Cómo Dios no se olvida de sus hijos: “Tendrás que venir tú a mi casa”
Juan Araujo Pino, el “Pato” Araujo fue uno de los mejores delanteros de la liga española en los años cuarenta y cincuenta. Terror de defensas y porteros que cimentaba su fortaleza en la tremenda fe que ponía en todo lo que hacía.
Fue uno de los héroes de la temporada 45/46 en el equipo del Sevilla FC, campeón de liga durante esta temporada. Su fe lo podía todo, hasta que un suceso convulsionó su vida: una dura enfermedad de su hijo que le llevó a agarrarse a la fe, llorando a diario en la imagen del Gran Poder, en Sevilla y que finalmente le llevó a la rabia y a reprochar a Dios su destino:
“Que sepas que ya no vengo más a verte porque no has querido salvar a mi hijo. Así que si quieres verme, vas a tener que ir tú a mi casa”, dijo el Pato Araujo.
El Pato Araujo cumplió su promesa y no fue a visitarlo, pero Dios, el Señor del Gran Poder le escuchó y se presentó en su casa en el año 1965.
Aquel año las imágenes de la Semana Santa Sevillana rindieron visita a otras parroquias más alejadas y donde no había devociones tan fuertes. Cuentan que en el Sanatorio de la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios a la procesión le sorprendió un tremendo aguacero. No encontraron otra solución que entrar en la puerta de un garaje.
Quiso la providencia que esa puerta era la de la casa de Araujo:
– “¿Quién es?
– … “Jesús del Gran Poder”
– Venimos con el Gran Poder, abra, por favor, para que no se moje el Señor.
Al abrir la puerta Juan Araujo quedó impresionado y volvió a recordar esas palabras: “…tendrás que venir Tú a buscarme…, …tendrás que venir Tú a buscarme…” . El Señor del Gran Poder sevillano fue al encuentro con este futbolista de Sevilla. Se agrandaba así la leyenda de este futbolista, del Cristo del Gran Poder y de la Semana Santa Sevillana.
Escuche su historia en la sección “Las fabulas del futbol” de la Cadena COPE