sacerdote santo actual: ¨comer un poco menos de lo que me gusta más y un poco más de lo que me gusta menos; hacer que las cosas duren; no quejarse cuando falta lo necesario, no tener nada superfluo¨. 
Así te vas desprendiendo y recuperando tu libertad.

 

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