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Sin duda, la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio hoy está entre las más incomprensibles en nuestros ambientes secularizados […]. Por otra parte, quisiera subrayar que recientes investigaciones llevadas a cabo entre nuestros jóvenes confirman la fascinación del ideal de fidelidad entre un hombre y una mujer, fundado en el orden de la Creación. Aunque afirman “creer” en el divorcio, la mayor parte de ellos aspira a una relación fiel y constante, correspondiente a su naturaleza espiritual y moral.
Por otro lado, no debemos olvidar que el matrimonio indisoluble posee un valor antropológico de grandeza primordial: sustrae a la persona del arbitrio y de la tiranía de los sentimientos y de los estados de ánimo; les ayuda a afrontar las dificultades personales y a superar las experiencias dolorosas; sobre todo protege a los hijos. Por ello afirmamos que el amor es algo más que un sentimiento o un instinto. En su esencia, es dedicación y compromiso. En el amor conyugal, dos personas se dicen una a otra, de modo consciente y voluntario: eres tan importante para mi, eres tan único/a para mí, que quiero estar solo contigo y para siempre.
Cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, en «La speranza della famiglia» (Edizioni Ares)
Artículo publicado originalmente en Il Timone