Un matrimonio es como una receta de alta cocina: no deben faltar los mejores ingredientes
El matrimonio tiene mucho que ver con el arte de cocinar. Se seleccionan los mejores ingredientes, se prepara cuidadosamente y se realiza un proceso de cocción. Luego se prueba y se plantean mejoras para que el plato sea superior. Así debe ser el matrimonio, un proceso en permanente construcción para lograr un estupendo resultado, dando siempre lo mejor de cada uno. Y estos cinco ingredientes que no deben faltar:
1. El buen humor
Si bien es importante llevar una vida ordenada y con cierta estructura, igualmente es primordial ser flexible ante las circunstancias desfavorables que hacen parte de la naturalidad de la vida. Una sonrisa en medio de un ambiente tenso, puede despejar la hostilidad y cambiar el rumbo de una situación que seguramente no iba a desembocar en un buen final.
Francisco M. González en un artículo publicado por The Family Watch anota lo siguiente: “¡Cuántas amargas discusiones de pareja se evitarían si ante un malentendido, una presunción equivocada, el error inevitable o el despiste habitual, en lugar de la “chispa incendiaria” saltara la carcajada o la sonrisa franca y natural! En el fondo, el optimismo y el buen humor en el matrimonio creo que indican, también, madurez, imaginación y no tomarse por la tremenda lo que no tiene tanta importancia.”
2. La creatividad
No es de extrañar que los quehaceres de la vida diaria desplacen los espacios que los cónyuges están llamados a compartir juntos, ¡gran error! Por ello se convierte en una tarea apremiante, el buscar alternativas que rompan la monotonía e inviten a la re-conexión de la pareja.
3. La comunicación
Se especula que la mayoría de las crisis matrimoniales tienen el mismo origen: falta de comunicación. No hay nada que una buena plática no pueda solucionar, el diálogo es una herramienta básica de toda relación humana y en especial cuando se trata de la conyugal.
Los esposos han de adoptar la comunicación como su aliada, su compañera y así llegar a conocer al cónyuge de manera tan profunda, que dicho conocimiento puede evitar situaciones que causen disgusto. Una pareja que se comunica, es una pareja que se reconoce, que identifica las fortalezas y debilidades del otro y sabe además encontrar un apoyo en los momentos de dificultad. La comunicación genera lazos de confianza e intimidad que fortalecen la relación. Un diálogo sincero, sereno, amoroso y respetuoso hace maravillas, incluso en ciertos casos, puede ayudar más que cualquier terapia.
4. El respeto
Una relación de respeto, es una relación fiel, sincera, amorosa. La autora Sheila Morataya Fleishman habla con relación a este tema y expone: “¿Recuerdas la primera vez que tuvieron una pelea y preferiste guardar silencio? O por lo menos ¿no alzaste la voz? Lo hiciste por respeto, ¿verdad? (…) La actitud `respeto´ hacia lo que el cónyuge es, decide, hace y opina es básica para que la relación de pareja no sufra heridas que con los años si no se cuidan pueden volverse en verdaderas llagas que jamás podrán cerrarse. El famoso filósofo Dietrich Von Hildebrand llamaba al respeto `la madre de todas las virtudes´, e insistía en que el respeto es la clave para una vida feliz y desde luego para un matrimonio feliz.”
Las faltas de respeto resquebrajan el amor e impiden además el desarrollo humano; desterrar estas negativas conductas, se convierten en una de las búsquedas incesantes del matrimonio.
5. La confianza
Todo aquello que se basa en la confianza, tiene un éxito casi que seguro. El confiar en el cónyuge, es decir, confiar en su amor, en sus capacidades, en sus promesas… es un acto que provee solidez a la relación. Depositar en el otro la confianza, es un acto de amor, es más, el matrimonio en sí mismo, es una demostración maravillosa de confianza, se entrega al otro lo mejor de sí para formar uno solo.
No olvidemos estos cinco ingredientes que están de lado del matrimonio, se encuentran al alcance de los esposos para servirles, ayudarlos y mantenerlos fortalecidos.