El sacerdote de origen ugandés fue recientemente secuestrado en el Estado de Guerrero
En principio, parecería que nada tiene que ver la violencia que se vive en un país centroafricano como Uganda y un país norteamericano como México. Pero si se trata del Estado de Guerrero, en el occidente del país azteca, y más aún en la región de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, donde el crimen organizado tiene sentados sus reales desde hace tiempo, las semejanzas son más que las diferencias.
Desde el 30 de abril en el silencio
El sacerdote John Ssenyondo, de origen ugandés, fue “levantado” (eufemismo que usan las autoridades y los medios mexicanos para no decir que fue “secuestrado”) hace poco más un mes en Chilapa por un grupo de hombres armados; hasta ahora las autoridades de la entidad o las federales, ni han avanzado en el caso ni han informado siquiera si hay alguna pista de este sacerdote y misionero comboniano que llegó a la diócesis de Chilpancingo-Chilapa con Dios y desapareció con los criminales.
El miércoles 30 de abril, el padre John ofició una Misa de matrimonio en Nejapa, en la comunidad indígena (mixteca) de Santa Cruz, ambos poblados en el municipio de Chilapa de Álvarez, Guerrero. Al terminar la ceremonia se sabe nada más que fue interceptado por un grupo de hombres armados. Desde entonces y hasta ahora mismo no se ha vuelto a tener noticia de su paradero.
Misionero comboniano, el padre John Ssenyondo nació el 25 de diciembre de 1985 en el distrito de Masaka, perteneciente a la república de Uganda, en África. El 3 de agosto de 1991, a la edad de 33 años, se ordenó sacerdote como parte de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ). En 2008 llegó a la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, para evangelizar en las comunidades mixtecas. Trabajó un tiempo en la parroquia de Tlacotepec, en una comunidad llamada Los Hoyos y posteriormente fue trasladado a la iglesia de Nejapa.
Pensábamos que era algo más sencillo
Durante su permanencia en Guerrero, según informaba en un reportaje la agencia mexicana de noticias Quadratín, el padre John ya había sido víctima de la delincuencia. “Hace como año y medio sufrió un asalto en el cuarto donde vivía, en la parroquia de Nejapa. No lo golpearon, pero lo amarraron y así lo dejaron hasta que él mismo pudo desatarse y salir… en esa ocasión le robaron un automóvil y enseres domésticos, no recuerdo si le quitaron dinero”, relató el padre Víctor Manuel Aguilar, vicario general de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa.
“En los primeros días manejamos todo con reserva, con cautela, no se hizo inmediatamente la denuncia porque pensamos que por ser un sacerdote lo regresarían”, lamentó el vicario general de la Diócesis. Pero los días han pasado, ya va más de un mes sin que exista algún indicio sobre el paradero del misionero ugandés. “Pensábamos que era algo más sencillo, que aparecería… él es un sacerdote conocido, es un negrito y no hay manera de confundirlo, en esa comunidades rurales pequeñas la gente identifica perfectamente a los sacerdotes”, agregó el padre Aguilar.
Desde el pasado jueves 15 de mayo, la diócesis de Chilpancingo-Chilapa inició una campaña de oración en las parroquias, con la esperanza de que el padre John regrese sano y salvo. En los últimos dos años, la prensa ha documentado en Guerrero al menos tres agresiones contra sacerdotes católicos por parte de la delincuencia organizada, incluida la desaparición del padre John.
Un breve recuento de horrores
En los municipios de Apaxtla de Castrejón y Cuetzala del Progreso, grupos de civiles armados han interceptado y golpeado a los religiosos, que incluso tuvieron que ser removidos de sus parroquias ante la violencia e inseguridad que se vive en la zona. El ex párroco de Apaxtla, Oscar Prudencio, quedó en medio de un enfrentamiento armado entre dos grupos delictivos que se disputan “la plaza” en la región Norte de Guerrero. “Al sacerdote Oscar lo asaltaron, quemaron su camioneta y le dijeron que se fuera, pero cuando se retiraba del lugar llegó un grupo rival y se empezaron a disparar entre ellos. El cura quedó en medio y salió corriendo… Gracias a Dios no le pasó nada”, recordó el vicario general de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Víctor Manuel Aguilar.
También según la agencia Quadratín, otro caso fue el del sacerdote Rafael Ramírez, quien a mediados de 2013 fue “levantado” por un grupo delictivo junto a su chofer, en el municipio de Cuetzala. El padre Ramírez fue torturado en represalia, porque en sus homilías llamaba a los delincuentes a frenar la violencia. Posteriormente fue liberado, pero lo removieron de la parroquia por su propia seguridad.
El vicario general de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa reconoció que además de estos casos que fueron conocidos y ampliamente difundidos, existen otro tipo de agresiones menores que no siempre salen a la luz pública. “Otros sacerdotes han sufrido asaltos fortuitos en el camino, porque les tocó este clima de violencia e inseguridad en que nos encontramos. La mayoría de las personas todavía mira a los sacerdotes con respeto, por eso nos sorprende lo que está pasando, porque los delincuentes hacen las cosas en pleno conocimiento de que se trata de sacerdotes”, lamentó.
Es un hombre de fe; ¡regrésenlo!
Por su parte, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, monseñor Alejo Zavala Castro, informó ayer que aunque mantiene contacto con las autoridades para saber del caso del padre John, a través de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos, dependiente de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior), hasta el momento desconocen su paradero "es muy grave porque ya tiene más de un mes. Nosotros nos mantenemos en contacto con las autoridades, pero no hay ningún avance".
Monseñor Zavala Castro lanzó un mensaje a los captores, uniéndose a la voz del pueblo fiel de esta región del Estado de Guerrero: "pedimos a quienes lo tengan que lo regresen con bien, ya son muchos días y estamos muy preocupados. Él es un hombre de fe; pedimos a quien lo tenga que lo regrese".