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También hubo mártires de la caridad en el levantamiento de Varsovia

levantamiento de Varsovia

© Public Domain

Civiles asesinados por los alemanes durante el levantamiento de Varsovia, agosto de 1944

Gerardo Rodríguez - publicado el 05/08/14

1 de agosto de 1944: Un sacerdote y cuatro religiosas que atendían a los heridos, entre las primeras víctimas

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“El levantamiento de Varsovia fue la mayor acción militar emprendida por cualquiera de los movimientos de resistencia en el curso de la guerra. Cincuenta mil combatientes polacos equipados con armas ligeras hicieron frente a un número similar de SS y tropas auxiliares- incluida la brigada RONA de renegados rusos- armados con tanques, artillería pesada y aviones de combate. Tenía que durar cinco o seis días, pero se prolongó hasta casi diez semanas. Ninguno de los observadores experimentados, incluido Stalin, pudo entenderlo. Pero la explicación es sencilla: puro coraje” (Norman Davies, Europa en guerra 1939-1945, pag.172).

A la hora "W" el destacamento de la agrupación "Krybar" atacó la Universidad de Varsovia. En los últimos meses los alemanes fortificaron y guarnecieron toda la zona de la Universidad. Situados en los búnkeres construidos en la zona de la universidad y del palacio real a orillas del Vístula tenían una amplia visión de todo.

El fuego de las ametralladoras y las granadas trataban de paralizar todos los movimientos y las comunicaciones. Entre los residentes que corrieron en tropel a las calles y los patios había muertos y heridos. En un momento dado, al monasterio de las Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante llegó la noticia de que cierto hombre mayor cayó gravemente herido en una calle cercana y pide un sacerdote. El padre Tadeusz Burzyński, capellán de las religiosas, con sotana, sobrepelliz y una estola blanca, tomó el recipiente que contiene Oleum Infirmorum (el óleo de los enfermos) y se apresuró a salir a la calle. Cuando se inclinaba sobre el herido grave – una ráfaga de ametralladora le atravesó el pecho. El sacerdote cayó en la calle, en torno a un creciente charco de sangre.

Cerca del convento constantemente había muertos y heridos. Cinco hermanas salieron del monasterio a la calle con una camilla. Las cinco llevaban hábitos grises y se cubrían la cabeza con un velo negro- son observadas por los alemanes desde sus búnkeres. No tienen ninguna duda de que se trata de una patrulla sanitaria. A pesar de ello abren fuego con las ametralladoras. Así son víctimas de la caridad: María Teresa (Zofia Bagińska), Maria Ancilia (Wanda Chodkowska), María Dolores (Maria Deymer) y la postulante Jadwiga Frankowska. Al caer la noche se las arreglaron para traer desde la calle a la hermana Marie Janina Plana que estaba malherida. Fue la única que sobrevivió.

La hermana Stanisława Czekanowska, una ursulina, siendo testigo ocular relata el momento de la muerte del hoy siervo de Dios: "Al momento de la salida de nuestra patrulla también llamaron por un moribundo en la calle, nuestro sacerdote, que parte de las vacaciones, se desempeñó como capellán, muy celoso, el padre Tadeo Burzyński. Busqué entonces entre los heridos en las calles más cercanas. En un determinado momento vi al sacerdote Burzyński con sobrepelliz y estola tendido en la calle Gęstą, debajo de la pared de la casa nº 3".

"Poco después se escuchó un movimiento en el patio; algunas jóvenes (una patrulla de scouts) llegaron corriendo con una camilla, y cuando bajé al comedor, vi a un hombre ensangrentado, ubicado en el frente de la sala, cerca de las ventanas, y una hermana que era médica se preparaba para asistirlo con vendas y apósitos. Con dificultad reconozco en este hombre ya casi desangrado a nuestro sacerdote".

"¿Cómo pudieron encontrarlo, con un disparo en el pecho, en el patio de una casa en la calle padre Siemca 4? Probablemente alcanzado por una bala se dirigió hacia el patio a través de la puerta de atrás desde la calle Gęstą, y cayó de agotamiento. También tenía heridas en las piernas y en los brazos. Mientras lo estábamos preparando para vendarlo luchando con el sobrepelliz desgarrado y la sotana, el padre Biernacki le trajo al herido la Sagrada Comunión y lo confesó. No le pudo administrar los óleos porque no se encontró la crismera y recién nos la trajeron al día siguiente".

