“Me parece percibir la presencia de un Reino de amor”
Ofrecemos una carta escrita hace un año exactamente por sor Bernardetta Borgian, una de las tres religiosas asesinadas bárbaramente en Burundi. El escrito está publicado en la web de las misioneras javierinas.
«La Providencia me ha dado el don de encontrarme con distintos pueblos y culturas, poder contemplar panoramas estupendos. He conocido a personas maravillosas; cristianos y creyentes de otras religiones: rostros que desfilan ante mí como en secuencia, haciéndome revivir la sorpresa de haberme encontrado las semillas del Evangelio ya presentes.
La África que me he encontrado ha reforzado en mí la confianza en Dios: me ha impresionado la acogida cordial, la alegría en el compartir con los huéspedes lo poco que se tiene, la alegría del encuentro sin importar el tiempo.
Desde hace algunos años me encuentro en Burundi, Kamenge, una zona periférica muy poblada de la ciudad de Bujumbura. Estoy contenta de pertenecer a esta comunidad cristiana que siempre está atenta y cercana a los pobres. Es bello ver cómo los sábados y los domingos las madres de la comunidad de base se preparan con sus cestos encima de las cabezas y van a las prisiones a visitar a los reclusos y llevarles un poco de comida.
A la Misa del domingo por la tarde acuden especialmente los padres de familia y los jóvenes que han tenido la oportunidad de trabajar esa jornada, a menudo mal pagados. Llegan con los rostros quemados por el sol y las manos llenas de callos y estropeadas por el cemento. Observo en sus caras la serenidad de quien sabe que Jesús está en medio de ellos y que camina a su lado.
El anuncio de Jesús y del amor misericordioso del Padre se hace comprensible solo cuando va acompañado de un testimonio de vida. Es necesario alimentar en nosotros un mirada de simpatía, respeto, aprecio a los valores de las culturas, de las tradiciones de los pueblos que encontramos. Esta actitud, además de dar serenidad al misionero, ayuda a encontrar más fácilmente el lenguaje y los gestos oportunos para comunicar el Evangelio.
El próximo desafío que nos interpela me parece que es la defensa de los pueblos humillados, golpeados en sus derechos, la denuncia de la explotación de los bienes de estos pueblos. Y también urge el problema de la alfabetización, la vía maestra de la lucha contra la pobreza. África necesita justicia, mayor equidad y un buen gobierno.
No obstante la situación compleja y llena de conflictos en los países de los Grandes Lagos, me parece percibir la presencia de un Reino de amor que se va construyendo, que crece como un grano de mostaza, de un Jesús presenta donado a todos. En este punto de mi camino continuo mi servicio a los hermanos africanos, tratando de vivir con amor, sencillez y alegría”.