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¿Tu meta es el éxito, ganar? Busca mejor darlo todo

The Closing of the American Mind on Steroids Basheer Tomee – es

Basheer Tome

Carlos Padilla Esteban - publicado el 30/05/14

Nos afanamos por ser los mejores pero cuando lo logramos resulta que no somos más felices

La vida no es sólo ganar o perder. Retener o dejar ir. A veces lo enfocamos mal. Si ganamos tocamos la gloria. Si perdemos llegamos al infierno. Nos obsesiona la victoria. Nos amarga el fracaso. Si logramos nuestros sueños tenemos una vida lograda. Si fracasamos no habrá merecido la pena haber vivido.

Pero no es así. La vida siempre es un don, un regalo, una gracia. La vida es mucho más que el éxito obtenido. Es dejarse la piel cada día, amar y ser amado, sufrir y seguir caminando.

Pero es verdad que nos enseñan a ser competitivos desde pequeños y no queremos perder nada. Aprendemos a pelear por nuestros derechos, a defender con garra nuestra posición. El orgullo, la vanidad. Queremos el triunfo a toda costa. Soñamos con los primeros puestos, con los cargos importantes, con esos logros que nadie ha alcanzado antes.

Queremos ser irrepetibles, únicos, que el mundo reconozca nuestra valía. Nos obsesionamos con lo que todavía nos falta, con lo que aún no hemos conquistado.

A veces no sabemos comportarnos cuando ganamos. La prepotencia nos domina. En otras ocasiones tampoco reaccionamos bien cuando perdemos. Nos excusamos o buscamos culpables sin aceptar nuestra propia culpa. No es el camino.

Como escribía hace poco Lorenzo Silva: «Hazte dueño de tus derrotas, porque ellas, algún día, servirán para hacerte dueño de tus triunfos; si es que está en tu mano, tu condición y finalmente tu suerte llegar a alcanzarlos».

Y como escribía una persona: «Si puedes alegrarte por la victoria, pero sabiendo que eso no es nada en la vida, y ser libre ante ella. Si puedes entristecerte por la derrota pero reírte de ti mismo y con otros, porque no es el final de nada, sino sólo el comienzo. Si puedes ganar y no creerte mejor, si puedes perder y volver a empezar a luchar con humildad, si respetas siempre al otro, entonces todo merece la pena. Ganar y perder. Sufrir y vivir».

Sí, hace falta mucha altura en ambos casos. ¿Cómo reaccionamos ante las contrariedades? ¿Cómo nos comportamos en el éxito y en el fracaso? Nos afanamos por ser los mejores. ¿Y luego? Cuando lo logramos, resulta que no somos más felices.

Tampoco se nos niega la felicidad cuando perdemos y fracasamos en nuestros planes. Porque siempre podemos volver a empezar, a ascender la montaña. La vida es un camino. Con subidas y bajadas. La vida hoy nos sonríe. Mañana puede que se llene de amargura. ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Como escribía Lorenzo Silva: «Es amargo, sí, tenerlo todo en la mano y al instante siguiente ver ese todo en las manos de otro y las tuyas aferrando solamente el vacío». No conocemos los caminos. Hoy en la vida nos va bien. Mañana podemos vivir la cruz, la pérdida, la ausencia, la enfermedad.

Al fin y al cabo la suerte, el éxito, el fracaso, la gloria humana, no están en nuestras manos, se nos escapan. Lo que siempre podemos hacer es darlo todo. Como decía una persona: «No sienta tristeza. Cuando uno da todo lo que da, no puede reprocharse nada. La vida tiene estas situaciones muy cambiantes, en las que hoy tienes todo y mañana nada, y hay que seguir».

Si lo entregamos todo tenemos que estar felices y orgullosos del trabajo realizado. Aunque no tengamos nada. Porque no todo en la vida es ganar o perder. Darlo todo es lo que cuenta. Amar hasta el extremo. Luchar sin descanso. Ganemos o perdamos. Pero darlo todo.

Como dice Mario Benedetti: «Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos». Con humildad, con paciencia, con valentía, con audacia. Pero luego no perder la alegría si las cosas no resultan tan bien como queríamos. 

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