En las elecciones europeas de mayo los electores han castigado a los partidos mayoritarios con la abstención y la radicalización de voto. Han premiado a los partidos de derecha o izquierda extremas. Así ha ocurrido en Francia, Gran Bretaña, España, Grecia, Austria, entre otros. Se han salvado Italia y Alemania, países que habían celebrado elecciones hace pocos meses. En España, el PP y el PSOE han recibido un duro correctivo, que llevó a la dimisión a Alfredo Pérez Rubalcaba, y ha surgido la formación política, Podemos, liderada por un joven profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias, de 38 años, muy ambicioso, muy mediático, muy demagogo, que obtuvo cinco eurodiputados después de solo dos meses de inscribirse como grupo político en el Ministerio del Interior (marzo de 2014).
España vive una crisis sistémica de los partidos políticos gobernantes, especialmente el PP y el PSOE, que se han enrocado en sus aparatos partidocráticos y se han distanciado de sus electores. Hoy se dice que España –al igual que Europa—necesita otro modo de hacer política, que aumente la participación de los ciudadanos, que sufren una crisis muy dura con merma de su estilo de vida por culpa de su gobierno y de Bruselas, que han favorecido al poder financiero frente al interés ciudadano. Además, la ciudadanía está harta de la corrupción continuada de importantes dirigentes de los partidos y de los dirigentes de las entidades de crédito, muchas veces impunes, y con la actuación lentísima de la justicia.
Cuál es el éxito de Podemos
¿Por qué es un fenómeno de éxito de Podemos? Porque su programa electoral –una alternativa al modelo capitalista actual– satisface a los que menos tienen, a los afectados por la crisis, a los descontentos, a los “indignados”, a los parados de larga duración, a los antisistema, a los insumisos. Podemos les anuncia un modelo de sociedad idílica, utópica, y de lucha contra la clase dirigente: promete al ciudadano la gratuidad en salud, farmacia, escuela, transportes, trabajo, jubilación a los 60 años, renta mínima asegurada, y a la mujer que haga con su cuerpo lo que le dé la gana. Así mismo, reclama el derecho a decidir de todos los pueblos (un guiño a catalanes y vascos) en consonancia con la doctrina original de Lenin, que todos sabemos cómo terminó. Piden la nacionalización de los servicios básicos y ni un euro a la enseñanza privada y el dinero ahorrado irá a parar a mejorar la escuela pública.
El capital y la empresa, en particular el sector financiero, lo tendrán duro y vivirán muy controlados dando trabajo bien remunerado y créditos blandos a los que menos tienen y a los autónomos. Las empresas de agua, de gas y de electricidad, nacionalizadas, deberán seguir sirviendo a aquellas familias que no puedan pagar el recibo, lo mismo que las hipotecas, imponiendo la dación en pago, y un largo etcétera. La política internacional se basará en alejarse de los Estados Unidos y de la OTAN. Aunque no lo dicen, pero lo piensan, para Pablo Iglesias y los suyos, la religión debe desaparecer de la sociedad, porque es como el “opio de los pueblos”, como decían Marx y Lenin.
En realidad, es un programa basado en la utopía, en el igualitarismo, cuyas raíces están en Marx y Lenin y un populismo imitando a la Venezuela de Chaves y al peronismo argentino. Podemos emula a trazos del socialismo utópico del Siglo XIX. Este igualitarismo terminó con una dictadura cerrada porque daba más importancia a la igualdad que a la libertad. El comunismo, también en la época franquista, estaba revestido de utopías y de idílicas sociedades del futuro, sin fundamento en la economía real.
Un problema político grave
Hay que preguntarse ¿hay 1,2 millones de desesperados en España? Y si sumamos los votos de Izquierda Unida, los nacionalismos independentistas y radicales, suman en España cerca de 5’1 millones votos en las elecciones europeas. Esto es, entre el veinte y pico y treinta por ciento de los votantes en una consulta electoral normal, o sea sin la abstención de las europeas. Habrá que concluir que Europa tiene un problema político importante y España tiene un problema político grave.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, nombre del líder histórico de izquierdas, no quiere constituirse en partido, y título de la formación es el de la campaña de Obama, “Yes, We Can”, “Podemos”. Ada Colau, la líder del movimiento contra el desahucio por el impago de hipotecas, dimitió días antes de las elecciones, poniendo así a los pies de Pablo Iglesias el capital político de la protesta.
¿Se transformará Podemos en un partido político? Personalmente no lo creo, dado que a Pablo Iglesias, el hombre que se ha hecho en la televisión, en las aulas universitarias y en la ideología marxista-leninista utópica, le va mejor liderar movimientos que estructuras de partido. Por eso, y ante las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales del 2015 querrá ir solo, aunque pueda pactar después con Izquierda Unida.
¿Tiene futuro Podemos?
Otra pregunta: ¿durará Podemos o es flor de primavera? ¿Durará Pablo Iglesias? No creo que sea una flor de primavera, aunque la crisis económica y el mal gobierno político y sobre todo financiero ha dado muchos votos a Podemos. En realidad existe un malestar de fondo en la sociedad española que en una parte importante ya no confía en el stablishment actual, y no sería de extrañar que de seguir así pudiera generarse una especie de peronismo o chavismo a la española. El idealismo y la utopía están anclados, como Don Quijote, en el corazón de la sociedad.
Por otra parte, Pablo Iglesias no es un “fricki” como se ha dicho, sino una persona fría con un liderazgo sólido que sabe entusiasmar a los que nada tienen, a los indignados y los antisistema. Su militancia en las Juventudes Comunistas de España, y su conocimiento del marxismo le ha armado de un modo de hacer política y de hablar que encandila a muchos ciudadanos. Su tesis doctoral versó sobre el antisistema y la desobediencia civil. Su mujer es diputada de Izquierda Unida en la Comunidad de Madrid. O sea que Pablo Iglesias ha entrado en política para quedarse. Todo dependerá de cómo reaccionan los grandes partidos, cómo aumentan su transparencia y credibilidad y cómo Europa resuelve los problemas de participación y credibilidad.
Hoy celebramos a...