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¿Está en crisis el celibato? ¿Es la causa de que bajen las vocaciones?

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Luis Alva - Vocación y Actualidad - publicado el 04/06/14
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Ofrecemos un interesante y completo análisis sobre la controversia acerca del celibato de los sacerdotes
El tema del celibato clerical tiene su inicio con la predicación y vivencia de Cristo, desde entonces es inseparable de la vida la de Iglesia. En distintos momentos dio lugar a importantes debates teológicos, definiciones conciliares e intervenciones pontificias[1]. En este sentido, hace más de cuarenta años se señalaba que «la práctica del celibato ha suscitado siempre la curiosidad del mundo en general, y nunca más que en nuestros días. Es una práctica que ha provocado a menudo sentimientos de admiración o de repulsa, pero que raramente ha sido comprendida debidamente»[2]. Actualmente sigue siendo un tema controversial, que ha encontrado no pocas dificultades, no sólo en el ámbito eclesial sino también en el social. La mayor parte de los debates en torno al celibato tienden a desgajar el problema de su contexto[3].
 
Se puede encontrar diferentes visiones acerca del celibato, manifestados en diversas expresiones como Dionisio Borobio lo recoge en su libro:
 
«El celibato es un carisma y no una obligación; no se debe unir necesariamente carisma ministerial con celibato; la ley del celibato es una ley eclesiástica que va contra un “derecho divino” al matrimonio; el no poder acceder al ministerio por no sentirse capaz de celibato, es una violación injusta por parte de la Iglesia; el mantener hoy esta ley tal como está es desoír la voz de muchos pastores y fieles, y desconocer la prioridad de la misión»[4].
 
Junto a los planteamientos mencionados, podemos considerar que  actualmente se atribuye al celibato diversas situaciones o problemas, como: la falta de vocaciones en la Iglesia, los abusos sexuales a menores de edad y la deserción de los ministros sagrados, como también aceptar el sacerdocio y no el celibato.
 
Falta de vocaciones en la Iglesia
 
El abandono del ministerio sacerdotal por parte de muchos y la disminución progresiva de vocaciones en la Iglesia son interpretados con frecuencia como signo de un desastre[5]. Es evidente la escasez de vocaciones en la Iglesia, pero «no se puede asentir fácilmente a la idea de que con la abolición del celibato eclesiástico crecerían, por el mero hecho y de modo considerable, las vocaciones sagradas: la experiencia contemporánea de la Iglesia y de las comunidades eclesiales que permiten el matrimonio a sus ministros parece testificar lo contrario» (SC 49). Efectivamente, es lamentable la falta de vocaciones, pero esto no justifica que «algunos la atribuyen al peso de la obligación del celibato» (SC 8). Por lo tanto, se puede afirmar con certeza que la causa de la escasez de sacerdotes no es la ley del celibato. Muchas Iglesias cristianas en las que no existe esta ley están pasando también por el problema de la escasez de vocaciones, y en consecuencia de ministros[6].
 
Abusos sexuales
 
Al salir a la luz pública algunos casos de abusos sexuales contra menores cometidos por clérigos, algunos sectores utilizan estos lamentables hechos para arremeter contra el celibato sacerdotal. Pero estas asociaciones olvidan que abusos de este tipo se dan también en otros ámbitos donde no se exige para nada el celibato.
 
Philip Jenkins[7] recoge un estudio referido a la diócesis de Chicago, que examinó los datos de unos 2.200 sacerdotes que sirvieron en la diócesis de 1963 a 1991[8].

El citado Philip Jenkins explica en su obra El mito de la pedofilia de los sacerdotes publicado en mayo del 2002:
 
Mis investigaciones de estos casos durante los últimos veinte años indican que no hay ninguna prueba de que los sacerdotes católicos u otros clérigos célibes estén más inclinados a incurrir en mala conducta o abusos que los clérigos de cualquier otra Iglesia, o que los laicos. Aunque determinados medios de prensa vean este asunto como una crisis del celibato, no hay nada que pruebe tal cosa[9].

