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Los nuevos templos del domingo

shopping en Toronto

© Ian Muttoo

Vida Nueva - publicado el 31/08/14

El consumismo y los centros comerciales vacían de contenido la jornada dominical

“El domingo es un día de fiesta, un día de alegría y de descanso del trabajo”. Así lo proclama la Iglesia en Sacrosanctum Concilium, promulgada por Pablo VI.

Pero, para cada vez más personas, el domingo no pasa de ser un día más de trabajo, una jornada para ir de compras o la ocasión para practicar alguna de las muchas propuestas de ocio que ofrece el mercado del entretenimiento. De ahí que el Papa Francisco se pregunte “si trabajar los domingos es una verdadera libertad”.

Atados al comercio y vacíos de valores

Jorge Mario Bergoglio lanzó esta interperlación el pasado mes de julio en el Aula Magna de la Universidad de Molise, en Campobasso, en un encuentro con el mundo laboral y fabril. Una cuestión más que oportuna cuando lo único que parece contar son los resultados económicos.

En Europa, la apertura comercial en domingo, en países como Francia y Alemania, donde había recibido tradicionalmente una protección especial, ha sido polémica.

Tanto es así que hasta los obispos europeos han alzado su voz para que la Unión Europea otorgue un trato adecuado al domingo.

El obispo de Almería, delegado español en la Comisión de Conferencias Europeas de la Comunidad Europea (COMECE), Adolfo González Montes, explica que “en la declaración que hacíamos los obispos de COMECE ante las recientes elecciones al Parlamento Europeo, repetíamos lo mismo que venimos diciendo, unánimes con el Papa: apoyamos todas las medidas destinadas a proteger la consideración del domingo como el día común de descanso semanal”.

En las negociaciones de las directivas europeas sobre los tiempos de trabajo, el episcopado europeo siempre ha apostado, confirma González Montes, por “liberar el domingo de la obligación del trabajo, con el propósito de promover el descanso regular semanal, la convivencia familiar y el cumplimiento de los deberes religiosos y las actividades y relaciones humanas de tiempo libre”.

De hecho, la COMECE ha mostrado su apoyo a la Alianza para la Protección del Domingo, que reúne a sindicatos, Iglesias y organizaciones civiles.

En España, la controversia por la apertura comercial en domingo ha sido un asunto de las comunidades autónomas, cuyos gobiernos deciden cómo aplicar la ley estatal. En la Comunidad de Madrid, abanderada de la liberalización absoluta, apenas quedan cuatro días de “cierres bajados”: el 1 y 6 de enero, el 1 de mayo y el 25 de diciembre.

El obispo González Montes es de la opinión de que “una postura razonable no es la intransigencia con toda actividad comercial en domingo, pero los centros comerciales dan la primacía al mercado y anulan el significado religioso y social del descanso, motivando a las personas para vender y comprar, y convirtiendo de hecho al mercado en la alternativa al templo”.

No obstante, llama la atención sobre la importancia de otras consideraciones. “La tradición cultural de la Unión Europea es incomprensible sin sus raíces cristianas”, puntualiza.

Y añade: “Secularizando definitivamente el domingo, Europa y Occidente avanzan hacia este incomprensible suicidio cultural al que nos encaminamos, seducidos por el espejismo de que es posible una vida pública sin inspiración religiosa alguna y neutralmente laica”.

En todo caso, en aras de la pluralidad religiosa de Europa se niega un trato preferencial al domingo. Adolfo González Montes, que fue miembro de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, recuerda que “la protección del domingo es compatible con medidas que amparen a los no cristianos, para que tengan también la posibilidad de cumplir con sus deberes religiosos o de disfrutar del domingo”.

Igual de categórico se muestra el obispo de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera, Antonio Algora: “El descanso semanal es una constante vital -afirma-. Las grandes religiones han recogido este ritmo semanal y lo han incluido en sus prácticas religiosas. Las comunidades humanas, en general, necesitan también poderse reunir”.

Atados al comercio y vacíos de valores

Los domingos que trabajo no voy a misa”, afirma Alejandro Martínez, de 41 años, casado, padre de un hijo de dos años. Trabaja como mecánico de bicicletas en un centro comercial de Majadahonda (Madrid), de lunes a sábado de 15:00 a 22:00 horas, a lo que hay que añadir unos 25 domingos y festivos al año.

Este antiguo catequista de Confirmación de la parroquia de San Rafael Arcángel (Getafe) pertenece a un equipo de matrimonios. Admite que su horario le influye a la hora de participar en la comunidad. En varias ocasiones han cambiado los días y horas de las reuniones. “Ahora nos vemos un domingo por la mañana con el tiempo justo”, comenta. También su vida familiar se ha visto fuertemente condicionada por su horario laboral.

“Para compartir tiempo con mi mujer y mi hijo, sólo dispongo de los domingos que no trabajo y de los sábados por la mañana”, detalla, y se lamenta de perderse “todo el crecimiento de mi hijo y no tener tiempo de calidad con mi mujer”.

Ana del Collado, trabajadora de una gran superficie comercial en San Fernando (Madrid), se siente una afortunada ahora que sus hijos tienen 14 y 18 años, aunque denuncia que “muchos compañeros tienen que recurrir a los abuelos o dejar a los niños solos”.

Su familia sabe que no puede contar con ella los fines de semana, al menos, hasta dentro de varias semanas, cuando la temporada de ventas haya bajado y la empresa le conceda un domingo de descanso. Sus días libres entre semana los pasa limpiando o haciendo las tareas del hogar; apenas ve a los amigos o a sus familiares.

“El martes o el miércoles que te dan libre, los demás están trabajando y no coincides con nadie”, completa su compañero, Ángel Fraile, de 30 años, trabajador en Tarragona, una de las zonas que podría ser declarada de interés turístico con el fin de ampliar los diez domingos y festivos de apertura comercial permitidos hasta ahora.

Declara este joven andaluz emigrado a Cataluña: “Las empresas dicen que abren porque los consumidores lo demandan, pero yo creo que lo hacen más que nada pensando a largo plazo, para ir acostumbrando a los potenciales clientes; de hecho, tienen ofertas especiales solo para los domingos”.

El antiguo catequista de la Diócesis de Getafe lo tiene claro: “La Iglesia debe hacer más hincapié para que el descanso dominical sea más respetado. Debe condenar con fuerza este consumismo voraz que nos está dejando vacíos de valores”.

Artículo originalmente publicado por Vida Nueva

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