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El arzobispo de Tanger, monseñor Santiago Agrelo sufre y padece junto a los que sueñan con pasar a España a través del estrecho. Conoce sus inquietudes, sus ilusiones y también su dolor y su padecimiento. En su muro de Facebook el arzobispo de Tanger ha vuelto a mostrar su indignación ante la situación que viven muchos de estos emigrantes: “Es siempre un milagro que sólo hayan muerto dos. Pero duelen como si no hubiese milagro ninguno”.
En esta ocasión habla de uno de estos inmigrantes, de Benjamín, músico e inmigrante: “Hace unos días dieron un concierto en una sala de Tánger, felices ellos de ser artistas y ganar unos dirham para sobrevivir; felices nosotros de verlos salir adelante en un mundo impúdicamente hostil con esta humanidad desechada por los intereses económico-financieros del mundo rico”.
Sin embargo esta alegría ha sido efímera: “Hoy, me dicen que uno de los miembros del grupo y un hermano suyo han muerto en las aguas del Estrecho”.
El arzobispo de Tánger se rebela ante cómo se está viviendo esto en España y Europa y quiere poner rostros a quienes intentan cruzar la frontera: “Lo único grande, humano, digno de ocupar las páginas de los medios de comunicación en estos días de travesía del Estrecho, hubiera sido el drama de estas personas que, empujadas por la necesidad, se enfrentan a la muerte para sobrevivir. ¿Y qué es lo que preocupa, entretiene y reclama respuestas al cielo y al abismo, a España, a Marruecos, a Europa? No son los emigrantes sino las fronteras: la seguridad de las fronteras, la inviolabilidad de las fronteras, la amenaza que suponen los pobres para los privilegiados que se esconden detrás de las fronteras”, explica.
“Los emigrantes no existen: sólo existe el miedo que producen; y vamos pidiendo a gritos mascarillas, guantes, gafas, monos, controles, protocolos…”, denuncia monseñor Santiago Agrelo, que muestra como ejemplo la fotografía de un medio digital en la que parece un guardia civil “jugando a la pelota con unos niños negros”. “Pero hay algo en esa foto que te devuelve a la realidad: el guardia civil lleva una mascarilla. Y piensas: seguro que ya le obliga a ello algún protocolo… Y, protocolo a protocolo, norma a norma, a los guardias y a nosotros nos van robando los espacios de la libertad”, termina denunciando.
Para Monseñor Santaigo Agrelo no hay duda: “Lo importante no son las fronteras sino los emigrantes, para gozar con ellos si viven, para llorar por ellos si mueren, para caminar con ellos en la esperanza”.