Steilpass: Juego limpio para todos
Con motivo del Mundial de Fútbol 2014, la Iglesia católica alemana ha presentado en Río de Janeiro y en Brasilia la campaña “Steilpass” (pase largo), en colaboración con la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil y la Conferencia de Religiosos del Brasil, para promover “juego limpio para todos”, esto es, una sociedad más justa y equitativa. El 12 de junio, inicio del Mundial, se pretende entregar al gobierno brasileño estas diez peticiones:
1. Crear trabajo digno para todos.
2. Posibilitar el acceso a la formación integral.
3. Garantizar el control democrático de la justicia.
4. Realizar reformas rurales y agrarias justas.
5. Introducir un control democrático de los medios de comunicación.
6. Promover a la juventud y protegerla de la violencia.
7. Conservar la pluralidad cultural de los pueblos.
8. Combatir la corrupción y velar por la transparencia.
9. Apoyar el compromiso de la sociedad civil.
10. Garantizar una atención sanitaria para todos.
Christian Frevel, coordinador de la Campaña ha explicado que “las quejas contra la corrupción, los abusos de poder, la falta de participación pública, el transporte, así como un sistema de prevención, salud y educación accesibles a todos, refuerzan esta idea”. Es decir, que Steilpass es una propuesta que se sitúa en coherencia con el malestar social que se viene expresando en las protestas de no pocos brasileños.
Se trata por tanto de una iniciativa en positivo de cara al mundial, recogiendo el lenguaje y los valores del deporte, pero al mismo tiempo acogiendo con seriedad las justas reivindicaciones sociales de una población, la brasileña, con tantas diferencias, con tantas heridas abiertas, con tantas discriminaciones, y con tanta pobreza, que no puede callar ante la imagen artificial que podría mostrarse cuando este verano el evento deportivo más importante del año lleve el nombre de Brasil a todos los rincones del mundo.
En la cultura dominante que nos asfixia, el futbol, más como inmenso negocio que como fenómeno deportivo, tiene todas ventanas abiertas, pero en cambio, los empobrecidos quedan siempre silenciados, forman parte de ese “descarte” que continuamente denuncia el Papa Francisco.