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Claudio de Castro: la aventura de escribir y editar para Jesús (Segunda parte)

Las vecinas y otros cuentos, Claudio de Castro

© DR

Jaime Septién - publicado el 07/08/14

Con su esposa y sus hijos ha modelado un concepto de empresa editorial católica digno de replicarse en todo el mundo de habla hispana

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Claudio de Castro hace un recorrido por la aventura editorial que emprendió desde Panamá hacia todo el mercado de lectores de Centro y Sudamérica.  Ha editado ya más de un centenar de textos, muchos de ellos, la mayoría, de su propia pluma.  Con su esposa y sus hijos ha modelado un concepto de empresa editorial católica digno de replicarse en todo el mundo de habla hispana.

En esta segunda parte de la entrevista concedida a Aleteia, de Castro centra su atención en los detalles interiores –la gracia que la mueve—de su empresa editorial y de su periplo literario, un periplo de grande envergadura, con un objetivo muy específico: la evangelización, sobre todo, de los jóvenes lectores.

¿Cuál es, en términos de mercado, tu “ventaja competitiva”?

Es maravilloso ver cómo los sueños se pueden realizar.  Si tienes fe, si confías en Dios y eres persistente, podrás lograrlo.  Una vez un sacerdote me preguntó cómo me iba. Casi sin pensarlo le respondí: “Si tuviese más fe tendría ya un edificio de cuatro plantas, muchos colaboradores, autos de reparto, y muchas cajas de libros para exportar por el mundo”.  Me falta ese poquito de fe que hace la diferencia.

Comprobé que debo dar para recibir. Es la mejor forma y la más efectiva para crecer. Cuando alguien se acerca y me dice que no tiene cómo pagar, se lleva un libro gratis y otro adicional para que se hagan compañía. En el camino descubrí mi verdadera riqueza: Dios y mi familia.  ¿Me equivoco en las cosas que hago? Muchas veces. Todos cometemos errores. Es natural.  Me considero una persona afortunada porque tengo el mejor trabajo del mundo: llevar esperanza. Y hago lo que más disfruto: escribir.

– ¿Qué te mueve, qué te inspira a seguir adelante?

Hay cuatro pensamientos que me han movido a perseverar. El primero es de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.  Cada vez que me desaliento, me llena de esperanzas, me da la fortaleza que necesito para seguir adelante. Es como si me dijera: “Yo estoy contigo”. Esa certeza la he tenido desde pequeño. Él siempre ha sido mi mejor amigo. Camina conmigo y con todos nosotros.

El segundo, es de san Josémaria Escrivá. Es bellísimo: “Soñad y os quedaréis cortos”. Cuando lo leí, recuerdo que pensé: “¿Será cierto? ¿Valdrá la pena?”  Quisimos soñar y nos dimos cuenta que era verdad, valía la pena soñar. Dios nos manda a soñar grandes cosas, y nos permite realizarlas, por su Amor.

El tercer pensamiento te impacta. Lo utilizo siempre en mis libros. Me emociona y me llena de entusiasmo. Me mueve a perdonar y pedir perdón. Me recuerda que Dios es mi Padre, nuestro Padre, el Padre de todos. Lo escribió san Alberto Hurtado, un sacerdote (jesuita) chileno: “¿Para qué está el hombre en el mundo? El hombre está en el mundo porque alguien lo amó: Dios.  El hombre está en el mundo para amar y ser amado”.

El cuarto, le pertenece a Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares. Una tarde mis amigos del Focolar me invitaron a ver un video de Chiara. Ella les hablaba a los jóvenes artistas y los invitaba a ser consecuentes con su fe y vivir el Evangelio. “Donde quiera que vayan, hablen de Dios. Que Dios vuelva a estar de moda”.  Estas palabras suyas irrumpieron en mi alma con una fuerza arrolladora, alejaron de mí los temores y me decidí a escribir y compartir en los libros, mis aventuras con Dios.

Ahora, cada vez que voy a un pueblito del interior de mi país o algún otro lado, lo primero que hago es buscar una Iglesia, para hablar con Jesús. Luego busco una emisora de radio para hablar de Jesús.

– ¿Cómo editabas, al principio de la Editorial Anab, tus libros?


Todo era tan escaso en esos días. Los pequeños "milagros cotidianos" no se hicieron esperar. La Providencia llegó a manos llenas y pudimos avanzar.  En cierta ocasión los libros dejaron de venderse. La verdad, mis portadas no eran las mejores. Aún me veo sentado en una silla diciéndole a Dios: “Esto no funciona. Te devuelvo tu editorial”.  Al día siguiente recibí un correo electrónico que me enviaron desde Chile: “Usted no me conoce, pero he visto sus libros y el trabajo que realiza. Hace poco sentí la urgencia de ayudarlo. Era como si Dios me pidiera que le diera una mano. Soy diseñadora gráfica y trabajo diagramando y diseñando libros. Quiero rediseñar todos sus libros y no le voy a cobrar un centavo”.  “¿Es en serio?”, le pregunté.  “Oh sí… le voy a ayudar si usted me lo permite”.  Durante tres meses trabajamos en los libros y la editorial volvió a recuperarse.

Editábamos los libros sin tener recursos, imaginando nuestros bolsillos con suficiente dinero para pagar las deudas. Lo impresionante es que siempre llegó el dinero justo. Como la vez que debíamos 500 para unas portadas. Fui al Sagrario y le dije a Jesús lo que ocurría. Al día siguiente me escribió una editorial en Brasil. Deseaban traducir uno de nuestros libros al portugués. Nos enviaron 500 para pagar los Derechos de Autor. Fue increíble. O aquél joven evangélico que metió en el bolsillo de mi camisa una cantidad de dinero.  “Es mi ofrenda”, me dijo, “para que sigas adelante”.

– ¿Realizas algún tipo de estudios de mercado para colocar los textos?

Solía ir a las librerías y preguntaba: “¿Cuáles son los libros que más se venden?”  Luego de un tiempo, me di cuenta que los libros de bolsillo tenían más salida, son amigables, fáciles de leer. Y me enfoqué en ellos.

Estudiamos cómo diagramarlos, aprendimos el diseño de las portadas, el tipo y tamaño de las fuentes, los colores.  Fue un camino lleno de emociones.  No podía dejar de pensar en la gran necesidad que tiene el mundo de una voz de esperanza. Las personas necesitan que les digan que todo saldrá bien, que les muestren un camino nuevo y olvidado, por donde transitar seguros. Mi nicho de mercado es la persona que está leyendo esta entrevista, eres tú amable lector.  Escribo para todos, porque me he percatado que todos nosotros en un momento de nuestras vidas necesitamos alguien al nuestro lado, con palabras tan sencillas como: “No te preocupes. Todo pasa, esto también pasará”.

– ¿Cómo deseas que se lean tus libros?

La verdad, mis libros se leen con mucha facilidad y calan en las personas porque se reconocen en ellos. Soy un padre de cuatro hijos, y junto a mi esposa Vida pasamos las mismas dificultades que la mayoría de mis lectores. Escribir estos libros no me hace diferente.  Pero me ayuda a acercarme a los demás con un abrazo y unas palabras de ánimo.

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