La Conferencia Episcopal Panameña (CEP) ha emitido un comunicado al término de la Asamblea Plenaria Ordinaria número 200. Se trata de –dijeron los obispos—de un mensaje orientador para la vivencia y el compromiso cristiano del pueblo panameño “ante los desafíos que enfrentamos como Iglesia y como nación”.
Preocupados por la familia
Los obispos de la CEP han sido muy insistentes en su preocupación por la situación que guarda la familia panameña y, en general, por la familia en América Latina. En ese sentido recordaron que su país será la sede del Primer Congreso Latinoamericano de Pastoral Familiar. Con el título "Familia y Desarrollo Social para la Vida Plena y la Comunión", el importante Congreso tendrá lugar del 4 al 9 de agosto de 2014.
Resulta un Congreso preparatorio para el que se celebrará, entre el 5 y el 19 de octubre de 2014, en la Ciudad del Vaticano, en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, convocada por el Papa Francisco bajo el lema "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización".
“El Documento de Aparecida nos pide asumir la preocupación por la familia como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia. Para esto es importante que en toda diócesis exista una pastoral familiar ‘intensa y vigorosa’, para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias sean reconocidos y respetados”, dicen los obispos panameños en su comunicado.
¿Cuál es el Panamá que quieren los obispos?
En la parte medular del comunicado, los prelados se situaron frente a la realidad “que nos conmueve y nos interpela”, para “poner en común las respuestas y preocupaciones que hemos dado, en diversos momentos y ámbitos de la vida social”.
En principio, dijeron en su comunicado, a los obispos de ese país centroamericano les “resulta esperanzador que en las pasadas elecciones generales los panameños demostramos una gran madurez política y civismo, lo que es un patrimonio precioso que debemos valorar y agradecer como país”.
Con este actuar quedó confirmado cómo la inmensa mayoría del pueblo de Panamá “anhela vivir en una sociedad en la que impere una convivencia fraterna basada en el respeto y aprecio mutuo, el efectivo reconocimiento del pluralismo político ideológico, cultural, étnico y religioso, superando el clima de tensión y confrontación permanente que reduce las posibilidades de enfrentar adecuadamente los grandes desafíos de la nación”.
En cuanto a los problemas crónicos de Panamá, los purpurados de ese país apuntaron en su mensaje la desigualdad y la urgencia de la inclusión de toda la población, especialmente campesinos, indígenas y afro descendientes, en los procesos del desarrollo nacional.
También advirtieron sobre el tema de la inseguridad ciudadana “que ha llegado incluso a nuestros templos; el incremento de la violencia intrafamiliar y el feminicidio; la debilidad de las instituciones cuyo fortalecimiento es necesario para el buen funcionamiento del Estado; la desprotección de los recursos naturales como los bosques y el agua, elemento primordial para la vida; la inseguridad alimentaria que afecta la sobrevivencia y desarrollo de la población; la falta de una política energética sostenible y la precaria calidad de los servicios de educación, salud y transporte; el narco negocio y sus secuelas”.
Llamado urgente
En su comunicado, los obispos panameños hicieron urgente, tanto al gobierno nacional como a los dirigentes políticos, gremiales y sociedad civil organizada a dar los pasos necesarios para recuperar la confianza en las instituciones y consolidar el Estado de Derecho.
“Eso propiciará una cultura de la ética y de la legalidad, y generará políticas públicas a favor de una mayor equidad, basadas en un desarrollo más humano y solidario en el que la persona humana esté por encima del interés económico”.
Más adelante, animaron a los ciudadanos y ciudadanas a ser positivos y propositivos. “No podemos lamentarnos del mal sin actuar contra él. Es necesaria la búsqueda personal y sincera del bien, reafirmar nuestros valores, elevar la cultura ciudadana, adecentar la política, enrumbar el Estado al servicio del bien común, enfocado en la persona humana y sensible a los más necesitados”.
Los obispos agrupados en la CEP terminaron diciendo que los ciudadanos esperan de sus gobernantes respeto a la dignidad humana; voluntad recta; transparencia y honradez; democracia participativa; justicia equitativa y oportuna. Y más allá de la justicia, aspiramos a que nuestro comportamiento responda a la solidaridad y al amor. Así podremos todos mirar el pasado con agradecimiento, el presente con valor y el futuro con esperanza”.
Hoy celebramos a...