Las intervenciones de guerra y militares no resuelven nada, declara el arzobispo caldeo de Mosul
Este miércoles 18 de junio el mundo celebra un día de oración y ayuno por el restablecimiento de la seguridad y la estabilidad en el país, una iniciativa del patriarcado de Babilonia de los Caldeos.
“La oración y el ayuno pueden cambiar los corazones de las personas y animarles al diálogo y al respeto mutuo, con la bendición de Dios”, destaca el comunicado difundido para promover la iniciativa.
Parte de la población huida de Mosul -ante la entrada en la ciudad de la milicia del Estado Islámico de Iraq y el Levante- se han refugiado en pueblos de la llanura de Nínive. Pero allí la situación empeora día a día.
“Desde hace dos días no hay agua ni electricidad. Comienza a escasear el combustible. Y anoche una parte de Mosul fue bombardeada, causando un nuevo éxodo de población civil”, explica a Fides el arzobispo caldeo de Mosul Amel Shamon Nona.
“Aquí en el pueblo de Tilkif” explica monseñor Nona “rezaremos con los niños y las familias, pidiendo al Sagrado Corazón de Jesús que custodie la paz en nuestros corazones, y que preserve a todos nuestros ciudadanos de la violencia y la guerra”.
En cuanto a las especulaciones sobre una posible intervención militar de potencias extranjeras en la difícil situación que experimenta Iraq, el arzobispo caldeo de Mosul, recuerda que “aquí en Iraq ya hemos visto muchas veces que las intervenciones de guerra y militares no resuelven nada y los problemas más tarde o más tarde, vuelven a salir de formas aún más devastadoras”.
“Se debe encontrar un lenguaje común –declara-, los instrumentos del diálogo de forma que se pueda involucrar a todos los iraquíes”.
Ante la escalada de violencia que está sacudiendo el país, el Vaticano ha expresado su disposición al arzobispo caldeo de Mosul para ayudar a los cristianos y musulmanes que se han refugiado en iglesias y escuelas católicas para protegerse de los yihaidistas.
En 2003, la comunidad cristiana de Mosul tenía unos 35.000 fieles. En los once años siguientes al comienzo de la guerra, el número cayó trágicamente a alrededor de 3.000. “Ahora es probable que no haya quedado nadie”, declaró recientemente el arzobispo caldeo Monseñor Amel Shimon Nona a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
“Seguimos orando para que nuestro país pueda finalmente encontrar la paz”, añadió, “los cristianos iraquíes estamos firmes en nuestra fe y debemos mantener la esperanza, incluso en la persecución, es un gran desafío”.