Cardenal Ravasi: Su forma de comunicar adopta espontáneamente algunos registros decisivos para el encuentro con las mentes y los corazones
Una corona de flores que flota sobre las aguas que se tragan a millares de migrantes en Lampedusa, un báculo de madera tallado de la misma barcaza que en otros tiempos sirvió de transporte a los emigrantes, un cordero sobre los hombros, un tímido brazo saludando al mundo, el abrazo a un hombre desfigurado por la enfermedad, un olivo sembrado en los jardines vaticanos entre cuatro líderes, un olivo virtual ‘sembrado’ en el océano de la web que suma a casi 15 millones de followers. Son algunos de los gestos que forman parte de los muchos en la historia del pontificado del Papa Francisco y que, más que exégesis o sesudos estudios, merecen leerse con código de familiaridad.
En su artículo mensual para Vida Nueva, el cardenal Gianfranco Ravasi, titular del Consejo Pontificio para la Cultura, revisa lo que desde aquella tarde-noche romana del 13 de marzo del 2013 ha salido de la voz y de las manos del Santo Padre.
El cardenal Ravasi traza suavemente algunas líneas sobre el Papa Francisco que pasan desapercibidas a la primera lectura: ‘viene del fin del mundo’, ‘latinoamericano’, ‘el italiano es una lengua marginal’; condiciones que, bajo la lógica del mercado y la comunicación global harían difícil la transmisión de mensajes e ideas desde el punto en que se encuentra el Pontífice.
Quizá también temas como ‘lo católico, lo religioso’ podrían quedar marginados en la ruta de la comunicación globalizada y, sin embargo, el lenguaje del Papa, “ese acontecimiento personal”, tiene el potencial de marcar la historia.
El cardenal asegura a propósito del estilo de Bergoglio: “La Iglesia europea y la propia Roma necesitaban la sacudida de esta presencia familiar, inesperada y sorprendente… Su forma de comunicar adopta espontáneamente algunos registros decisivos para el encuentro con las mentes y los corazones”.
Francisco se ha tornado en el personaje modélico para los ‘creadores’ o expertos en imagen pública, pero ¿pueden o deben otros líderes o ministros hacer como el Papa o igual que él? Es evidente que no. Y no sería recomendable, pues lo que brota de Francisco es compacto y auténtico: cuerpo, alma, mente, labios y manos. Aquellos que lo intentan son descubiertos de inmediato por las audiencias quienes saben muy bien distinguir la “pasión sospechosa y el énfasis artificial”.
Por Felipe de J. Monroy, director Vida Nueva México
Artículo originalmente publicado por Desde la Fe