O por qué decía que el divorcio es una superstición: es arreglar los problemas… huyendo de ellos
Gracias por haber editado con oficio a Chesterton en castellano
La discreta tendencia a evadirse
En momentos de dificultad, imaginamos cómo sería nuestra vida de haber nacido en otra familia, o de habernos casado con otra persona. Pero no lo podremos saber nunca, a menos que sigamos su consejo: “bajar por la chimenea a cualquier casa, al azar”, y relacionarnos lo mejor que pudiéramos con la gente que hubiera en ella. Y esa es exactamente la definición de nacer.
Intentamos seguir con nuestro plan de huida. Entonces lo llevamos a cabo volcando nuestro amor en personas que se hallan en el extremo opuesto del planeta, por ejemplo proporcionando alimentos a madres pobres de Africa. Esto nos dará algunas ventajas: aquellas personas no se enfadarán si llevamos una mancha en la corbata. Tampoco nos arruinarán el domingo con un plan inoportuno. De esta manera con ese plan de huida, uno sigue el principio de alejarse de su casa y tiene pronta la justificación: dice que huye de su familia porque es aburrida. Falso; huye de su familia porque es de largo muy excitante. Y es excitante porque es exigente. Y es exigente porque está viva.
El divorcio no es solución
Finalmente si del marido hablamos, tendrá dos posibles evasiones. El suicidio y el divorcio. Son los dos viejos consejeros que acompañan a todo desesperado. El divorcio libera del matrimonio y el suicidio … también. Pero se distinguen estadísticamente, pues el fin de la vida sólo es uno, mientras que en los países con legislación divorcista, el fin del amor es cada día.
Sin embargo, el fin del romance no tiene porqué hundir el barco, porque el matrimonio no se sustenta en ese sentimiento, sino en una promesa formal que hicieron marido y mujer. Por eso al hombre que se divorcia, no le acusa de romántico, sino de traidor, diciéndolo no porque el barco se haya hundido, sino porque lo ha abandonado uno de sus capitanes. Lo que se deshace el divorcio no sólo es esa promesa, sino también el corazón del que ha permanecido fiel a lo que prometió.
Conscientes de lo que deshacen, quienes promueven el divorcio a la vez proponen una contramedida que compense las pérdidas y los alimentos. Eso supone un doble acto de fe: en el talonario y en un buen abogado. Y respecto a los que piensan que la traición y la tragedia se curan con dinero y un abogado, no pondríamos la mano en el fuego por la honorabilidad de su pasado.
El amor como sacrificio
Pero el escritor inglés considera desacertado el cliché romántico del amor como “sentimiento”. En realidad es algo más esforzado: A nuestra mujer la hemos de amar simplemente porque “está allí”, por el hecho “ser-nuestra-esposa”. A nuestro padre lo hemos de querer meramente por la razón “ser-nuestro-padre”. Y amando a la Humanidad que nos ha sido dada, lo hacemos a toda. Es decir, en familia vivimos el Evangelio. Por ello los ataques a la familia en realidad tratan de prevenir todo Cristianismo.
Para buscar soluciones, cada una de sus palabras se dirige a elevar el ánimo, igual que cada árbol, aunque sus ramas vayan en diferentes direcciones, apunta al cielo. Por ello continuaremos presentando recetas familiares en la dirección que apunta.