«Creo mucho en la palabra.» Así define Carlos Fuentes su principal vocación en la vida. Se refiere, por supuesto, a la palabra en minúsculas, al acto propio de la comunicación, que es el centro de su larga trayectoria mediática, sobre todo en televisión. Pero también apunta a otra palabra que viene de más lejos, a la Palabra en mayúsculas, a Jesús de Nazaret, a quien ya hace muchos años decidió entregar toda su vida como fraile franciscano.
En la conjunción de estas dos coordenadas cobran sentido el cúmulo de proyectos que Fuentes lleva a cabo desde hace muchos años con el objetivo de estar al servicio de los más necesitados.
«Todos mis proyectos quieren ser espacios de acogida y libertad donde las personas puedan descubrir la felicidad», afirma convencido. La suya es una misión en las periferias, en la frontera de la fe, donde quizás hoy más que nunca se necesitan signos de esperanza.
En esta misma línea se enmarca la nueva etapa que Carlos Fuentes inauguró el pasado 4 de mayo. Ese día recibió en Sabadell, de manos del obispo Josep Àngel Saiz, la ordenación sacerdotal.
Tras más de 25 años como diácono y un largo período de discernimiento, el franciscano más mediático de España ha decidido dar un paso más en su seguimiento de Jesús.
«En los últimos años y de diversas maneras he sentido que el Señor me pedía un poco más de atención hacia la gente más necesitada —confiesa—. El presbiterado es una respuesta a esta llamada: un nuevo camino que se abre al servicio de las personas más humildes».
La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de San Francisco de Asís de Sabadell, a la que este fraile ha estado vinculado desde su más tierna infancia. Fue una celebración sencilla, sin estridencias, rodeado de su familia y de la gente del barrio.
El mismo fraile había pedido a sus amigos más famosos, Miguel Bosé y Alejandro Sanz, que no asistieran a la ordenación para preservar la intimidad del acto.
La liturgia de la televisión
Como sacerdote y pastor de una comunidad, Carlos Fuentes va a contar con la valiosa experiencia de más de dos décadas haciendo televisión, donde no deja de haber también una cierta «liturgia».
Ha pasado por TVE, Antena 3, Tele 5, Canal Català e Intereconomía. Actualmente presenta y dirige en Televisió de Badalona el programa Catalunya opina, un espacio diario de debate político y participación ciudadana.
A pesar de que ha tenido muchas novias y de que incluso ha llegado a aparecer en alguno de los peores reality shows de España, como Gran Hermano, el nuevo sacerdote asegura que su presencia en estos programas siempre ha tenido una misión muy clara que responde también a su vocación franciscana: «Señor, haz de mí un instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión.»
«Cuando vi que los programas iban perdiendo el norte y que yo no podía desempeñar mi misión decidí dejarlos —afirma—. En la televisión siempre he sido un fraile franciscano. Ésa es la primera opción y la que marca mi vida. Por eso no he querido nunca que nadie juegue con mi opción religiosa».
Está convencido de que la televisión es un medio poderosísimo que puede hacer mucho bien: «A través de la televisión puedo llegar a la gente que no cree, que no han descubierto todavía a Jesús. Quiero ser instrumento de paz, pero en lucha. En lucha por los derechos de las personas, que tan a menudo hoy son conculcados por los poderosos y los políticos. Hacia aquí encamina Dios mi vida. Ésta es mi misión.»
«Tenemos el gran regalo del Evangelio y hay que anunciarlo —acaba diciendo—. Tenemos que salir de los templos y convertirnos en una Iglesia viva».
Fragmento de un artículo publicado originalmente por Catalunya Cristiana
Hoy celebramos a...