Fue decapitado junto a dos hermanos suyos y ochenta niños a quienes enseñaban
Que la fe es la artífice de la gran mayoría de los descubrimientos científicos es una verdad indiscutible, aunque sea una verdad “tabú” para el cientifismo laicista.
Que de entre las diversas ciencias la arqueología le debe su vida a la fe cristiana y a la Iglesia católica, aunque solamente fuese por la motivación de un altísimo porcentaje de sus investigaciones, es también algo indiscutible.
Las excavaciones arqueológicas en búsqueda de la antigüedad cristiana han sido siempre, lo son hoy y los seguirán siendo una prioridad tanto para los historiadores y arqueólogos como para la iniciativa cultural de la Iglesia.
El ejemplo más típico y conocido de la importancia que la Iglesia le da a la arqueología es el de Pío XII, que en 1939 dio orden para que se escavase debajo de la Basílica de San Pedro en busca de la tumba del Apóstol.
La tradición mantuvo siempre que cuando se levantó la actual basílica renacentista sobre la de Constantino, el altar de la confesión estaba justo encima del de la antigua basílica, y que aquel lo estaba a su vez sobre la tumba de Pedro. El resultado, tras casi una década de trabajos arqueológicos, fue el hallazgo no sólo de la gran necrópolis vaticana, sino también, protegido por un muro rojo, la primitiva sepultura de Pedro del año 64.
Pero ejemplos como éste hay a miles. Esta semana el diario ABC hizo pública una noticia importantísima: los arqueólogos que buscan los restos de San Babilés en Boadilla del Monte, en Madrid, han encontrado una tumba cubierta con una losa de granito, bajo el altar de una iglesia medieval.
Para algunos la noticia no nos ha cogido de sorpresa. Don Julio Rodrigo, el párroco de Boadilla, llevaba años no sólo promoviendo pastoralmente la figura de este santo obispo mártir del siglo VIII, sino también moviendo, Roma con Santiago (nunca mejor dicho como antecedentes), para buscar la tumba del santo en el cerro de San Babilés, donde desde tiempo inmemorial se ha creído que estaba enterrado el cuerpo del que, junto a dos hermanos suyos y ochenta niños a quienes enseñaban, fue decapitado.
Hace unos años ya se hallaron los restos de la Iglesia XII y 34 enterramientos de época visigoda (siglos VI al VIII). Ahora, con el empeño añadido del alcalde, don Antonio Gonzalez Terol, se está en la recta final de uno los hallazgos arqueológicos españoles más importantes, que a la vez constituyen un bien histórico eclesial de gran valor evangelizador.