 
En esta misma línea, el Secretario General de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), Mons. Juan Vicente Córdoba, defendió el celibato sacerdotal e indicó que este no tiene nada que ver con la pederastia, pues la mayoría de pederastas son casados. La Iglesia acepta que hay un problema con clérigos involucrados en casos de pederastia; nos duele y lo rechazamos. La iglesia no quiere ser cómplice ni encubridora. Esto es muy grave, pero hay que tener en cuenta que sólo el 0,2 por ciento de casos de pederastia en el mundo involucra a la Iglesia. ¿Y el resto? Sin embargo, advirtió que este comportamiento aislado de sacerdotes es aprovechado por «los enemigos de la fe, los anticlericales y antireligiosos» que «se aprovechan para criticar al Papa». Con esto no quiero decir que no aceptamos ni asumimos las responsabilidades de la Iglesia en casos en los que sí tuvo que ver [10].
 
Por otro lado, al finalizar su asamblea plenaria, la Conferencia Episcopal de Alemania (DBK, por sus siglas en alemán) dio a conocer un comunicado en el que señala que «el celibato sacerdotal, como confirman los expertos, no es la causa de estos actos de abuso sexual», en referencia a algunos casos de inconductas sexuales por parte de algunos miembros del clero entre los años 70’s y 80’s. Al referirse a este delicado tema, los prelados señalan que "nosotros los obispos alemanes aceptamos nuestra responsabilidad y condenamos los abusos cometidos por religiosos, sacerdotes y colaboradores laicos de nuestras diócesis. En el comunicado dado a conocer por L’Osservatore Romano, los prelados explican que «una vida en el celibato solo puede ser afrontada por quien dispone de la necesaria madurez emotiva» por lo que señalaron la necesidad de que los futuros sacerdotes tengan una formación atenta, rigurosa y profética que pueda ser permanente[11]
 
Por su parte, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha condenado la pederastia y reconocido los casos que han llevado al escándalo por esta causa en los últimos años de la primera década del siglo XXI. A través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda[12]. Por otro lado, en su reciente carta a los seminaristas señala que algunos sacerdotes «en lugar de llevar a las personas a una madurez humana y ser un ejemplo para ellos, han provocado con sus abusos un daño que nos causa profundo dolor y disgusto»[13].

Y la pregunta si vale ser sacerdote hoy, si es sensato encaminar la vida por el celibato, el Papa responde:
 
Sin embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad. Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura […]. Un elemento esencial de vuestro camino es practicar las virtudes humanas fundamentales, con la mirada puesta en Dios manifestado en Cristo, dejándonos purificar por Él continuamente.[14]
 
Por otra parte, es preciso mencionar, que la Iglesia Católica está siendo injustamente señalada por los medios seculares que fallan en señalar similares acusaciones de otros grupos religiosos, como la comunidad anglicana, el islam y el judaísmo, y varias iglesias protestantes. Al mismo tiempo, señala que la cobertura de medios de comunicación la historia de abuso se ha vuelto: una grotesca efervescencia de retórica del anti catolicismo[15]
 
Deserción de los ministros sagrados
 
Para iluminar este presupuesto, se parte de un dato porcentual que afirma que el 94,44 %[16] de los sacerdotes que han abandonado o dicen haber abandonado el ministerio por causa del celibato, parece ser un tanto exagerado-adulterado, y debe ser leído e interpretado teniendo presente lo que la moderna psicología ha descubierto y viene repitiendo: cualquier problema personal tiene un matiz afectivo y se puede manifestar en el área afectivo-sexual sin ser originado en esa área, aunque el mismo sujeto no se dé cuenta y crea que el problema sea de naturaleza sexual y se resuelva en esa parcela. Por lo que, esta situación de crisis afectivo sexual ocultaría otra crisis más radical; o la dificultad para vivir el celibato estaría determinada por una facultad distinta y más profunda[17]. En confrontación a esto, Cencini cita afirma:
 
Según Maruca en la configuración de cuatro factores, tomados conjuntamente, es donde se da la decisión de abandonar el ministerio sacerdotal:1). Estar cada día más absorbido por actividades esencialmente seculares; 2) Una renta suficiente para tener una seguridad económica; 3) Un decreciente interés por la oración y la tradicional actividad sacramental; 4) La no disponibilidad para someter a discernimiento lo más secretos vínculos afectivos (Cf. D. Maruca, History, 98)[18].

