El crimen del diputado Robert Serra y su asistente María Herrera “obedeció a una macabra encomienda” según las autoridades
La muerte del diputado Robert Serra y María Herrera tomó por sorpresa a muchos venezolanos este jueves 2 de octubre en horas de la mañana. Aunque el crimen se cometió alrededor de las 10:30 en la noche del miércoles, únicamente los noctámbulos aficionados de la red social Twitter y dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) conocían la información y se habían pronunciado al respecto.
En tan pocas horas son muchas las versiones que corren sobre cómo se produjo el horrible crimen y quiénes son los responsables.
Las versiones extraoficiales indican que el diputado Robert Serra supuestamente fue atado y amordazado, y falleció con treinta y seis heridas punzo penetrantes que le causaron con un arma de picar hielo. Igual ocurrió con maría Herrera. La muerte de ambas personas se produjo en un tiempo de entre 15 y 20 minutos, lapso suficiente para que fallecieran por un shock hipovolémico, es decir, como consecuencia de una pérdida significativa de sangre.
El ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, indicó a los medios que “el homicidio de Robert Serra fue intencional, planificado, organizado y ejecutado con gran precisión”. Para mayor perplejidad de los venezolanos, acotó: “obedeció a una macabra encomienda”.
Como indicio al cuestionamiento hecho en la cabecera de este trabajo, cabe indicar que de ser cierto este número de heridas recibidas por Serra como se ha indicado, se trata entonces de un “número cabalístico” para algunas religiones primitivas, tal es el caso de la santería. El 36 es asociado con el famoso 666. Momentos antes de la muerte de Serra, fue asesinada María Herrera. Se dijo estaba embarazada.
En ese contexto, los medios locales han reseñado que las evidencias también se pudieran incriminar a 6 personas, entre estas dos hombres vestidos de santeros (ropas blancas) que ingresaron a la casa del diputado, ubicada entre las esquinas de Nazareno a San Fernando de la parroquia La Pastora, número 120, a escasos metros del centro de Caracas. Habrían llegado en una camioneta Toyota Corolla y en una motocicleta. Dado el nivel de confianza con la pareja, entraron sin forzar la cerradura.
No obstante, los “camaradas” políticos de Robert Serra, como el presidente de la Asamblea Nacional, diputado Diosdado Cabello, y los también parlamentarios Blanca Eekhout, y William Fariñas, junto al gobernador del estado Aragua, Tareck El Aissami, además de rechazar y cuestionar las condolencias expresadas por la oposición han intentado endilgarles las responsabilidades.
Del mismo modo, el ex presidente de Colombia, Ernesto Samper, ahora secretario general de UNASUR, dirige sus presunciones en la muerte del diputado Robert Serra hacia los paramilitares colombianos. Pero evidentemente, ambas tesis se contraponen y refuerzan la oficialista del ministro Torres, tocante a “la macabra encomienda”.
Por otro lado, si bien existen serias confusiones en cuanto a la verdadera relación que existía entre Robert Serra y María Herrera, personas allegadas a la joven, que asistieron al velorio en la Funeraria Vallés de Caracas, aunque no dijeron si en realidad eran marido y mujer, o solo existía una relación de trabajo, afirmaron que “María era ahijada de santería del diputado Serra, y que ambos practicaban esta religión”. Por tal razón, la mañana de este jueves, “le practicaron una ceremonia fúnebre llamada ‘Ituto’, que en el lenguaje santero quiere decir desprendimiento, refrescar, elevar”.
Llegados a este punto, y tras la presunción de que hombres con ropas de santería ingresaron a la residencia, tal vez, conociendo a las víctimas, se interpreta que pudo ser parte de un macabro rito practicado por lo más bajo de esta religión politeísta.
En todo caso, quedan latentes las dudas sobre este crimen del que el gobierno de Maduro tendrá que dar respuestas válidas y creíbles a todos los venezolanos en algún momento, incluso a sus propios “camaradas” del PSUV.
Además, se manejan otros elementos en las investigaciones como la sustracción de armas de guerra, dinero, y las supuestas grabaciones que se hicieron desde las cámaras de seguridad apostadas en las cercanías y en la propia residencia del fallecido diputado Robert Serra.
De momento quedan dos familias más en Venezuela que se suman a la violencia asesina, la misma que no discrimina posición política, social, condición sexual o confesión religiosa. Un país que necesita buscar urgentemente al verdadero Dios.