El Rabino italiano Rav Pinhas Punturello habla de la relación entre Cristianismo y Judaísmo a la luz de la visita del Papa Francisco a Tierra Santa
– Según usted, ¿un pontífice de su calibre qué puede aportar al pueblo judío?
Debemos distinguir dos elementos: el primero, es el pontífice en cuanto cargo oficial, independientemente de la persona. Su visita a Israel es una visita importante, se trata de un Jefe de Estado, por lo tanto, de una visita política; luego es también el líder de la Iglesia católica, por lo tanto es también una visita espiritual y de un Credo que más que ninguna otra tiene raíces y vínculos profundos con el judaísmo, aunque no siempre sean positivos.
En segundo lugar, tenemos a Bergoglio específicamente, que ha demostrado desde el primer momento una atención a la relación personal con el mundo judío, que luego a transportado al mundo institucional. No que sus predecesores no lo hubieran hecho, pero parece casi en las opciones de Bergoglio, del Papa Francisco, hubiera también la voluntad de continuar una especie de relación personal y esto quizá lo acerca un poco a Wojtyla. Parece que ambos hayan tenido una relación tal, aunque en contextos completamente distintos: Wojtyla la hizo de partisano, o resistente, en el momento en que habían persecuciones nazis en Polonia, por lo que tiene un recorrido polaco que ha visto llevarse a sus amigos judíos.
Bergoglio no tiene este tipo de vivencia, porque creció en Argentina en donde la presencia judía era fuerte y, por lo tanto ha madurado relaciones personales. Esto se ve también en las cartas y llamadas de teléfono que ha hecho para felicitar al rabino jefe Di Segni. No es una simple relación institucional, es también una relación del líder de la Iglesia católica que se asoma al mundo judío.
– ¿Qué ve un rabino en la figura del Papa, en particular en la del Papa Francisco?
Desde el punto de vista puramente espiritual y teológico, para un judío, la figura del Papa no tiene ningún valor, como tampoco por ejemplo el Dalai Lama que es la guía espiritual para el mundo budista.
Está claro que las palabras del Papa, dichas desde Roma, tienen un valor cultural, político y social, que no pueden ser ignoradas.
Es necesario considerar también la visión anárquica: los judíos no tienen figuras institucionales como superiores. El rabino líder de Roma o el rabino líder de la asamblea rabínica italiana no son figuras que tienen poder de decisión y teológico más que los demás.
Tengo 36 años, nací pocos años antes del famoso encuentro entre el Papa Wojtyla y el Rabino Toaff, está claro que cada figura del pontífice que la Iglesia escoge es una cuña más en el camino del diálogo. Nuestra generación no puede dar marcha atrás en sus decisiones, puede simplemente mantenerlas, custodiarlas, llevarlas adelante para cambiarlas de dirección respecto a los tiempos.
Hay papas que tienen una relación más teológica con el mundo judío como el Papa Ratzinger y otros que tienen una relación teológicamente más discutible pero humanamente más fuerte. Esta es una realidad: cada Papa añade un paso en el camino del diálogo. Esto significa que el diálogo puede cambiar pero no puede ser anulado. A cada paso, por lo tanto, cada pontífice que se asoma a la escena del mundo católico como líder espiritual, el pueblo judío y yo, en cuanto rabino, me pregunto cuál será nuestro nuevo vínculo. No me pregunto ya si habrá o no un vínculo.
– ¿Usted qué opina de los gestos intimidadores en relación a los cristianos locales en Israel, en particular a los cristianos de Nazaret?
Nosotros tenemos dos realidades de presencia cristiana en Israel y Palestina, muy distintas entre ellas. La presencia cristiana en Israel es una presencia absolutamente tranquila desde el punto de vista político, de los derechos y de las libertades de expresión y religiosa.
Lo que puede suceder es, dentro de una democracia como la de Israel, que hayan grupos minoritarios que lanzan piedras a los judíos que no observan el Sábado cuando pasan por sus barrios, por lo tanto también respecto a los laicos, u ofenden a los laicos que expresan su laicidad porque van vestidos de manera distinta. Tienen dificultad en aceptar al otro y, aunque yo sea judío como ellos, veo que ellos expresan la misma intolerancia condenable en relación a otros cultos.
Al hablar de cristianos que escogen el ejército como voluntarios, que votan, que tienen representantes importantes dentro del Parlamento, tenemos en Israel alcaldes y vicealcaldes cristianos, directores de institutos, profesores universitarios, miembros del Parlamento, ministros, etc.
Tenemos una realidad como Belén con autonomía palestina, en donde la comunidad cristiana disminuye de año en año de manera aterradora, con una fuerte emigración de los cristianos hacia Israel: durante las festividades cristianas es difícil para ellos salir a la calle, a causa de la cercanía fundamentalista islámica. Lo decía también el Custodio de Tierra Santa, Pizzaballa y también los números lo dicen claramente: en 1950 los cristianos de Belén eran alrededor de la mitad de la población mientras hoy se han reducido a menos del 12%. En los años 70-80 recuerdo las narraciones de amigos y parientes judíos que iban a Belén en Navidad, porque siendo italianos les hacía ilusión pasear por la plaza central (lo decía también Benedetto Croce: “no podemos no decirnos cristianos”).
Hoy por hoy, los cristianos no pueden ya entrar en Belén sin los permisos de la autonomía Palestina. Es bastante dramático. He tenido, por motivos familiares, un carpintero de Belén cristiano que me reparó las cosas en casa. Él, en cuanto obrero especializado, tiene el permiso de entrar y salir pasando por todos los rincones. Se enfermó una nieta que se hospitalizó aquí. Gracias a los permisos venía constantemente de Belén a Jerusalén para encontrarla. Al hablar me decía que cuando nace una niña en una familia cristiana de Belén, se ora para que encuentre un muchacho cristiano que tenga un pasaporte israelí, porque esto significaría la continuidad de la fe pero también la posibilidad para esa chica de poder irse y vivir en Israel.
Hoy celebramos a...