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Importante hallazgo arqueológico de la primera casa de la Virgen de Luján

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Esteban Pittaro - publicado el 19/05/14
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El templo original se remonta al siglo XVII, y en él está enterrado el “negrito Manuel”
Un grupo de arqueólogos descubrió restos de lo que fue la primera capilla dedicada a Nuestra Señora de Luján, patrona de los argentinos.
 
En su historia había algunos huecos, que comienzan a llenarse. Porque la actual Basílica de Nuestra Señora de Luján, pese a su estilo gótico, tiene poco más de cien años. Y su historia se remonta a 1630. El hallazgo del grupo a cargo Jesús Binetti y Federico Suarez, de la Universidad de Luján y del Instituto Mignone es importante tanto por confirmar que la ubicación del primer templo que albergó la imagen de María como para identificar el lugar de sepultura de su primer custodio y sacristán de aquel templo, el “negrito” Manuel. El sitio, ubicado a escasos metros de la actual Basílica, marca además el punto fundacional de población.
 
La imagen de 38 centímetros de la hoy conocida como Virgen de Luján data de 1630, cuando todavía no existía el virreinato del Río de la Plata y mucho menos, por supuesto, la República Argentina. Un hacendado pidió a un amigo de Pernambuco, Brasil, que le enviará una imagen, aunque le envió dos: una de Nuestra Señora de la Consolata, y otra de la Inmaculada Concepción. En ese momento los caminos eran de tierra, y cuando la carreta con las imágenes se encaminó desde el puerto hacia el campo, al norte de la ciudad, hizo noche frente al Río Luján. Pero al día siguiente, al retomar el recorrido, los bueyes no lograron moverse, y al bajar las cargas, vieron que sólo al bajar las cajas de la Virgen se podían mover. Bajan alternadamente cada imagen, que poco pesaban, hasta descubrir que la talla que impedía que se mueva la imagen era la de la Inmaculada Concepción.
 
Testigo del milagro fue Manuel, el “negrito Manuel”, como se le recuerda afectuosamente. Cuentan que era un hombre cálido y simple al que le fue encargada la misión de custodiar la imagen ya que, según le dijo su entonces amo, “no tenía otro a quien servir” sino a ella. Por 41 años la imagen permaneció en una ermita en un campo, a 25 km de la actual basílica. En 1671 la imagen fue trasladada hacia un oratorio donado por doña Ana de Matos, y al tiempo comenzó la construcción del primer santuario cuyos restos acaban de descubrirse. En esta primitiva capilla se fueron sucediendo las primeras peregrinaciones a Luján y los primeros milagros. Hasta 1686 fue custodio de Nuestra Señora y receptor de los peregrinos el “negrito Manuel”, quien murió en fama de santidad y fue enterrado detrás de este templo, que duraría hasta 1740.
 
Recién a finales del siglo XIX, tras su coronación pontificia y tras la primera peregrinación oficial desde Buenos Aires de la que se tenga memoria, para agradecer por las gracias concedidas durante el brote de fiebre amarilla, se encaró la construcción de su monumental basílica, hoy convertido en uno de los puntos de peregrinación más importantes de América Latina.
 
El templo tiene lo clásico del gótico, la cruz, el crucero, el altar en el medio. Desde el retablo del altar, arriba de todo, saluda y custodia a los miles de peregrinos que diariamente se le acercan. Sus monumentales vitrales se lucen especialmente desde el año pasado, que se terminaron una de las obras más importantes de restauración encaradas en el templo. Detrás del altar, como arropando al camarín de la virgen, se instalaron recientemente imágenes de santos contemporáneos que visitaron a la patrona argentina como San Josemaría Escrivá, que visitó la Basílica en romería con el próximamente beato Álvaro del Porillo, y san Luis Orione, quien estuvo en Luján al menos ocho veces.
 
También se recuerda con una placa la visita de Juan Pablo II, en 1982, primera vez que un Papa celebró Misa allí, y se encuentra enterrado el siervo de Dios cardenal Eduardo Francisco Pironio, uno de los organizadores, entre otros importantes servicios a la Iglesia universal, de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
 
Peregrinaciones a caballo, a pie, en moto; de las diócesis, de los movimientos, de las instituciones religiosas, de colegios… Argentina peregrina permanentemente a los pies de María que, como dice la oración por la patria, invita: “Argentina, canta y camina”. A sus pies alguna vez dijo el cardenal Jorge Bergoglio: “Aquí generaciones de hijos, conocidos o anónimos peregrinos de la Virgen, han hecho crecer la Patria y nos han dejado esta Casa que se fue edificando con amor. Todos ellos recibieron la bendición de la Virgen y ella nos animó también a recibir la fe que, de padres a hijos, aquí continúa creciendo”.
 

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