No hasta después de las elecciones de noviembre
La anunciada decisión del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de actuar en solitario antes de que terminara el verano, eludiendo al Congreso, para llevar a cabo una “acción ejecutiva” que retrasara la deportación de los inmigrantes sin papeles y ofreciera mayores facilidades en su estancia e internamiento en el territorio de la Unión Americana, se ha echado para atrás.
En efecto, según fuentes informativas y funcionarios de la Casa Blanca, Obama ha decidido ya retrasar cualquier acción ejecutiva en materia de inmigración hasta después de las elecciones legislativas de noviembre, puesto que llevarlas a cabo durante las campañas políticas sería “politizar” la inmigración e impedir, más tarde, una reforma amplia, una reforma que urge en Estados Unidos.
Si la medida se lleva a cabo hasta después de noviembre, Obama y su partido, el Partido Demócrata, tendrán que enfrentar el encono de los cada día más numerosos y mejor organizados grupos pro-inmigrantes en Estados Unidos (hay que recordar que el voto hispano le dio a Obama su segundo mandato constitucional), y podría ser considerado como un triunfo del ala dura de los republicanos, que se oponen tanto a la acción ejecutiva de Obama como a una reforma que permita un camino a la ciudadanía a millones de “ilegales” en el país.
El 30 de junio pasado, el presidente Obama dijo que había ordenado al encargado de Seguridad Interna, Jeh Johnson, y al fiscal general Eric Holder que prepararan las recomendaciones en vista de una acción ejecutiva para finales del verano. Obama también se comprometió a "adoptar esas recomendaciones sin más demora”.
Cuando hizo esa promesa, estalló una guerra sin cuartel entre republicanos y demócratas que se intensificó en la forma de abordar el aumento del flujo de los menores no acompañados procedentes de América Central en la frontera de Estados Unidos con México. Obama pidió 3 mil 700 millones de dólares para hacer frente a la crisis fronteriza, pero la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, sin embargo, aprobó una medida que sólo le dio a Obama una fracción de lo que buscaba.
La disputa sobre qué hacer con los niños migrantes se ha extendido a qué hacer frente a 11 millones de inmigrantes en Estados Unidos que esperan una reforma y un camino que les de la ciudadanía estadounidense. Un conflicto que puede extenderse, como problema de seguridad nacional, a todo el país.
Los grupos a favor de los migrantes le han enviado a Obama un comunicado en el que le recuerdan que "ser un líder requiere tomar decisiones difíciles y valientes". Dos de los firmantes de la carta son los influyentes Consejo Nacional de La Raza y la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos.