El religioso español amigable, sencillo, dispuesto siempre a ayudar, se debate en Madrid entre la vida y la muerte
Era un misionero anónimo que luchaba contra el ébola en Sierra Leona pero el mundo conoce hoy su nombre por haber contraído la enfermedad y ser repatriado a España, donde se debate entre la vida y la muerte. ¿Quién es Manuel García Viejo?
Muchos hablan de su sonrisa, otros de su férrea voluntad de ayudar a los necesitados. García Viejo es un religioso de nacionalidad española de la Orden de los Hermanos San Juan de Dios.
Tiene 69 años y pertenece a la orden hospitalaria desde hace 52; en ella se ha formado como médico especialista en medicina interna y diplomado en medicina tropical, y ha servido en África en los últimos 30 años, según informa la Confederación Española de Religiosos (CONFER).
"Ama África y decidió vivir allí su vida", explica su hermano Emilio a un periodista.
Desde hace 12 años es el director médico del Hospital San Juan de Dios en la ciudad de Lunsar (Sierra Leona).
Manuel es una persona, “muy amigable, sencilla, dispuesta a ayudar, no buscando problemas, siempre intentando dar soluciones: un fuera de serie”, explica a la agencia EFE el presidente de la Fundación Juan Ciudad y encargado de la ONG que gestiona la cooperación internacional de la Orden San Juan de Dios, Miguel Ángel Varona.
En su pequeño pueblo natal, Folgoso de la Ribera, en la provincia española de León, Manuel es muy conocido y querido. Los vecinos comentan emocionados su bondad, su espíritu de servicio, su amabilidad, su afición al fútbol,… y rezan para que el próximo 10 de octubre pueda cumplir 70 años.
En estos momentos, Manuel se encuentra en estado grave; sufre una profunda deshidratación y una afectación hepatorrenal marcada, según el Hospital Carlos III de Madrid, donde permanece ingresado.
El equipo médico se plantea tratarle con suero de otro paciente que haya ganado la batalla al virus porque está agotado en todo el mundo el suero experimental Zmapp que se ha usado en ocasiones anteriores, por ejemplo con su hermano de orden Miguel Pajares.
Su hermano Miguel
Miguel era un hombre lleno de energía y carisma que dedicó toda su vida a los demás. Como explica la orden en su web, “encontró muy joven su vocación espiritual y, con apenas 11 años, abandonó su pueblo natal, Iglesuela (Toledo), para vincularse a la Orden Hospitalaria de San Juan De Dios, donde hemos sido testigos directos de su buen hacer y de su dedicación incondicional hacia los que más lo necesitan”.
En esta institución, completó sus estudios de Enfermería y se ordenó sacerdote, antes de emprender un nuevo camino como misionero que le llevaría a recorrer distintos países durante 18 años.
El último de ellos fue Liberia, donde llegó en 2007 para atender a los pacientes del hospital San José, que la Orden Hospitalaria gestiona en Monrovia, y prestarles apoyo sanitario y espiritual como capellán del centro.
Su trabajo, el de los hermanos George Combey, Patrick Nshamdze y la hermana Chantal Pascaline y de los trabajadores del hospital que también han fallecido recientemente a causa del ébola, “representa un modelo a seguir para todos nosotros y para la sociedad en general en la medida en que nunca se dieron por vencidos ni mostraron dudas hacia la tarea que desempeñaban como misioneros, sin pedir nada más que poder seguir consagrando su vida al servicio de los demás”.
Una causa y un destino
El director nacional de Obras Misionales Pontificias (OMP), Anastasio Gil García, destaca a Europa Press que los misioneros son "las personas más próximas al riesgo inmediato de contagio" pues, a pesar de las cautelas que se están poniendo, ellos están "próximos a las gentes de esos países que se sienten queridas y amparadas por los misioneros".
Según Gil, los misioneros "permanecen asumiendo la causa y el destino propio de su misión".