La educación moderna está basada en la premisa de que cualquiera educa a los niños mejor que sus propios padresEl escritor inglés Gilbert K. Chesterton (1874-1936) trató en diversos ensayos sobre la familia. En la actualidad, la Iglesia ha convocado un Sínodo Extraordinario cuyo objeto es la pastoral en ese campo. Estamos publicando en Aleteia una serie de artículos sobre el pensamiento de Chesterton acerca del modelo familiar. El presente versa sobre los niños en la familia.
Tras la I guerra mundial hubo un tiempo de escasez en Europa. En ese marco de pobreza, a Chesterton no le parece rentable que para el trabajo que queda sin hacer, se contrate a otras personas. Ese es el mecanismo de una costumbre arraigada en las familias inglesas, el cual consiste en incorporar a la casa diversas profesionales: asistentas, planchadoras, niñeras.
Las sustituciones sucesivas
Para el trabajo del hogar se contrata una asistenta, plantea Chesterton. Esta a su vez debe pagar a alguien para que haga esa labor en su casa. Y así sucesivamente. De esta forma se satisface el viejo sueño capitalista de un infinito acopio de asistentas.
También está la planchadora. Lo intolerable, dice Chesterton, es que acabemos haciendo la colada de otros, sobre todo si visten delantal.
Y la niñera. Lo gracioso de esta profesión es su gramática. Niñ- es un genérico que tiene regusto a “colectivos de niños intercambiables”.
Pero el niño no precisa tanto de una niñera, sino de la más individual atención de los individuales padres al individual niño.
Sólo las cosas destruibles y partibles se pueden intercambiar. A nadie se le ocurre ir a una escuela y decir “Póngame veinte centímetros de niño”. Posiblemente saldría en todos los periódicos. Además de la ignorancia que supone no saber dónde empieza y termina un niño. Por ello a la par que individual, el niño es indivisible. Y su educación es la función menos intercambiable de la familia.
La familia es insustituible
Pero ese principio corre peligro. En la educación temprana los padres son amateurs, con un conocimiento basado en las experiencias. A continuación aparece el oficialismo de los padres, muy rígido en la acción y más amoroso en el propósito.
Después llega la escolarización. La educación moderna está basada en que un padre tiene más posibilidades de ser cruel con su hijo que cualquier otra persona.
Se considera que una madre no es siempre sensata en cuanto a la dieta de su hijo, así que la escuela lo entrega al doctor Crippen. Se opina que un padre no enseña a sus hijos la moralidad más pura, así que lo pone bajo la tutela de Eugene Aram.
Debemos hacer una breve explicación. Chesterton acaba de poner a cada niño en manos de sendos delincuentes conocidos en su época. Hawley Harvey Crippen, el dietista, era un homeópata americano que fue ahorcado por el asesinato de su esposa. El encargado de la moral del niño, Eugene Aran, fue un maestro sospechoso de fraude, quien mató a su cómplice, siendo por ello ejecutado.
Esto nos sitúa en un escenario de mal pronóstico: Se presume que son más crueles los padres que aquellos conocidos criminales. Y eso es como pensar que, al robar unos lobeznos, la loba no los defenderá. Por ello cuando el principio coercitivo complete su proceso, cualquiera será considerado bueno para educar a nuestros hijos, “cualquiera”… menos sus padres.
Pero Chesterton, como el conejo que el mago saca de la chistera, nos sorprende con una generosa cantidad de optimismo. Para ello hace un giro de 180 º y nos remite a un modelo de familia, siendo una, en la que Dios fue educado, creciendo en estatura, sabiduría y Gracia.
Es al revés que se ve claro
Cuando una imagen la han girado, entonces hay que hacer la operación inversa. Eso es lo que sucedió con la familia en la civilización pagana. El Cristianismo- dice Chesterton- es la revolución más asombrosa que se haya imaginado nunca. Pero esa gran fuerza no destruyó el mundo pagano. Sólo lo invirtió. Es decir, “no negó la tríada de
1. padre, 2. madre e 3. hijo;
simplemente la leyó al revés, convirtiéndola en
3. hijo, 2. madre y 1. padre.
Eso no se llama ya familia, sino la Sagrada Familia”. El cristianismo, según Chesterton, fue absolutamente innovador al hacer lo que ninguna civilización había hecho hasta ahora, y es dar importancia a los hijos.
¿Qué enseñanza aprendemos de Chesterton para la educación de nuestros hijos? Más que enseñanza es una actitud: mirar arriba, sea en la postura que sea, porque muchas cosas se vuelven sagradas al darles la vuelta patas arriba. Y María, que guardaba aquellas cosas en su corazón, tendrá la mirada puesta en la Iglesia.
Ese reflexionar sobre la belleza y los valores de la familia, junto con llegar a aquellas que están pasando situaciones difíciles, ha motivado al Papa a convocar el Sínodo Extraordinario en la Iglesia. Con esta serie de artículos, queremos acompañarles en ese camino. Es ambicioso, pero creemos que vale la pena: Chesterton conoce su oficio y … ya empezamos a ver las cosas.