Poco antes de su beatificación, una familia atribuye a su intercesión el milagro que permitió a su hija salir de un coma sin ninguna explicación médica
Don Álvaro del Portillo, sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei, será beatificado el 27 de septiembre gracias a un milagro atribuido a su intercesión: la recuperación instantánea de un niño chileno, José Ignacio Ureta Wilson, que a los pocos días de nacer sufrió un paro cardiaco de más de media hora. Ahora se ha conocido una nueva curación atribuida a las oraciones de Don Álvaro, la de una niña de Oviedo que logró salir de un coma sin ninguna explicación médica.
El diario asturiano El Comercio ha dado a conocer el caso de una niña asturiana recién nacida cuya curación es atribuida por la familia a la intercesión de don Álvaro del Portillo. La niña, llamada Lucía, tenía tan solo un mes y medio y tuvo que ser ingresada en un hospital de Santiago debido a que había sufrido una convulsión.
Aunque los médicos en principio no encontraron nada raro, decidieron mantenerla en observación toda la noche del 6 de julio, hace ahora ya nueve años. Durante el tiempo que estuvo ingresada la pequeña sufrió ocho convulsiones más, una cada hora y media, aunque de todas lograba volver en sí de forma natural.
En la última de ellas, ya día 7 por la mañana, eso no fue así. No lograba recuperarse de la misma forma que las otras veces y tuvieron que llevarla a la UCI. «Los médicos nos informaron de que no sabían qué le pasaba pero que no lograban sacarla de ese estatus convulsivo», recuerda Nuria Rodríguez, su madre.
La segunda vez que los médicos informaron esa noche a la familia fue para comunicarles que no lograban que la niña volviera y que la única forma de que no muriera era induciéndole un coma barbitúrico. «El doctor nos dijo que era como si su cerebro estuviera en llamas y no pudiesen apagarlas», cuenta la madre de la pequeña.
Además, también les dijo que «ahora sí que necesitamos un milagro». A pesar de todos los esfuerzos del personal del hospital, les recomendaron que pasasen a despedirse, pues lo más probable era que Lucía no llegase a salir de ese coma.
«En esos momentos no puedes evitar que se te venga el mundo encima», recurres a todo lo que se te pasa por la mente para buscar una solución y Nuria en lo que pensó fue en rezar. «No soy del Opus Dei pero siempre he sido creyente», dice. Les rezó a todos los santos que conocía y a todas las estampas que encontró por el hospital. Una de ellas, la de Álvaro del Portillo, la metió en su cartera junto a la foto de su hija.
Tras otra larga noche, el día 8 los médicos intentaron sacar a la pequeña del coma. La niña no sólo sobrevivió, sino que fueron quitándole la medicación poco a poco y, al final, despertó.
A día de hoy no se sabe qué tuvo Lucía y cómo consiguió sobrevivir, pero Nuria no puede evitar pensar que Álvaro del Portillo tuvo algo que ver: «Le recé a mucha gente pero como puse su estampita junto a la foto de mi hija siempre pensé que se había salvado por intercesión suya. Desde entonces aún llevo su estampa en la cartera».
Artículo originalmente publicado por Alfa y Omega