La batalla está delante: Los laicos necesitamos la Jerarquía como un ejército puede necesitar la retaguardia
A principios del siglo III escribía el Padre de la Iglesia Tertuliano: “Nosotros somos de ayer, sin embargo, llenamos vuestras ciudades, islas, fuertes, pueblos, consejos, así como los campos, tribus, decurias, el palacio, el senado, el foro….”
Este maravilloso panorama descrito por Tertuliano cuando los cristianos se estaban abriendo paso dentro del Imperio Romano, que los consideraba paganos y herejes por no acatar la religión oficial, nos puede servir de referencia para saber cuál es el papel de los laicos en la Iglesia.
El paso de los siglos nos da a los cristianos el derecho a no ser simplemente “tolerados” o “permitidos” porque nos avala el derecho (de origen cristiano) a respetar y difundir nuestras propias creencias y nos acreditan veinte siglos de aportaciones a la cultura universal.
El Papa Francisco ha delimitado de diversas maneras el clericalismo de los clérigos que no entienden el papel propio de los laicos y el clericalismo de los laicos que no quieren responsabilizarse de su propia vocación. Y el Papa nos anima a todos “a salir”…
Los laicos no tenemos que “salir fuera”: ya estamos fuera; estamos, como los primeros cristianos, llenando las ciudades, junto a los privilegiados y junto a los excluidos; necesitamos simplemente actuar con valentía y coherencia para evangelizar, cristianizar, santificar nuestros entornos.
Somos “sal y luz del mundo” porque estamos en el mundo.
Se trata de cristianizar lo que es nuestro, lo que vivimos, de lo que respiramos: el matrimonio, la familia, la maternidad y paternidad, la filiación, la amistad, el noviazgo, la cultura, la música, la enseñanza, la salud, las finanzas, las empresas, los sindicatos, la política, el arte, la música, el cine, la prensa, la televisión, la ciencia, la medicina, la tecnología, la publicidad, el marketing, el medioambiente, las redes sociales, y…, en consecuencia, la leyes nacionales e internacionales que enmarcan nuestras realidades.
Y combatir los problemas con los que nos encontramos cada día: el desconocimiento de Dios, la falta de caridad, la aceleración, el desempleo, la pobreza, la enfermedad, la desigualdad, las drogas, el aborto, los ataques al matrimonio y la familia, la droga, la trata de personas, el alcoholismo, la delincuencia, la identidad sexual del individuo y…, repito, en consecuencia, las leyes que enmarcan esas realidades.
He sido exhaustivo en la relación de temas en los párrafos anteriores en un intento de hacer ver que “lo llenamos todo” como decía Tertuliano y, para que veamos que nos afecta a todos y que son ámbitos en los que los laicos respiramos día a día y, en los que somos actores, protagonistas, mucho más directamente que la Jerarquía de la Iglesia.
Por eso, es imprescindible que en los consejos parroquiales participen los hombres y mujeres laicos, lo mismo que en los Obispados y Conferencias Episcopales y órganos de la Curia Romana: para aportar nuestros conocimientos de la realidad.
¿Qué es lo que buscamos las mujeres y hombres laicos en la parroquia? Pues sobre todo, a nuestro Padre Dios y a Jesucristo para que nos den la luz y la fuerza necesaria para ser sal y luz en nuestro entornos; y buscamos los sacramentos que el Ministerio Sacerdotal nos administra; y buscamos las certezas de la palabra de Dios y la doctrina de la Iglesia y la cercanía de los hermanos cristianos comprometidos en la misma vocación.
La vocación cristiana, la llamada de Dios es para todos los hombres y mujeres; la vocación de sacerdotes y religiosos para servir, prestar un ministerio, a los laicos.
Por eso, el papel de la mujer en la Iglesia es el mismo que el papel del hombre: cristianizar, evangelizar todas las realidades humanas y sociales. Tener un papel en la Iglesia, no es “pertenecer” a la Jerarquía, sino ser “el reino de Dios” allá donde nos encontremos en cada momento.
Los laicos necesitamos la Jerarquía como un ejército puede necesitar la retaguardia de suministros y servicios médicos.
Los laicos –hombres y mujeres- apoyamos y recibimos apoyo de la Jerarquía.
El papel de las mujeres y hombres laicos en la Iglesia es “llenarlo todo” de cristianismo, nos diría hoy Tertuliano.