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La reveladora carta de Tolkien contra el racismo nazi

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Alfa y Omega - publicado el 05/05/14
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Tolkien sentía un profundo desprecio por el nacional-socialismo, por su ideología racista y antisemita
Tolkien sentía un profundo desprecio por la ideología nazi, por su ideología racista y antisemita, y por haber manipulado y pervertido el espíritu y la mitología nórdica a cuyo estudio dedicó gran parte de su vida. Así se muestra en la carta que quiso enviar a una editorial alemana cuando, como condición para publicar El Hobbit en alemán, le preguntaba si tenía ascendencia aria
 
A pesar de haber contribuido como pocos autores del siglo XX a la divulgación sobre la cultura y la mitología nórdica, Tolkien no sentía ninguna simpatía por la ideología nazi que intentó construirse sobre este patrimonio. Prueba de ello es la carta que quiso enviar a la editorial alemana interesada en publicar El Hobbit, y en la que, después de que le preguntaran si era de ascendencia aria como condición para la publicación, les aseguró que si esos criterios racistas se imponían, iba a dejar de sentirse orgulloso de tener un apellido alemán.
 
En 1938, la editorial alemana Rütten & Loening había llegado a una cuerdo con Allen & Unwin para publicar una traducción de El Hobbit al alemán. Antes de publicarla, le enviaron una carta preguntando si era de ascendencia aria. La solicitud enfureció a Tolkien, que preguntó a su amigo y editor Stanley Unwin, en una nota, su sufría «esta impertinencia por la posesión de un apellido alemán, o sus lunáticas leyes requieren un certificado de origen ario a todas las personas de todos los países».
 
A continuación, le explicaba que «personalmente, me inclinaría a negarme a dar cualquier declaración -aunque resulta que puedo hacerlo- y dejar que una traducción al alemán espere. En cualquier caso, me negaría con fuerza a que cualquier declaración de este tipo apareciera impresa… Tengo muchos amigos judíos, y sentiría insinuar de cualquier modo que he suscrito esa doctrina racista totalmente perniciosa y acientífica». Pero, como el editor también era persona implicada, Tolkien le adjuntaba dos bocetos, uno que eludía la cuestión y otro que se metía de lleno en ella, y que muestra su amor a Alemania y su desprecio por los nazis.
 
¿Ario? Ni indio, ni persa, ni cíngaro

No se sabe cuál de las cartas fue la que recibieron los alemanes, pero el contenido de la segunda, que se ha conservado hasta hoy, es suficientemente significativo:
 
«Lo siento, pero no me queda claro lo que ustedes quieren decir con ario. No soy de ascendencia aria: signfica indo-iraní; y hasta lo que yo sé, ninguno de mis antepasados habló hindustani, persa, cíngaro ni ningún dialecto relacionado. Pero si debo entender que lo que ustedes quieren saber es si soy de origen judío, sólo puedo responder que desgraciadamente no parece que tenga antepasados de ese talentoso pueblo».
 
«Mi tatarabuelo vino de Alemania a Inglaterra en el siglo XVIII. Por lo tanto, la mayor parte de mi ascendencia es puramente inglesa, y soy un súbdito inglés, lo cual debería bastar. Me he acostumbrado, sin embargo, a considerar mi apellido alemán con orgullo, y lo he continué haciendo durante el período de esa guerra lamentable, en la que serví en el Ejército inglés».
 
Pervirtieron «ese noble espíritu nórdico»

«Sin embargo, no puedo abstenerme de comentar que si solicitudes irrelevantes e impertinentes de este tipo van a convertirse en la norma en cuestiones de literatura, entonces no está lejos el tiempo en el que un apellido alemán ya no sea fuente de orgullo».
 
Curiosamente, el desprecio de Tolkien por el nazismo no tenía nada que ver con la opinión de los nazis sobre el autor inglés. Sus investigaciones sobre las lenguas y la mitología nórdica, que el nacionalsocialismo quería utilizar como parte de su nueva sociedad, hicieron que fuera muy bien valorado. De ahí el interés por publicar, de forma tan temprana, El Hobbit.
 
Esto dolía especialmente a Tolkien, que veía una de las cuestiones que más le había interesado en su vida convertida en un instrumento de propaganda. Tres años después, en una carta a su hijo Michael escrita en 1941, reconocía abiertamente su ardiente resentimiento contra Hitler, por «arruinar, pervertir, hacer mal uso y convertir en maldito para siempre ese noble espíritu nórdico, una contribución suprema a Europa que siempre he amado y he intentado presentar bajo su verdadera luz».
 
María Martínez López. Artículo publicado originalmente por Alfa y Omega 

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