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Hasta hace poco, el matrimonio entre personas de diferentes religiones, conocido como matrimonio mixto (entre cristiano católico y cristiano no católico, ejemplo bautista o metodista) o matrimonio con disparidad de culto (entre católico y un judío, o musulmán) era algo que casi nunca se daba o de lo que nunca se oía hablar.
Y si acaso se daba, se celebraba de una manera secreta y en la sacristía.
Pero en los últimos años esto ha cambiado. En nuestra sociedad más abierta, son cada vez más los casos de matrimonios entre cristianos católicos y cristianos no católicos, y entre católicos y no cristianos.
Para la Iglesia católica el ideal es el matrimonio entre dos católicos.
Con todo, invita a las parejas con diversidad de fe o culto a considerar los acuerdos previos que deben hacer cuando no comparten la misma religión y credo.
Por eso otorga, como algo excepcional, el permiso para celebrar dichas uniones matrimoniales.
El matrimonio mixto requiere un permiso especial
En el número 1124 del Código de Derecho Canónico se lee por ejemplo lo siguiente:
La licencia para que una persona católica se case con una persona de diferente religión se le conoce como “dispensa”.
La da el obispo de la diócesis donde se encuentra la parroquia en la que los novios contraerán matrimonio.
Condiciones de bodas entre personas de distintas religiones
La Iglesia católica no obliga a que el contrayente no católico se convierta, sino que, con respeto, da la libertad al otro para que siga practicando su fe.
Pero le pide unas condiciones de igual respeto a la fe del contrayente católico. Es decir, para que el matrimonio mixto o con disparidad de culto sea válido la Iglesia católica pone las siguientes condiciones:
Un gran reto
Es un hecho que en los matrimonios mixtos (cristiano católico y cristiano no católico) la convivencia conyugal presenta un gran reto por la diferencia en sus comunidades eclesiales.
Por eso es bueno que haya un buen diálogo ecuménico entre las Iglesias interesadas para que den apoyo a la pareja, y así puedan vivir su fe en mutuo respeto.
Es todavía más desafiante la convivencia de los cónyuges en los matrimonios con disparidad de culto (católico y no cristiano), pues hay diferentes mentalidades religiosas y a veces diferentes concepciones de lo que es el matrimonio mismo.
También es un gran reto y fuente de grandes tensiones llegar a un acuerdo acerca de la manera de educar a los hijos y la fe que se les ha de transmitir.
Estas tensiones no sólo pueden afectar la vida de pareja sino que pueden llevar a la pareja y los hijos a que caigan en la indiferencia religiosa.
Por eso la Iglesia debe preparar y atender a estas parejas con especial cuidado para que sea la fuerza del amor, “que todo lo puede”, la que les dé un marco sólido desde el cual puedan manejar sus diferencias.