Es el primer encuentro tras la aparición del nieto de la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Carlotto pidió que los Obispos reiteren su compromiso para ayudar a esclarecer oscuros episodios del pasado argentino. Signos de esperanza en la relación.
En una oportunidad que sirvió para reiterarle a Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, la alegría de los obispos argentinos por la recuperación de la identidad de su nieto, monseñor José María Arancedo, Arzobispo de Paraná y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, recibió a una delegación de este organismo de Derechos Humanos.
El Episcopado ya había expresado en una carta dirigida a Carlotto la alegría por el reciente descubrimiento del paradero de Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto número 114 encontrado por las Abuelas de Plaza de Mayo. Por este motivo, Carlottó también recibió una carta del Papa Francisco. Además de la alegría por este y los otros nietos recuperados, el Arzobispo de Paraná también reiteró el compromiso del Episcopado por promover un estudio amplio de los sucesos ocurridos durante la última dictadura militar para “encontrar la verdad”.
Según informó la oficina de prensa del Episcopado, a pedido de las Abuelas, monseñor Arancedo grabó el punto 8 del documento “La Fe en Jesucristo nos mueve a la verdad, la justicia y la paz”, en la que se expresa de manera contundente al esclarecimiento de los tristes acontecimientos ocurridos durante la dictadura militar y que llevaron a la desaparición forzada de miles de personas. Dice ese punto, grabado por Arancedo para uso televisivo:
“Nos sentimos comprometidos a promover un estudio más completo de esos acontecimientos, a fin de seguir buscando la verdad, en la certeza de que ella nos hará libres (cf Jn 8,32). Por ello nos estamos abocando a revisar todos los antecedentes a nuestro alcance. Asimismo alentamos a otros interesados e investigadores, a realizarlo en los ámbitos que corresponda. De nuestra parte, hemos colaborado con la justicia, cuando se nos solicitó información, de la cual podíamos disponer. Además, exhortamos a quienes tengan datos sobre el paradero de niños robados, o conozcan lugares de sepultura clandestina, que se reconozcan moralmente obligados a acudir a las autoridades pertinentes”.
Signo de esperanza en la relación
No es la primera vez que monseñor Arancedo promueve un acercamiento de la Iglesia con la presidenta de este organismo, muy crítica para con la Iglesia en la Argentina y el Pontificado. Ya en 1998, junto con monseñor Estanislao Karlic –hoy cardenal– y otros prelados, gestionó un encuentro de Carlotto con Juan Pablo II. Sobre el recientemente canonizado Pontífice Carlotto no guarda el mejor de los recuerdos ya que, según expresó tras la designación de Francisco, cuando visitó la Argentina “las Abuelas fuimos a las avenidas por donde iba a circular el papamóvil, esperando su bendición y que nos viera, el pañuelo blanco era el símbolo, y el Papa miraba para otro lado. Y les daba la comunión y la confesión a los genocidas”.
Según suele sostener Carlotto, parte del episcopado argentino y de la jerarquía de la Iglesia calló o no hizo lo suficiente por detener atrocidades cometidas durante la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983. Durante los últimos años, además, la Presidenta de las Abuelas se suma periódicamente a las críticas que desde el gobierno, con el que se siente muy afín, emite sobre los cuestionamientos de la Iglesia por la realidad social.
Pero hay signos de mejora en la relación. Además de este encuentro, otro motivo de esperanza tiene que ver con la visita de Carlotto a Francisco en el Vaticano. Pese a que con su nombramiento tuvo un comentario inicial en el que dijo que Bergoglio pertenece y hoy representa a “una Iglesia que oscureció al país”, le dio su voto de confianza y elogió sus gestos de sencillez. Además, cuando tuvo la ocasión de visitarlo en Roma, se la vio notablemente emocionada.
El paso del tiempo, la permanente predisposición de los obispos argentinos, y la elección de Francisco hacen esperanzar con un escenario de mayor cooperación y mejor relación con las Abuelas. Aunque dueña de un temperamento más fuerte y cambiante, los nuevos tiempos también permitieron atisbar un cambio en la relación con la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Bonafini, quien manifestó su alegría tras el fallecimiento de Juan Pablo II, al que calificó de "cerdo", y le deseó "que se queme en el infierno", y también incluso tuvo inenarrables actitudes en el altar de la Catedral de Buenos Aires siendo Bergoglio Arzobispo, dijo recientemente que las Madres se sienten “satisfechas ante muchas de las actitudes” del Papa.