"Al final resultó que, el padre Burzyński fue ungido por el padre Pisarski, un salesiano, incluso antes de que nos lo trajeran. El padre Burzyński sufrió mucho. Murió totalmente consciente. Antes y después de la Comunión rezaba en voz baja, y teníamos la convicción de que él estaba preparado y maduro para gozar de la visión de Dios en la luz eterna. Murió en menos de media hora después del traslado al convento. Muchas hermanas y vecinos de nuestra casa oraron con él hasta su muerte".

Se conservó un segundo relato hablando de la muerte del padre Burzyński narrado por Franciszek Popiel. Sabemos por este relato que a las 16 horas del primero de agosto de 1944, el padre Burzyński expuso el Santísimo Sacramento en la capilla del monasterio, iniciando una adoración de tres horas. Inmediatamente después de esto se escucharon disparos cercanos y más lejanos, explosiones de granadas. Las hermanas estaban preparadas de antemano ante la posibilidad de un levantamiento y establecieron un hospital de campaña en la casa, a toda prisa comenzaron a organizarse".

"El padre Burzyński ante la noticia de un hombre herido tomó de la sacristía los santos óleos, y así como estaba, en sobrepelliz y con la estola blanca se fue junto con las hermanas de la patrulla sanitaria. Después de algún tiempo, una voz desde un patio vecino informó que el sacerdote estaba herido. La segunda patrulla sanitaria formada por unas jóvenes scouts lo trajeron en una camilla: "Lo hemos puesto sobre la mesa en la sala".

"La religiosa que también era médica examinó la herida. La bala impactó en la espalda, pasó a través de la aorta. No hay ninguna esperanza. El sacerdote Biernacki lo asistió y le llevó la comunión. El padre Tadeo oraba constantemente: – Jesús te amo, Jesús te adoro. En un determinado momento, se dio cuenta de que aún no podía irse completamente tranquilo. Él dijo: "Todavía tenía que celebrar la misa de ocho. No voy a ser capaz de hacerlo. Que otro sacerdote celebre". El sacerdote no le pudo administrar la última unción porque no puedo encontrar los santos óleos. Más tarde lo encontraron en el patio, en el que cayó el padre Tadeo. La bala que le dispararon, impactó en recipiente, dejando en él un rastro de sangre".

El padre Tadeo Burzyński nació el 8 de octubre de 1914 en el pueblo de Chruślin distrito de Łowicz. El 21 de agosto de 1938 fue ordenado sacerdote en Łodz por el obispo Włodzimierz Jasiński e inmediatamente después de las vacaciones se lo envió a seguir estudiando teología en la Universidad de Varsovia. Cuando cayó cumpliendo con su deber sacerdotal tenía 29 años y todavía no había llegado al año de su ordenación.

Concluyo con Norman Davies “Tras tomar la mayor parte de la ciudad, el Ejército del Interior polaco esperaba recibir ayuda tanto de los aliados occidentales como del Ejército Rojo. Y recibió muy poca. Los soviéticos no permitieron que la RAF aterrizara en el territorio que ocupaban. Y el Ejército Rojo, aunque tenía Varsovia a la vista, no reaccionó. Una división de soldados polacos de uno de los ejércitos comunistas cruzó el río, pero fue destruida".

"En conjunto, murieron unos veinte mil soldados por cada bando. La población civil sufrió la peor parte de la tragedia. Las SS masacraron a unos cincuenta mil ciudadanos, al menos cien mil murieron a consecuencia de los bombardeos alemanes, medio millón fueron enviados a los campos de concentración o empleados como mano de obra esclava. Tras la evacuación, la ciudad, vacía y en ruinas, fue arrasada por completo en cumplimiento de una orden personal de Hitler. Las bajas- humanas y de material- fueron sesenta veces superiores a las que sufrió Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Fue como si la catástrofe de las Torres Gemelas se produjera cada día durante dos meses” (op. cit., pags.172-173).

En términos militares, el Levantamiento de Varsovia constituyó un ejemplo de manual de guerrilla urbana. Un ejército aficionado, con elevada motivación, mantiene a raya a un ejército profesional durante semanas, resistiendo los ataques de tanques, cañones pesados y bombarderos en picado. En términos políticos, muchos lo consideran una cínica traición de los aliados occidentales, que, por no importunar a Stalin, no intervinieron a favor de sus aliados polacos. La confusión, la falta de preparativos y una información defectuosa proporcionan una explicación alternativa.

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