 
En definitiva, «es ingenuo y poco científico tomar el hecho del 94,4% de los que piden la dispensa por causa del celibato como dato que refleja una situación y una motivación real y objetiva, o como elementos que manifiestan la verdad intrapsíquica de aquellos (ex) sacerdotes»[19].
Por otra parte, las razones de abandono en la vida consagrada, permiten descubrir que el hecho del abandono a causa de problemas afectivos, en consecuencia del celibato, es más reducido que tiempos anteriores.
 
En primer lugar, nuestros resultados, por un total de 409 casos, recogidos por las fichas rellenadas por la Secretarías Generales, ofrece la siguiente tabla:
 
Conflictos con los superiores 17,1 %
Crisis de fe 5,4 %
Problemas afectivos 43,3 %
Inmadurez 21,3 %
Problemas psicológicos 21,0 %
Insatisfacción, cansancio 28,6 %
Otros 22,7 %
 
Se constata claramente que, una vez más, la causa principal de abandono sigue siendo la de los “problemas afectivos”, que involucra casi la mitad de los casos recogidos (entre los formandos el porcentaje baja al 34 %). Hay que tener presente que las fichas permitían proponer más razones de abandono, y que, a veces, una razón se combinaba con otras, como los problemas psicológicos o conflictos varios[20].
 
Sin embargo, no basta conocer las razones a partir de encuestas, sino, que es necesario una profundización, guiada por los datos empíricos con que se cuenta y que pueden aclarar el por qué de las modalidades de tal fenómeno. Se presenta las tipologías, que no son sólo una descripción ni una forma de organizar los casos ocurridos, pretenden dar un marco axiomático o una interpretación de los hechos[21].
  
Por ejemplo el dominico E. van Merrienboer ofrece una tabla a partir de un análisis de las demandas de secularización que llegaron a su curia general en un periodo de 9 años. Tras leerlas a la luz de su propia experiencia, ha elaborado un modelo con cinco tipos:
 
1) los «aprovechados», o los que llevaban una doble vida hasta cuando ya no fue posible mantener esa situación;
2) los «realizados», es decir quien había llegado a su meta, pero luego, una vez alcanzado el objetivo lo dejó;
3) los «nuevos fundadores», los que hubieran querido cambiar muchas cosas y tenían un proyecto propio, pero no lograron realizarlo;
4) los que «perdieron la esperanza»;
5) los «insatisfechos», que necesitaban cambiar de vida debido a los problemas psicológicos[22].
 
Una propuesta más reciente, y que toma en consideración también un estudio empírico de sacerdotes religiosos jóvenes en el contexto de América del Norte. La realizó Dean Hoge identificando cuatro tipos de dimisiones:
 
Tipo 1, enamorados: un sacerdote heterosexual se siente solo o poco apreciado y se enamora. Entre un 20 y un 30 %; tipo 2, rechazo del celibato por parte de un sacerdote heterosexual que se siente solo o poco apreciado y decide que no puede seguir el celibato; sin embargo ninguna mujer está implicada en un primer momento. Entre 20 y un 30 %; tipo 3, decepcionados: un sacerdote heterosexual u homosexual se siente solo o poco apreciado y decepcionado por las experiencias con otros sacerdotes o con la jerarquía eclesiástica tras la ordenación. Entre 30 y un 40 %; tipo 4, rechazo del celibato de los homosexuales: un sacerdote homosexual se siente solo o poco apreciado y busca una relación abierta y de largo plazo con un hombre; rechazada la opción de una doble vida. Ente un 5 y un 15 %[23]
 
