La carne herida tiene un cuerpo glorioso. Cuánta carne me herida ha tocado ver, Señor … Cuántas personas con enfermedades que parecían extintas en nuestras memorias. Enfermedades del pasado para hombres del presente.
Pero en el dolor de la víctima ya está la victoria del resucitado. Y nosotros meditamos nuestra incredulidad con Tomás: Si no lo toco no creeré. Pero el pobre te dice: si no me tocas no creeré. Si me tienes miedo, es que no tienes fe en Dios. Si tienes miedo a morir, es que no tienes esperanza en la vida. Si no me tocas ya no podrás creer.
Y te vas al hospital y allí están. Mutilados por accidentes. Enfermos de sida. Cánceres sufridos sin paliativos. Tuberculosis. Paludismos. Fiebres tifoideas. Meningitis. Cirrosis hepática y hepatitis.
¿Cómo estáis? Muy bien, te responden siempre. Muy bien. Y les coges la mano y la vida que se va. Pero ellos están bien.
El pobre no tiene derecho a estar bien. El pobre no tiene derecho a quejarse. A veces, incluso, parece que les dé vergüenza existir.
Hasta pronto, Luc, Ladi, Monipo, Yendouka, Mélanie, Gabriel, Baligue, Lucie, Elie … Todos partieron antes de la hora. En paz descansen. Nos reencontraremos el día de la resurrección.