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​Las Bienaventuranzas según el papa Francisco

A down’s syndrome boy caresses Pope Francis – es

© TIZIANA FABI / AFP

AFP PHOTO / TIZIANA FABI

Radio Vaticano - publicado el 09/06/14

En su homilía, propone dos programas prácticos para una vida cristiana santa: las Bienaventuranzas y Mateo 25

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Las Bienaventuranzas son el programa de vida del cristiano, afirmó el Papa Francisco en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano.

El Pontífice centró su homilía en las Bienaventuranzas, destacando, al día siguiente de un histórico encuentro de paz en el Vaticano, que es necesario tener el coraje de la mansedumbre para derrotar al odio.

Las Bienaventuranzas son el “programa”, la “tarjeta de identidad del cristiano”.

El papa Francisco ofreció, en su homilía, una intensa meditación sobre las Bienaventuranzas, de las que habla el Evangelio de hoy.

A contracorriente

“Si alguno de vosotros hace la pregunta: ‘¿Qué hay que hacer para convertirse en un buen cristiano?’”, aquí encontramos la respuesta de Jesús que nos indica cosas “tan contracorriente” respecto a lo que habitualmente “se hace en el mundo”, explicó.

El Papa fue desgranando ese programa: Bienaventurados los pobres en el espíritu: “Las riquezas no te aseguran nada -advirtió-. Es más, cuando el corazón es rico, está tan satisfecho de sí mismo, que no deja lugar para la Palabra de Dios”.

Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados:

“Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo bello de la vida. Pero ignora, mira hacia otro lado, cuando aparecen problemas de enfermedad, de dolor en la familia”.

“El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las situaciones dolorosas, taparlas –constató-. Sólo la persona que ve las cosas como son, y llora en su corazón, es feliz y será consolada. El consuelo de Jesús, no el del mundo”.

“Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el principio es un mundo de guerras, un mundo donde se pelea en todas partes, donde en cualquier lugar se da el odio –continuó Francisco-. Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, sino paz y mansedumbre”.

Si yo soy “manso en la vida”, prosiguió, “pensarán que soy tonto”. Que piensen lo que quieran, dijo el Papa, “pero tú sé manso, porque con esa mansedumbre recibirás de herencia la Tierra”.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: bienaventurados “los que luchan por la justicia, para que haya justicia en el mundo”, proclamó.

“Es muy fácil entrar en las garras de la corrupción”, advirtió, en esa “política cotidiana del do ut des. Todo es un negocio”.

Y “¡cuántas injusticias! ¡cuánta gente que sufre por estas injusticias!”. Jesús dice: “bienaventurados los que luchan contra estas injusticias”.

Bienaventurados los misericordiosos porque ellos encontrarán misericordia. Los misericordiosos, explicó el Papa, “los que perdonan, los que entienden los errores de los demás”.

Jesús, destacó, no dice “bienaventurados los que se vengan, los que recurren a la venganza”.

“Bienaventurados los que perdonan, los misericordiosos. ¡Porque nosotros somos un ejército de perdonados! –exclamó-. Todos nosotros hemos sido perdonados. Y por esto es bienaventurado el que va por el camino del perdón”.

Bienaventurados los puros de corazón, que tienen un corazón sencillo, puro, sin porquería, un corazón que sabe amar con esa pureza tan bella.

Bienaventurados los que trabajan por la paz. “Pero, lo común para nosotros es ser agentes de la guerra o trabajadores de malentendidos –lamentó-. Cuando escucho una cosa y voy a otro y la digo haciendo una segunda edición un poco más elaborada y la cuento… El mundo de la maledicencia. Esta gente que murmura, no hace la paz, son enemigos de la paz. No son bienaventurados”.

Bienaventurados los perseguidos por la justicia: Cuánta gente “es perseguida simplemente por haber peleado en pro de la justicia”, recordó.

Muy sencillo pero muy difícil

Esto de las Bienaventuranzas, retomó el Papa, “es el programa de vida que nos propone Jesús”, “muy sencillo, pero muy difícil”.

Y, prosiguió: “Si nosotros queremos algo más, Jesús nos da también otras indicaciones”, el “protocolo sobre el que seremos juzgados”, en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo:

“Estuve hambriento y me diste de comer, tenía sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste, estuve en la cárcel y viniste a verme”.

Con estas dos cosas, Bienaventuranzas y Mateo 25, “se puede vivir la vida cristiana a nivel de santidad”:

“Pocas palabras, sencillas palabras, pero prácticas para todos, porque el cristianismo es una religión práctica: no es para pensarla, es para practicarla, para hacerla”, explicó.

“Hoy, si tenéis un poco de tiempo en casa, tomad el Evangelio –invitó-, el Evangelio de Mateo, capítulo 5º, al principio encontramos estas Bienaventuranzas; en el capítulo 25 están las otras”.

“Os hará bien leerlo una vez, dos veces, tres veces. Pero leer esto, que es el programa de santidad –concluyó-. Que el Señor nos dé la gracia de entender su mensaje”.

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