Diagnóstico y propuestas del secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, monseñor Rodríguez Caraballo
La vida consagrada sólo tiene sentido desde el descubrimiento de la persona de Cristo, que nos ha amado primero; a pesar de los momentos difíciles por los que pasa, la vida religiosa tiene que seguir fructificando, y si para ello tiene que sacrificar algún instituto hay que aceptarlo y no hacer ningún drama; la vida consagrada tiene luces y sombras, y hay que verlas todas si no nos queremos crear una imagen distorsionada.
Lo afirmó el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, monseñor José Rodríguez Carballo en una conferencia el 3 de mayo en Barcelona, en el encuentro de vida consagrada de Cataluña.
Monseñor Rodríguez Carballo aseguró que la vida religiosa es compleja y ambivalente.
Tomando una expresión de Benedicto XVI advirtió contra los «profetas del pesimismo»: «Algunos piensan que la vida religiosa va muy mal. Dicen incluso que es cuestión de tiempo que desaparezca… ¡Ésta es una visión miope!»
El prelado tomó tres palabras de connotación negativa que a veces se utilizan para describir la vida religiosa hoy —caos, noche oscura y ocaso— y les dio la vuelta: el caos, dijo, también puede ser entendido como el momento previo a la creación, la situación crítica previa a una situación nueva; la noche oscura es realmente una crisis profunda, no superficial, pero que es necesario que sea una prueba de purificación, y finalmente el ocaso. Que puede ser interpretado como el anuncio del alba.
Para describir la situación actual de la vida religiosa el prelado recurrió a una imagen bíblica: la dura travesía del desierto, que finalmente conduce a la Tierra Prometida.
Para llegar a ella, monseñor Rodríguez Carballo señaló dos actitudes imprescindibles: sincerarse y discernir. Asumiendo estas dos actitudes, el prelado franciscano invitó a superar el discurso puramente estético, e ir al fondo, a no caer en el activismo y no hacer de la vida religiosa una huida pseudomística.
El secretario de la Congregación de la Vida Religiosa explicó que hoy es el momento propicio para realizar un discernimiento, «que no tiene que consistir en un simple análisis, sino que tiene que transformar el interior de la persona para abrirse incondicional- mente a la voluntad del Padre».
Fundadores y carisma
El arzobispo vaticano trató también el tema de los fundadores y el carisma, sin ahorrar críticas a algunas actitudes que considera nocivas: «El discernimiento se tiene que hacer bajo la luz del propio carisma… pero, atención, el carisma no es todo lo que hace o hizo el fundador, sino todo lo que le reconoce la Iglesia. La fidelidad siempre tiene que ser creativa».
En este punto realizó una gran defensa del Concilio Vaticano II ante ciertos intentos de relativizarlo: «El Concilio es un punto de partida que no se puede negociar. No podemos buscar las causas de los males, porque sería negar la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Por eso hay que ir con cuidado con la formación preconciliar y anti-conciliar que se da en algunos institutos».
Igualmente alertó del deslumbramiento que provocan algunos fundadores vivos que parecen autoerigirse en intérpretes de la voluntad de Dios. Contra esta tentación sentenció: «¡Menos Francisco, menos Ignacio, menos Antonio… y más Jesús!».
En cuanto al tema de las vocaciones, Mons. Rodríguez Carballo dio una cifra: en la Iglesia cada año unas 3.000 personas abandonan la vida religiosa. El prelado admitió que es una cifra demasiado elevada que le produce tristeza, e insistió que las personas que piden entrar en el convento o en el monasterio tienen que recibir, por este orden, una sólida formación espiritual, intelectual y afectiva.
El arzobispo vaticano acabó anunciando la celebración el año que viene del Año de la Vida Consagrada, cuyos objetivos resumió así: «Recordar el pasado con gratitud, vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza al futuro».
Por Eduard Brufau
Fragmento de un artículo publicado originalmente en el semanario Catalunya Cristiana