En España, la participación ha subido respecto a 2009 y los dos partidos mayoritarios se mantienen en su sitio
Los resultados de las elecciones europeas suponen un aviso contundente. El PP consigue una victoria por tres puntos respecto al PSOE que no se hunde del todo. Una primera lectura induciría a pensar que se han salvado los muebles del europeísmo en España. La participación sube respecto a 2009 y los dos partidos mayoritarios se mantienen en su sitio, lo que no sucede, por ejemplo, en Francia.
Que el PP haya obtenido una victoria clara supone que el suelo del centro-derecha se muestra bastante firme. En las elecciones europeas se suele castigar al partido en el Gobierno, y en este caso había muchas razones para ese castigo. Los populares aprobarán, gracias a esto, la nueva ley del aborto.
Pero los resultados de las europeas en España suponen un claro aviso a nuestro sistema democrático. El bipartidismo pierde terreno, asciende Izquierda Unida y Upyd. Pero lo más llamativo es que una formación claramente antisistema como es Podemos, en su primera ocasión, se haga con cinco diputados en la Cámara de Estrasburgo. En muchas Comunidades Autónomas se ha hecho con el 10 por ciento de los votos y en Madrid se convierte en la tercera fuerza. El fenómeno es muy diferente al que protagonizó Ruiz Mateos en otro tiempo.
Podemos representa la opción populista y antisistema que en Francia se llama Frente Nacional y en el Reino Unido Ukip. La lista es muy larga. Lo que pasa es que esa opción en España, cómo no, es de izquierdas. Los votantes del nuevo partido son los jóvenes desencantados que abrazan una demagogia fácil y que no se sienten representados ni por IU ni por los socialistas. No se reconocen en la democracia que construimos con la transición.
En Génova están contentos porque salvan los muebles. Rubalcaba, afortunadamente, también puede defender sus resultados. En Esquerra exultan porque el independentismo más radical se ha convertido en la primera fuerza. Ciudadanos y Upyd celebran la lenta disolución del bipartidismo. Pero de lo que hay que tomar nota es de que hay mucha gente, muchos jóvenes, que no creen en el sistema, que rechazan la partitocracia y a los que les repugnan las instituciones.
Es el mismo fenómeno que se ha registrado en toda Europa este 25 de mayo. No podemos consolarnos pensando que el Grupo Popular Europeo y el Grupo socialista van a tener una mayoría suficiente en Estrasburgo.
Es necesaria una Gran Coalición por Europa. Pero esa Gran Coalición será contraproducente si no escucha el grito de las urnas. Es necesario volver a construir Europa, acercarla a los ciudadanos, apostar por políticas de reactivación. Y, sobre todo, es necesaria una educación en la responsabilidad.
Europa no puede sostenerse en pie sin la recuperación del sentido de la responsabilidad, sin la conciencia de que la democracia y la prosperidad no forman parte del paisaje sino que son el resultado del empeño de la libertad, del trabajo en común. Los partidos tradicionales se la juegan si no escuchan el aviso.
Artículo publicado originalmente por Páginas Digital