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La Iglesia católica acompaña a los migrantes y a los refugiados en su viaje

migrantes de Centroamérica

© Peter Haden

Jaime Septién - publicado el 22/05/14

Intervención del cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga en el 7° Foro Global sobre Migración y Desarrollo

“La Iglesia acompaña a los migrantes y refugiados en su viaje, buscando comprender las causas de la emigración", ha sido el tema desarrollado por el cardenal y arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga en Estocolmo, Suecia, durante el  Foro Global sobre Migración y Desarrollo que nació como iniciativa de las Naciones Unidas en el año 2006.

En este Foro participan organizaciones vinculadas al tema migratorio. En este marco, el cardenal Rodríguez Maradiaga, en su carácter de presidente de Caritas Internationalis, hizo una encendida defensa de la migración no como un obstáculo sino como una posibilidad de fortalecer el desarrollo de las naciones, al tiempo que remarcó la vocación de acompañamiento de la Iglesia católica a quienes se ven forzados a emigrar o a refugiarse en otros países por razones que van desde la pobreza hasta la guerra.

La migración por el desarrollo

La migración y el desarrollo van de la mano, aunque no siempre se quiere ver así, comenzó diciendo el cardenal Rodríguez Maradiaga. Para el purpurado hondureño, “el desarrollo no se puede reducir a un mero crecimiento económico, que a menudo se consigue sin pensar a los pobres y vulnerables”.

Acto seguido, en sintonía con el Papa Francisco, el cardenal Rodríguez Maradiaga enfatizó que “un mundo mejor será posible solo con atención especial a la dignidad humana; si la promoción humana es integral, teniendo en cuenta todas las dimensiones de la persona, incluyendo la espiritual; sin olvidar a nadie como, por ejemplo, a los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados y los extranjeros”.

El tema de la Iglesia es su convencimiento de que los seres humanos somos “capaces de dejar a nuestras espaldas una cultura del usar y tirar, y abrazamos otra del encuentro y la aceptación”. Más adelante, el prelado hondureño recordó que con ocasión del Día Internacional del Migrante y el Refugiado 2014, el Papa Francisco evidenció que “los emigrantes y refugiados no son peones sobre el tablero de la humanidad”

Para el Papa, rememoró el cardenal Rodríguez Maradiaga, se trata de niños, mujeres y hombres que abandonan o son obligados a abandonar sus casas por muchas razones, que comparten el mismo deseo legítimo de conocer, de tener, pero sobre todo de ser “algo más”.

La Iglesia en acción constante

Se calcula que hoy en día, más de 230 millones de personas emigran de un país a otro o se desplazan dentro de sus propios países y zonas geográficas. Estos números indican el mayor desplazamiento de población de toda la historia. Movimiento que no le pasa desapercibido a la Iglesia católica.

En efecto, la Iglesia “acompaña a los migrantes y refugiados en su viaje, buscando comprender las causas de la emigración. Así mismo, trabaja para mitigar sus efectos negativos y reforzar su influencia positiva en las comunidades de origen, tránsito y destinación”, dijo el mitrado hondureño en el Foro de Estocolmo, realizado entre el 13 y el 16 de mayo pasados.

Para el cardenal y presidente de Cáritas a nivel internacional, la realidad de la migración debe ser enfocada y abordada de una manera nueva, equitativa y eficaz. “Más que nada, dijo, este asunto exige la cooperación internacional y un espíritu de profunda solidaridad y compasión, que son principios esenciales para diseñar la agenda internacional del desarrollo post-2105”.

Para lograr esta agenda, es “fundamental la cooperación a los diferentes niveles para incluir la adopción de políticas y leyes cuyo objetivo sea la protección y promoción de la persona humana”.

En otra parte de su intervención, el cardenal hondureño subrayó que el Papa Benedicto XVI había ya esbozado los parámetros de las políticas de cooperación y defensoría de los migrantes y refugiados, declarando que “esta política hay que desarrollarla partiendo de una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de los emigrantes; ha de ir acompañada de adecuadas normativas internacionales capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos, con vistas a salvaguardar las exigencias y los derechos de las personas y de las familias emigrantes, así como las de las sociedades de destino”.


Conseguir que las iniciativas de migración faciliten el desarrollo exige que los países se ayuden entre ellos, en un espíritu de voluntad y confianza. “Dicha cooperación empieza con los esfuerzos de cada país por crear mejores condiciones económicas y sociales en el propio país, de manera que la emigración no sea la única alternativa posible para aquellos que buscan paz, justicia, seguridad y el pleno respeto de su dignidad humana”.

Ver y hacer ver las causas de la migración

El cardenal de Tegucigalpa sabe de lo que habla cuando se refiere a las causas del fenómeno migratoria, pues su país, en Centroamérica, es uno de los principales expulsores de migrantes –hombres, mujeres y niños—a los Estados Unidos, y también padece el acoso de las maras y las pandillas delincuenciales.

Por eso, el cardenal Rodríguez Maradiaga abogó en Estocolmo por la creación de oportunidades de empleo en las economías locales, lo cual “evitará también la separación de las familias y asegurará que individuos y grupos puedan disfrutar de condiciones de estabilidad y serenidad. Así mismo, implica que los migrantes y las diásporas sean actores reconocidos del desarrollo”.

Para concluir, quien es el encargado por el Papa Francisco para coordinar el grupo de cardenales que le aconseja en El Vaticano, consideró la situación de los migrantes y los refugiados recordando que el Papa Francisco en su exhortación “La Alegría del Evangelio”, llamó a eliminar prejuicios y presuposiciones al enfocar la migración: un paso de la actitud “defensiva y recelosa” que forma parte de la “cultura del rechazo”, a una actitud que ponga como fundamento la “cultura del encuentro”, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor.

“Nosotros mismos tenemos que ver, y luego ayudar a que los demás lo vean, que los migrantes y refugiados no son un problema que hay que resolver, sino hermanos y hermanas con esperanzas, sueños, aspiraciones, destrezas y talentos”, dijo el cardenal Rodríguez Maradiaga quien agregó que los migrantes y refugiados deberían “ser bienvenidos, respetados y amados” pues son “una ocasión que nos brinda la Providencia para ayudarnos construir un mundo más abierto, justo y fraterno”.

El presidente de Cáritas Internationalis terminó diciendo que hay que creer “que somos una familia humana y que cada miembro debería tener la oportunidad de vivir y desplazarse a otro país y ser respetado”.  Ésa es la postura de la Iglesia católica.  Y podría ser la de todos los países receptores de migrantes en el mundo.

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