Un órdago a la alimentación sana de todos, también de los más necesitadosEn los comedores sociales lo tienen clarísimo: lo más importante es poder ofrecer a sus comensales alimentos sanos. Y hablar de alimentación sana es hablar de dos palabras inseparables: frutas y verduras. Para la Organización Mundial de la Salud estos productos son básicos para prevenir multitud de enfermedades (hipertensión, obesidad, cardiopatías, cáncer, etc….) y, en todo caso, sus propiedades nutricionales son evidentes (digestivos, vitamínicos, antioxidantes, etc…). ¿El problema? Que son muy perecederos.
El menú del comedor social de la Hospitalidad de la Orden de Malta, en Madrid, es modélico para los expertos en nutrición, un menú variado y equilibrado en proteínas, hidratos de carbono, sales y minerales. Sirven diariamente entre 500 y 600 comidas. Nos cuenta una de sus voluntarias, Reyes Loring, como se movilizan contra reloj el abastecimiento de estos productos perecederos. Dar de comer a tantas personas con dramas familiares y laborales, significa no darles cualquier cosa, sino darles bien de comer.
¿Cómo lo consiguen? Gracias a dos instituciones bien coordinadas: las Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas, y el Banco de Alimentos. Heliodoro Pérez Carbonell, desde el Banco de Alimentos, apunta que la clave esta en una ágil y buena coordinación que, a la postre (y nunca mejor dicho), redunda en beneficio de todos: del programa de excedentes, que consigue que no se pierdan estos alimentos; del Banco de Alimentos que puede cumplir sus objetivos de poder ofrecer en tiempo record este tipo de nutrientes; de los destinatarios de los mimos, por su puesto; y de las organizaciones sociales que les hacen llegar o les “sirven” el “mana del desierto”, es decir, el alimento más fresco y más sano, en el desierto de empobrecimiento y de dificultades de la crisis económica.
Y todavía hay otro beneficiado: el agricultor, que gracias a ello también puede garantizar su renta. Las Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas garantizan la distribución de unos alimentos que son retirados del mercado para poder estabilizar los precios, siempre que estas retiradas no superen el 5% de la producción, tal y como indican los programas de protección agraria de la Unión Europea.
Cosas de la solidaridad: un órdago a la alimentación sana de todos, también de los más necesitados, y a los mismos agricultores. Del milagro de los peces y los panes, al milagro de las frutas y las hortalizas.