Cercano a la gente, hombre de oración y de anuncio, testimonio del Resucitado, pastor
Hombre de oración, de anuncio, de testimonio. Pero sobre todo «pastor con olor a oveja, es decir, cercano a la gente». Es esta la figura del obispo que surge de la enseñanza del Papa Francisco, quien no tiene «la pretensión de decir cosas nuevas» sino que tiene «el don de arrojar luz con mayor fuerza sobre los aspectos irrenunciables» que constituyen el corazón de la misión episcopal.
Lo explica el prefecto de la Congregación para los obispos, el cardenal Marc Ouellet, en una entrevista al diario vaticano L’Osservatore Romano.
¿Es posible trazar un perfil del obispo según las indicaciones del Papa Francisco?
Creo que sí. A los representantes pontificios convocados en Roma el año pasado, el Pontífice les dijo que no tiene la pretensión de decir cosas nuevas. Pero tiene el don de arrojar luz con mayor fuerza sobre los aspectos irrenunciables que, en nuestro caso, constituyen la identidad del obispo.
Al mantener un encuentro con la Congregación para los obispos, en el pasado febrero, especificó algunos rasgos de la figura de los obispos como testigos del Resucitado: kerigmáticos, orantes y pastores.
Con frecuencia el Papa Francisco recurre a imágenes que impactan y transmiten con inmediatez su pensamiento.
¿Cuáles en particular?
Por ejemplo, dijo que el obispo debe ser un pastor con olor a oveja, es decir, cercano a la gente. Este es el primer criterio indicado por el Papa para la elección de los candidatos al episcopado.
Además, que no tenga una psicología de «príncipe», sino que sea padre y hermano, manso, misericordioso y, sobre todo, paciente.
Otro rasgo característico es que el obispo viva como esposo de una Iglesia, sin estar en constante búsqueda de otra, de modo que se entregue sin cálculos humanos por el pueblo que se le ha confiado.