En definitiva, el abandono del ministerio sacerdotal se debe a las limitaciones y deformaciones humanas en su conjunto y no específicamente a la afectividad sexual, concretamente al celibato.  Un claro ejemplo es que «según estadísticas recientes el sacerdote se casa, en cuatro de cada cinco casos, por problemas de aislamiento y soledad. Y no rechaza el celibato para fundar una familia, sino para formar una pareja»[24]. Pues, a pesar de tantas fallas que se pueden dar en la vida de algunos sacerdotes, sí es posible vivir el celibato; sí es hermoso guardar continencia perfecta y perpetúa. Y hay que afirmar sin temor a equivocarse, que la mayoría de los sacerdotes son fieles a sus compromisos de castidad absoluta[25].

 
Sacerdocio sí, celibato no
 
Por otro lado, «hay quien se pregunta hoy día si no se podría ser buen sacerdote sin ser célibe»[26]. Si consideramos en toda su extensión el sentido de la vida célibe conforme al Evangelio y apreciamos sobre todo el celibato como «signo escatológico», entonces veremos que el celibato y el sacerdocio ministerial se hallan relacionados mucho más íntimamente de lo que se expresa en las polémicas de los últimos años[27]. En consecuencia, ser o querer ser sacerdote y «preguntarse si el “sacerdote” debe ser célibe es algo contradictorio en sí mismo, ya que el celibato forma parte de nuestra misma noción de sacerdote»[28].

Evidentemente, el celibato no es una exigencia intrínseca del sacramento del Orden; por ello la Iglesia nunca ha afirmado la necesidad sino la conveniencia del vínculo entre sacerdocio y celibato (Cfr. PO 16)[29]. Esta «conveniencia» ciertamente no siempre es entendida por algunos clérigos. Pues, «el ministerio es posible sin celibato, lo mismo que el celibato es posible sin ministerio»[30], pero el significado del celibato no se agota en la mera conveniencia.

En este sentido, el celibato no se elige, sino que es un carisma, una gracia de Dios, una vocación. Sería mutilarse el cuerpo o la vida optar por el celibato por propia iniciativa. El comportamiento afectivo de un hombre no sólo le compromete en él a los demás, sino que compromete en él a Cristo[31]. El motivo principal del celibato sacerdotal se describe de la mera contemplación del celibato de Jesús. El motivo fundamental del celibato de Jesús es la entrega a la construcción del Reino de Dios[32].

En este sentido, resulta significativa la opinión de algunos seminaristas sobre el celibato, en un consenso unánime manifiestan que el celibato debería ser algo opcional, es decir, la Iglesia debería juzgar que el celibato no sea requisito en la admisión al ministerio presbiteral. Al mismo tiempo, manifiestan que si se diera esta opción libre del celibato, ellos optarían por vivir su sacerdocio siendo célibes[33].
 
 

[1] Cf. Javier Fronza, «El celibato don, propuesta y tarea», 137.
[2] L. Lengrand, La doctrina bíblica de la virginidad, Verbo Divino, Estella 1967, 13
[3] Cf. Walter Kasper, El sacerdote, servido de la alegría, 75.
[4] Dionisio Borobio, Los ministerios en la comunidad, 270.
[5] Cf. Michael Richards, «Ministerio y celibato: hoy y mañana», en Selecciones de Teología Vol. 13/52 (1974) 283.
[6] Cf. Edward Schillebeeckx, El ministerio eclesial, 163.
[7] Jenkins Philip, profesor de Historia y Estudios Religiosos en la Universidad Estatal de Pensilvania, no católico, autor de varios artículos y libros: «Pedophiles and Priests»,  «The myth of the ‘pedophile priest», etc.
[8]«Con esta baja exigencia de prueba, el informe concluyó que unos 40 sacerdotes, en torno al 1,8% del total, eran probablemente culpables de mala conducta con menores en algún momento de su carrera. Dicho de otro modo, no había ninguna prueba contra más del 98% del clero parroquial. Como otras organizaciones que trabajan con niños no han hecho estudios tan amplios, no podemos saber si la incidencia entre el clero católico es mayor o menor que entre los profesores, asistentes sociales o monitores de scouts» Jenkins Philip, Pedophiles and Priests: Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford University Press, Pensilvania 2001, 81, en http://es.wikipedia.org/wiki/Celibato (24.10.10).
[9] Jenkins Philip: «The myth of the “pedophile priest”» (el mito del «cura pedófilo»), artículo en el periódico Gazette publicado en el 2002.en http://es.wikipedia.org/wiki/Celibato (24.10.10).

