“Aquí descendió el Espíritu Santo, será un encuentro del Papa con el origen de la Iglesia”
“Es una alegría especial para nosotros franciscanos tener aquí al Papa. Y por esto intentamos poner a su disposición todo lo que tenemos. Empezando por los objetos litúrgicos”: es la voz suave y distendida del padre Enrique, guardián del “Cenacolino”, el convento franciscano situado junto al Cenáculo en la ciudad vieja de Jerusalén.
En el Cenáculo, el Papa Francisco concluirá este esperado viaje a Tierra Santa, el lunes 26 por la tarde.
Nosotros no reaccionamos
El lugar del Cenáculo es desde siempre objeto de disputas y reivindicaciones y también recientemente se han producido varios actos hostiles hacia el convento de los franciscanos. “Pero nosotros no reaccionamos” dice el padre Enrique. “Queremos sólo la paz, porque este es un lugar de verdadera paz. Además quisiera reafirmar que no hay nada que temer, porque las manifestaciones de protesta están muy bien controladas por la policía”.
– ¿El Papa Francisco resolverá las disputas?
“El Papa viene aquí por un deseo ecuménico y creo que en estos términos su visita traerá algo nuevo. Pero la cuestión sobre el Cenáculo es distinta, son dos cosas separadas”.
El padre Enrique explica el por qué de esta celebración: “El Papa se encontrará con el origen de la Iglesia. Porque aquí los apóstoles participaron en la Última Cena con Jesús, pero también recibieron el Espíritu Santo. Y de hecho comenzó la vida de la primera comunidad cristiana, con la Virgen que acompañó y alentó a Pedro y a los demás discípulos. Piensa, ¡aquí Santo Tomás metió el dedo en las llagas de Jesús!”.
Los números de la celebración
En el Cenáculo se celebrará la Santa Misa conclusiva del viaje papal. La celebración será presidida por el Papa Francisco junto con los ordinarios de Tierra Santa. “Seremos tres frailes del convento del ‘Cenacolino’, el Custodio y el Vicario patriarcal de Chipre. En total deberíamos ser unos cincuenta. De hecho, será una celebración privada”. Padre Enrique sonríe antes de despedirse y volver a entrar en el convento, donde le esperan los últimos preparativos.