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​Familia y conflictos: La contribución de la Iglesia a la ONU

Onu e Vaticano, abusi sessuali – es

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Anna Peleri - publicado el 28/08/14

Entrevista a monseñor Silvano Tomasi, observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra.

Guerras, crisis humanitarias, familia, pedofilia, vida, desarrollo, … los temas candentes del debate internacional son muchos y muy complejos.

Se nos pregunta cómo responder a las exigencias del mundo, cuáles son las estrategias más adecuadas, las leyes más justas, hasta qué punto se puede encontrar un compromiso. Y cuál es el papel de los agentes que están llamados a tomarse la responsabilidad de decidir, crear leyes y promover acciones.

Entre estos agentes, también está la Iglesia, pastor y compañía para el hombre antes que nada, como enseña el Papa Francisco a través de sus gestos, pero también como sujeto internacional que participa en los procesos de decisión en el interior de contextos como las Naciones Unidas.

Aleteia le ha pedido a monseñor Silvano Tomasi que nos explique la postura de la comunidad internacional respecto a dos grandes temas, familia y conflictos, y qué papel juega la Iglesia en este contexto.

¿Qué postura adopta la Santa Sede en el contexto internacional de las Naciones Unidas sobre el tema de la familia? ¿Por qué no es una postura anacrónica y cómo juzga la reciente resolución del Consejo de los derechos humanos de las Naciones Unidas sobre la familia?

El Consejo de los derechos humanos de las Naciones Unidas aprobó en junio una resolución un poco particular, donde se habla de la protección de la familia.

La importancia de esta resolución viene del hecho de que había peticiones de varios países de la UE de incluir no tanto la protección “de la familia” como de “las familias”, es decir de proteger a los individuos que en una combinación o en otra crean comunidad.

Estamos entonces hablando de individuos del mismo sexo, o bien de la voluntad de poner el acento no tanto en el concepto de familia sino en la del individuo, que puede asociarse con una persona del mismo sexo o de sexo distinto.

Por tanto el hecho de que la mayoría de los miembros del Consejo haya votado a favor de la resolución así como fue presentada es un paso importante porque crea un precedente: en la discusión del tema de la familia, se deberá tomar en consideración la tradición jurídica de las Naciones Unidas a partir de la declaración universal de los derechos del hombre de 1948 que está en la base de todas las convenciones y tratados internaciones, donde, en el elenco de los derechos, se menciona también el derecho a la familia.

Por tanto la interpretación del concepto de familia se rehace de esta manera en el texto inicial de los documentos de la segunda postguerra. En este sentido es importante y podemos apoyar este tipo de resolución.

El concepto de familia se reencuentra en los documentos importantes, en las convenciones, en los tratados de los años ’60 y ’70 y remite sustancialmente a la tradición judeo-cristiana.

Para esto la interpretación debe ser dada por el contexto en el que se han elaborado los pactos internacionales y donde la idea de familia es la del matrimonio de un hombre y de una mujer en vista de la procreación de los hijos.

La contribución que nosotros los cristianos aportamos a la sociedad internacional apoyando el concepto de familia como la naturaleza lo presenta, es la de mirar al futuro con optimismo, porque la continuidad de la familia humana depende del matrimonio entre un hombre y una mujer y de esta manera nosotros queremos respetar el orden de la naturaleza y al mismo tiempo apoyar a la sociedad en su camino hacia el futuro.

Como actor internacional la Iglesia está llamada a presentar una postura política, estratégica sobre las crisis internacionales. ¿Esto cómo se conjuga con la modalidad elegida por el Papa y por muchas Iglesias locales, de ser una presencia que, más allá de las estrategias, hace compañía a las personas que viven estas situaciones de guerra y de crisis?


Si miramos a nuestro alrededor en este momento vemos que hay muchos focos de violencia, de guerra, de conflicto por todo el mundo: desde el norte de Nigeria, al Sudán del Sur, la República Centroafricana, el Congo, en África y sobre todo, los medios de comunicación destacan las guerras de Siria, Irak y el conflicto israelí, hablando de Oriente Medio.

La responsabilidad de la comunidad internacional, a través de sus estructuras, es decir, las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, es la de volver a una convivencia pacífica y a una situación de seguridad en las distintas regiones del mundo.

Por tanto, el intento de estudiar y reflexionar juntos sobre cómo contribuir de hecho y de forma concreta y específica a la paz es el tema de fondo de todo lo que está yendo adelante en el contexto internacional de la ONU.

Nosotros los cristianos aportamos una contribución directa en este sentido: sabemos que la violencia no comporta ningún bien, destruye y crea un precedente para perpetuar otros actos de violencia en respuesta a injusticias o males sufridos.

Esta aportación de la comunidad cristiana ha sido expresada de forma especial por el Papa Francisco, el cual, mediante sus llamamientos, con sus gestos simbólicos, con el encuentro junto a Abu Mazen y Peres: el único camino razonable es el del diálogo y la paz.

Del mismo modo cuando hay riesgo de genocidios y violaciones sistemáticas de los derechos fundamentales de las personas, y no hay soluciones o sanciones o diálogos aceptados, la Comunidad Internacional tiene la obligación de actuar mediante los medios que considere adecuados para obtener un bien mayor del mal que se combate.

La presencia de los cristianos en estos focos de violencia como ayuda humanitaria y testimonio de la voluntad de dialogar, de crear puentes y paz, es un valor inestimable, aunque sí se arriesgan las mismas personas. Donde está el peligro y el riesgo, el valor de este testimonio es más precioso.

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