¿Alguna vez has llegado a un lugar y observado a las personas que te rodean y te has puesto a rezar por ellas?
Miras al señor que preocupado escribe un mensaje en su celular, a las dos señoras que se toman un café en la mesa contigua… por sus gestos parece que una le cuenta sus problemas a la otra… El joven de anteojos oscuros que se ha sentado frente a ti, abriendo un libro para leer; el muchacho que escribe en su computador portátil con un refresco al lado, la señora que toma una sopa humeante con unas rebanadas de pan fresco, las abuelitas al costado que sonríen entre sí,…
¿Alguna vez has rezado por ellos?
Hoy estaba en una cafetería con mi esposa Vida y de pronto ocurrió. Fue maravilloso.
Miré a cada uno y mientras los miraba le dije a Dios: "Bendícelo Señor, ayúdalo en sus problemas, llénalo con tu Amor, que sepa que estás en él, que no va solo por la vida".
Recé así con cada uno. No recuerdo haber hecho algo parecido antes.
Todos están distraídos con sus celulares, sus pensamientos, ajenos a mi presencia. Pero tal vez no a la presencia amorosa de Dios. Cuando Dios pasa todo lo transforma. Es algo que he visto y me encanta, nadie queda indiferente ante la presencia amorosa de Dios.
Tres jóvenes se marchan, van felices. "Bendícelos Señor".
La camarera me ha traído la cuenta. Me levanto y nos vamos.
"¿Qué es esto que ha ocurrido?", me pregunté. Es como si Dios nos dijera: "Quiero ser más amado y conocido. Quiero vivir en el corazón de la humanidad".
He pensado que nuestros odios, las guerras, los problemas en nuestras familias, son por esa "falta de amor". Si amaramos a Dios como Él nos pide, amaríamos también a los demás… los reconoceríamos como hermanos, hijos de un mismo Dios.
Si amaramos un poquito más, cambiaríamos al mundo, transformaríamos nuestros hogares, los barrios, las ciudades, los países.
En este momento, me doy cuenta lo poco que amo y me brota del alma este grito: "Señor, que te ame más".
Llegué al auto. Ya no puedo escribir. He notado algo especial, mientras conduzco, mi alma permanece en oración…
Somos pequeñas vasijas, muy limitados y es poco lo que podemos guardar, pero esa poca gracia es algo sublime, espectacular, me llena de una serenidad sobrenatural.
Creo que cuando rezamos por los demás, Dios se hace presente y nos bendice a todos.
Ten la experiencia de Dios. Está a tu lado, en ti…
Transformará tu vida. Te llenará de Paz. Serás Feliz. Quedarás maravillado y como muchos que conozco, dirás emocionado: "Más… quiero más de ti Señor".
Oración en la cafetería: Quiero más de ti, Señor
Trinity House Cafe, Leesburg, VA
Claudio de Castro - publicado el 30/09/14
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