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“¡Amad la verdad!” gritó Juan Pablo II (1): A 25 años de la JMJ de Santiago

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Salvador Aragonés - publicado el 08/08/14
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La vibrante llamada a la santidad que resonó en el Monte del Gozo para los jóvenes de Europa
En este mes agosto se cumplen los 25 años desde la peregrinación de los jóvenes del mundo en la IV Jornada Mundial de la Juventud ante la tumba del Apóstol Santiago. Muchos jóvenes de entonces y que hoy tienen más de 40 años, tienen un recuerdo indeleble de lo que fue aquella noche en el Monte del Gozo con el Papa, hoy santo, Juan Pablo II. El Papa les habló con una gran franqueza, sin tapujos, para responder a la llamada de Cristo, a ser santos, tanto en el matrimonio como en la vida religiosa.

Juan Pablo II, hoy santo, pronunció un discurso vibrante a la luz de la noche ante muchos millares de jóvenes recostados para escuchar la palabra de Dios a través del sucesor de Pedro. Muchos de aquellos jóvenes recuerdan hoy que se sintieron y se sienten “tocados” por penetrante llamada del Papa a su corazón, a entregarse a una vida cristiana sin medias tintas, con plenitud, una entrega  ”a una vida cristiana total. ¡Responded a la llamada de Jesucristo y seguidle!”, gritó el Papa en la noche. Era el 19 de agosto de 1989 y como si fuera ayer.

El famoso discurso en el Monte del Gozo de san Juan Pablo II fue una llamada a que los jóvenes siguieran “sin miedo” a Cristo, tanto en el matrimonio como en la vida religiosa. El Papa eligió para este discurso el lema de la IV JMJ: “El camino, la verdad y la vida” (Jn., 14, 6). Afirmó, ante los jóvenes procedentes de los más lejanos países del mundo, que habían venido “para redescubrir aquí en Santiago, las raíces de nuestra fe para comprometeros, con corazón generoso, a la “nueva evangelización” en el umbral del tercer milenio”.

Camino, Verdad y Vida

Juan Pablo II explicó cuál es el “camino” que nos lleva a Jesús. El que está en camino es que busca algo y la pregunta que hoy se hace el hombre es sobre el “sentido de la vida, la meta a alcanzar y la razón de su comportamiento”. “¿Qué buscáis peregrinos? ¿Buscáis a Dios?" En realidad es Dios quien nos busca desde hace tiempo y nos sale al encuentro en el camino de Santiago. Descubrimos que este encuentro no es el dinero, el éxito, el egoísmo, el bienestar “que no pueden llenar el corazón humano”. En Jesucristo encontramos un camino de amor, del amor con que se entregó por nosotros y que nos conduce al Padre, y nos hará “testigos de su esperanza de salvación”.

Sobre la verdad se interrogó el Papa: “¿Dónde está la verdad? “¿Qué es la verdad”?” como preguntó Pilatos ante Jesús. El “sentido profundo del camino de Santiago es “buscar la verdad y proclamarla”. La primera respuesta essensual: encontrar la verdad en dar satisfacción plena e inmediata los sentidos, pero los peregrinos dicen “nos henos divertido, pero… continuamos vacíos”. La segunda respuesta es la de los “violentos” que ponen todo su interés en el dominio de los demás, lo que conduce “no solo a la destrucción del otro –hermano o hermana—sino también a la propia destrucción”. La tercera respuesta a la verdad es buscar la liberación a través de la evasión de la realidad, es la de los drogadictos que terminan esclavos de la droga y caminan hacia la autodestrucción.

Y la cuarta búsqueda de la verdad está en las ideas y las costumbres que si están contaminadas pueden “conducir a la destrucción del hombre”. Esta contaminación “es el pecado, dijo san Juan Pablo II en el Monte del Gozo, de donde nace la mentira”. A veces la mentira se presenta en forma de verdad y hay que saber discernir: el pecado es la negación de Dios, el rechazo de la luz”, es “el radical rechazo de la verdad” contenida ésta en la amorosa omnipotencia del Creador. La tragedia de Pilato es que no encontró la verdad, aunque la tenía delante de él: era Jesús, el Cristo que “es el centro de la fe cristiana”. Y el Papa dijo en voz potente

: “¡Amad la Verdad! ¡Vivid la Verdad! ¡Llevad la Verdad al mundo! ¡Sed testigos de la Verdad!”. “Seamos coherentes, busquemos la verdead sobre Cristo, sobre su Iglesia”.

Y finalmente Cristo es la “Vida”. “Vosotros amáis la vida, no la muerte”. “Somos caminantes unidos para amar”. La fe cristiana, añadió el Papa en la noche del Monte del Gozo, “establece un vínculo profundoentre el amor y la vida”. Cristo es el “·interlocutor de la vida, no sólo de la vida sana y feliz, sino también de la vida cargada con el sufrimiento, cuando esté marcada por alguna invalidez física o por situaciones de malestar familiar y social”. El “sentido de la vida, os dirá Cristo, es el amor. Solo quien sabe amar hasta olvidarse de sí mismo para darse al hermano realiza plenamente la propia vida y expresa en el grado máximo el valor de la propia existencia terrena”. Es la “paradoja evangélica” que la vida se gana cuando se pierde para los demás. Eso vale para los religiosos y religiosas, para los sacerdotes y para los laicos y casados.

 

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