La reforma de Papa Francisco sigue su marcha, las congregaciones religiosas están llamadas a “una sana gestión de los bienes” además de ser transparentes y vigilar el dinero de la caridadEl Vaticano ha publicado esta semana los principios para la administración de recursos al servicio de la ‘caridad’. En este sentido, los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica han recibido una carta circular con las indicaciones de Papa Francisco sobre las “Líneas orientativas para la gestión de los bienes”.
El documento que exhorta a usar “el campo de la economía” como “instrumento de la acción misionera”, lleva la firma del cardenal, João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y el arzobispo, José Rodríguez Carballo, Secretario del mismo dicasterio.
A pocos pasos de la Basílica de San Pedro y por un par de euros se puede tocar con mano el documento de orientación que aconseja a los consagrados de colaborar con técnicos y laicos profesionales en economía, fiscalidad y derecho, entre otras novedades.
La Carta circular ha sido publicada por la Librería Editora Vaticana y es el documento de preparación de la Celebración del Año de la Vida Consagrada que iniciará el próximo 30 de noviembre y se extenderá hasta el 2 de febrero de 2016.
Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho;
y al que se le confío mucho, se le reclamará mucho más (Lc 12,48).
Una fuente del Vaticano reveló que se trata de un documento esencial para todas las Comunidades y refleja las nuevas disposiciones del Papa Francisco en materia económica. Tres son los puntos principales: La gestión de los bienes; la colaboración con la Iglesia local y la formación.
Veamos los puntos principales de las disposiciones de Papa Francisco:
La gestión de los bienes
Se pide fidelidad al carisma pero al mismo tiempo cazar un objetivo común a la caridad evangélica. Se orienta a organizar las obras en prioridades, hacer planificación, hacer presupuestos balances, controlar la gestión, diseñar planes plurianuales, considerar la sostenibilidad, realizar estructuras fáciles de gestionar.
La colaboración con la Iglesia local
Como punto importante de las nuevas disposiciones, se subraya el diálogo entre la Iglesia local, los institutos y los asesores en situaciones muy concretas: cerrar casas u obras, alienar inmuebles, mantener una presencia religiosa armónica con las necesidades de la ciudad y la diócesis.
Una novedad importante es que el documento asegura que es “casi imposible prescindir de la colaboración con técnicos, laicos y miembros de otros Institutos”. Esto robustece la exigencia de hacer la Iglesia no sólo de sacerdotes y consagrados, sino de laicos y laicas preparadas y prontas al servicio común. Esto toca aspectos más complicados como resolver problemas legales, económicos, fiscales y asesoramiento para gastar eficazmente el dinero.
Formación
El documento también sostiene una formación económica para garantizar “opciones misioneras” “innovadoras y proféticas”. Confiar a una sola persona, por ejemplo, el ecónomo de la Institución, la responsabilidad exclusiva ha generado un “desinterés por la economía dentro de las comunidades” y esto ha generado una perdida del “contacto con los costos de la vida y los cansancios que la gestión supone”, entre otras argumentaciones. Asimismo, se lamenta una falta de formación de los ecónomos “al paso de las nuevas instancias”.
Por último, el Dicasterio vaticano confirma que las orientaciones del Papa Francisco sirven para “vivir evangélicamente la dimensión económica” e impulsar la misión de la Iglesia en el mundo.
“La Iglesia no es una ONG” dijo el Papa en Río de Janeiro. Sin embargo, es una institución terrena que administra hospitales, hospicios y donaciones, entre otros recursos. Su servicio a los más necesitados requiere eficacia y responsabilidad. De esta idea era San Vicente de Paúl (1581-1660), santo de la caridad, que confirmaba que no hay caridad que valga sin una buena organización.