[10] Juan Vicente Córdoba «Celibato no tiene nada que ver con pederastia», en www.aciprensa.noticias.com (27.10.10)
[11] Conferencia Episcopal de Alemania, «el celibato sacerdotal, como confirman los expertos, no es la causa de estos actos de abuso sexual», en www.aciprensa.noticias.com
[12] Benedicto XVI, «Carta pastoral a los católicos de Irlanda», 20 de marzo de 2010, en www.zenit.noticias.com (04.04.10).
[13] Benedicto XVI, «Carta a los seminaristas», Lunes 18 de octubre de 2010
[14] Idem.
[15] Cf. Jenkins Philip, The New Anti-Catholicism – the Last Acceptable Prejudice, Oxford University Press, 2004, pp. 133–57, en http://es.wikipedia.org/wiki/Casos_de_abuso_sexual_cometidos_por_miembros_de_la_
Iglesia_catolica (30.10.10)
[16] Datos publicados por la Oficina central de estadística de la Iglesia (Cf. Secretaría de Estado, Tabularum Statisticum Collectio, Ciudad del Vaticano), el motivo aducido por el 94,44% de los 8.287 presbíteros que han abandonado el sacerdocio del 64 al 69 ha sido el celibato, Cf. Colagiovanni, Crisi vere e false nel ruolo del prete oggi, Roma 1973, en Amadeo Cencini, Por amor con amor en el amor, 83.
[17] Ibid, 84.
[18] Idem.
[19] Ibid., 84-85.
[20] Unione Superiori Gnerali, Fidelidad y abandonos en la vida consagrada hoy, 66 Conventus semestralis, Litos, 51-52
[21] Cf. Ibid., 56-57.
[22][22] E. van Merrienboer, «Of Those Who Leave Us: A Typology», en Review for Religious, enero-febrero (1979) 28-36, en Ibid., 57.
[23] Ibid., 58
[24] Luis de Diego, «Celibato y soledad», en ITER 50 (2009) 171.
[25] Felipe Arizmendi, ¿Vale la pena ser hoy sacerdote?, Clavería, México 1998, 108.
[26] Congregación para la Educación Católica, El celibato, valor positivo del amor, Roma 11 de abril de 1974,  Paulinas, México 1985, 12.
[27] Cfr. Gisbert Greshake, Ser sacerdote hoy, 380-381.
[28] R. L. Stern, «Cómo llegaron a ser célibes los sacerdotes», 241.
[29] Cf. Javier Fronza, «El celibato don, propuesta y tarea»,139.
[30] Comisión internacional, Le ministeré sacerdotal, 103, en Dionisio Borobio, Los ministerios en la comunidad, 271.
[31] Albert Chapelle, «Una comprensión cristiana del celibato», en Selecciones de Teología Vol. 18/72 (1979) 348.
[32]  Cf. J.M. Uriarte, Ministerio presbiteral y espiritualidad, Idatz, Donostia 20035, 84.
[33] Cfr. Paúl Alva Jave, «Celibato y sacerdocio», [entrevista grabada a 5 alumnos seminaristas de la facultad de Teología de la Universidad Pontificia de México], México D. F. [09.05.2010].
[34] Cfr.  McGovern, Thomas, El celibato sacerdotal: una perspectiva actual, Cristiandad, Madrid 2004, 170.
 
Artículo publicado originalmente por Vocación y Actualidad 

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