Hoy, más que educar la fe, tenemos que suscitarla, y se “propone” una catequesis de opción más que de imposición
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El padre José Luis Quijano es el rector del Instituto Superior de Catequesis Argentina, la institución oficial de la Iglesia argentina que se ocupa de la formación del catequista. También es responsable de un seminario virtual de formación catequística que es un gran suceso a nivel internacional.
Invitado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, ha participado recientemente en el Vaticano del seminario de expertos organizado para profundizar la situación de la catequesis en Europa, Estados Unidos y América latina. Actualmente trabaja en su Seminario Nacional de Catequesis (SENAC), aprobado por la Conferencia Episcopal Argentina, que será en Buenos Aires con la presencia de catequistas de Argentina y América Latina.
Padre Quijano, ¿podríamos decir -a modo de presentación- que es un experto en la transmisión de la fe y sobre todo en la evangelización a través de Internet?
Cierto, pero la transmisión de la fe es siempre la misma. Transmitir la fe es provocar el encuentro con Cristo, y es siempre Dios el que produce ese encuentro.
El que hace la catequesis es Dios, aunque sea con una computadora de por medio. Uno puede usar herramientas humanas (la enseñanza, la PC, el saber) pero lo que provoca en el otro el encuentro con Cristo es siempre obra de Dios. La virtualidad no es el vínculo, sólo sirve para eliminar la variable de la distancia y favorecer la proximidad.
El “ISCA” ha sabido asumir la novedad de la tecnología…
Sí, y la ha convertido en un instrumento eficaz para la formación de catequistas, porque en la comunidad virtual también es posible la evangelización.
El espacio virtual se extiende a lo largo y a lo ancho de una distancia inabarcable pero, paradójicamente, en ese espacio de inusitada grandeza se hace cercano lo distante. Como en la inmensidad del mar, que parece estar hecho para las distancias y las despedidas y, sin embargo, provoca reencuentros y regresos. Del mismo modo el espacio virtual genera cercanía y comunión.
Es una imagen del Evangelio, esta del mar…
El mar orilla la costa y le habla secretamente. Es el lugar del llamado. En la costa del mar de Galilea estaban Simón y su hermano Andrés y Santiago y su hermano Juan, cuando Jesús los llamó convocándolos a ser pescadores de hombres.
En la orilla del corazón, donde Dios habla, allí se produce la cercanía más íntima. Este diálogo de interioridades se hace posible también en la comunidad cristiana virtual.
A pesar de la inmensidad del espacio, el discípulo puede escuchar a su Maestro y puede pronunciar la opción de seguirlo. La fuerza de la comunión supera todas las distancias físicas.
No sólo en materia de tecnología debe haberse actualizado la catequesis en los últimos años… ¿qué otros cambios se produjeron?
La catequesis tradicional asumía la misión de hacer crecer una fe inicial, con la cual se suponía que las personas llegaban. Se suponía que alguien había realizado ya el primer anuncio: la familia, la escuela, otras instituciones…
Actualmente, esos núcleos llamados a engendrar la fe están debilitados en esa capacidad y en las personas que llegan a las comunidades cristianas a solicitar un sacramento con significación social muy probablemente, todavía no se ha suscitado la fe.
Hoy, más que educar la fe, tenemos que suscitarla porque muchos creen que la fe no es necesaria para vivir bien. Se puede hablar entonces de un giro en la transmisión de la fe, se ha debido sustituir la transmisión de la fe a través de la mera repetición, la herencia o el hábito, por la transmisión de la fe a través de la propuesta, que deja lugar al descubrimiento y al asombro.
A partir de la carta de los obispos franceses de 1996, Proponer la fe, y de los aportes de otros episcopados y equipos de catequistas europeos, esta expresión se hizo habitual en la reflexión catequética y el Documento de Aparecida se alineó en ese sentido.
Hoy se “propone” una catequesis de opción y no de imposición. Si la propuesta del Evangelio llega al corazón, la persona está en condiciones de dar su respuesta de fe y es una fe por la que se opta con fuerza, con entrega, con pasión, con ternura, con creatividad… según el estilo de cada persona.
¿Qué se hace desde el ISCA?
“Pensar la catequesis” como decía su fundador, el Padre Frans De Vos. Yo creo que la catequesis anda mal porque nadie la piensa.
La centralidad puesta no tanto en el contenido doctrinal sino más bien, en el encuentro con la persona de Cristo permite vislumbrar afortunadamente algunos cambios en el modo tradicional de pensar la catequesis. La catequesis es una enseñanza pero también es un arte y no lo digo yo, lo dice el “Directorio General de la Catequesis”…
¿Qué catequesis piensa el ISCA?
Nosotros pensamos una catequesis capaz de ayudar a construir la identidad cristiana en un mundo plural, no como mera construcción de conocimientos sino, además, como un modelo de diálogo y búsqueda, inspirada en la pedagogía de iniciación.
Las fronteras entre la Iglesia y los no creyentes son cada vez más móviles y este hecho exige disponibilidad para el diálogo. El proceso de la catequesis es siempre un proceso de acogida y de aceptación de la diversidad cultural y social, y también “del sentir y vivir diversamente la búsqueda de la fe”.
¿Por eso se propone una catequesis del “insieme” (del italiano “junto a”)?
Muchas veces en nuestras prácticas pastorales nos referimos a ellos y a nosotros, a la gente y a nosotros, a los que vienen y a los que no vienen, a los convertidos y a los que necesitan conversión, olvidando que estos “opuestos” conviven en la misma persona en épocas diferentes de su vida, o dicho de otra manera, en las distintas “edades de su fe”. Es necesaria una catequesis del “insieme”.
¿Cómo ve a la catequesis en el futuro?
Entre los dones que trae el futuro eclesial, hay que imaginar la alegre existencia de distintos modos de ser Iglesia y advertir la necesidad de dialogar.
En cuanto a la catequesis que viene, imagino que por la misma desestructuración institucional y cultural, la catequesis va a ser más ocasional. Tendrá que ser más personalizada y diversificar los itinerarios porque hoy hasta el fenómeno de la multiculturalidad se reconoce también en los contextos rurales.
La diversidad plantea una exigencia de atención a muchas singularidades y representa un verdadero desafío, pero la catequesis del futuro debe vencer la trampa de una supuesta homogeneidad.
¿Qué característica debería definir a la catequesis de América Latina?
La catequesis latinoamericana debe ser liberadora: el encuentro con Cristo que genera la catequesis te mejora la vida. La catequesis debe poder mostrar que el Evangelio es una promesa de vida buena, vida en Cristo: “vida feliz, vida digna y plena”, como surge del Documento de Aparecida.
Artículo originalmente publicado por ISCA