No sólo salvó a miles de judíos de la muerte: el Papa Roncalli dio un golpe de timón a la Iglesia
La sintonía con las directivas del Vaticano y las "soluciones originales" para socorrer a los judíos durante la Shoah, la estima por el Papa Pío XII y la absoluta novedad de un pontificado que revolucionó a la Iglesia y a las relaciones entre judíos y cristianos.
Estos son algunos de los elementos que comenta en esta entrevista don Ezio Bolis, director de la Fundación Juan XXIII, que publicó recientemente un libro-entrevista con el cardenal Loris Capovilla, durante años secretario particular del Papa Roncalli:
– ¿Cuál fue la relación entre el Papa Juan XXIII y el Holocausto? ¿Qué acciones llevó a cabo para socorrer a los judíos durante su periodo en Turquía como Delegado Apostólico?
El compromiso del Delegato Apostólico, mons. A. G. Roncalli, a favor de los judíos en fuga del horror nazi constituye un capítulo importante de su larga permanencia en Estambul, desde principios de 1935 hasta finales de 1944, años en los que el drama de la Shoah crece de un modo cada vez más terrible. Los dossier oficiales de la Santa Sede hasta ahora accesibles, y sobre todo sus diarios personales que custodiamos, documentan claramente cómo el futuro pontífice tuvo varios encuentros significativos con las organizaciones judías y los grupos de prófugos huidos de los nazis en el corredor neutral de Turquía, sobre todo huidos desde Eslovaquia y con intención de llegar a Palestina.
En sus memorias, mons. Roncalli anota los diversos contactos con los representantes de las organizaciones judías, como Chaim Barlas, jefe del grupo de emisarios sionistas palestinos en Estambul, el gran rabino de Tierra Santa Isaac Herzog, el gran rabino Markus de la comunidad asquenazi de Estambul. Como también las peticiones escritas en 1943 al rey Boris III, al que pidió que ayudara a los judíos búlgaros y prófugos, convenciendo al soberano a que desobedeciera las órdenes de Hitler, que quería que los rechazara.
Entre los muchos episodios que se podrían citar a propósito de la ayuda ofrecida por monseñor Roncalli a los judíos, recuerdo uno, muy conocido. Se refiere a la nave procedente del puerto de Costanza, cargada con niños judíos huidos afortunadamente del régimen nazi. Tras atravesar el Mar Negro, pasando por el Bósforo, llegó al puerto de Estambul. El gobierno turco, en nombre de la neutralidad del país y temiendo la rabiosa reacción alemana, en un primer momento decidió mandar la nave a Rumanía.
Por mediación de mons. Roncalli, quien encontró la sincera colaboración del embajador rumano Alexander Cretzianu, la embarcación fue tácitamente autorizada por el gobierno de Ankara para que atravesara los Dardanelos y pusiera proa hacia otro puerto neutral. Así lograron salvar a los niños judíos. En la Biblioteca de la Nunciatura de Estambul se conserva aún un precioso volumen: Josefo Flavio Historiador, Delle Antichità et Guerre Giudaiche, que lleva esta dedicatoria de monseñor Roncalli: “Regalo al Delegado Apostólico de Estambul, Mons. Roncalli, por el dott. Wettmann y la señora Bauer en nombre de los judíos de Palestina y otros lugares el 25 julio 1943 – en signo de reconocimiento por los múltiples servicios en beneficio de los judíos durante los dolorosos años 1942-1943”.
– ¿Cómo se veían en la Santa Sede las intervenciones del Delegado Roncalli a favor de los judíos perseguidos en tránsito desde Turquía a Palestina y sus constantes relaciones con varios rabinos y la Jews Agency?
Ya desde los tiempos del Papa Pío XI, la Santa Sede había condenado explícitamente toda forma de antisemitismo. Por otra parte la santa Sede tenía alguna reserva hacia la idea de conducir a todos los judíos a Palestina, temiendo una especie de reconstrucción del antiguo reino judío.
A nivel teórico, Roncalli parece compartir estas reservas, convencido de que Palestina era desde hacía muchos siglos patria también de cristianos y de otras religiones. A Roma le preocupaba que los Santos Lugares, si en algún momento eran administrados por un Estado judío, pudieran perder su libertad. Esto no quita nada a la intensa actividad humanitaria a favor de los judíos promovida y apoyada por la Santa Sede, y públicamente reconocida por importantes personalidades de la comunidad judía, como el rabino jefe de Palestina, Isaac Herzog.
Después de la entrevista mantenida con él, el 23 de febrero de 1944 Roncalli anota en su agenda: “Quiso agradecer oficialmente al S. Padre y sus colaboradores por la ayuda dada a tantos judíos, y me pido que interviniera por los numerosos judíos que se encontraban en peligro más allá del Dnieper donde los alemanes se retiran: y que transmita sus agradecimientos especiales a monseñor Cassulo, nuncio de Bucarest. Persona amable este gran rabino de fácil acercamiento”. Roncalli se movió por tanto en plena unidad de intenciones con las líneas vaticanas, siempre preocupado por mostrar que sus intervenciones eran expresión del amor de la Iglesia.
Hay que decir, con todo, que el entonces futuro Pontífice, aun actuando en plena sintonía con las directivas de la Santa Sede, supo también ejercer ese discernimiento prudencial que, teniendo en cuenta las circunstancias concretas, le llevó a adoptar soluciones originales a favor de los judíos.
– La International Raoul Wallenberg Foundation ha sometido al Yad Vashem un informe detallado – con testimonios y material bibliográfico, histórico y documental – para pedir que Juan XXIII sea reconocido como “Justo entre las Naciones”. ¿Qué opina?
De la detalladísima reconstrucción histórica preparada por la International Raoul Wallemberg Foundation, y de otro material procedente de entrevistas y testimonios de los supervivientes, se pone de manifiesto el coherente empeño de Roncalli a favor de los judíos perseguidos. Muchas de estas fuentes hablan de “certificados de inmigración” obtenidos por vía diplomática, de la colaboración continua con varios rabinos y con la Jewis Agency. Se han documentado también sus repetidas intervenciones a favor de refugiados judíos italianos, de Rumanía, Alemania, Croacia, Eslovaquia, Grecia y también de Francia, para garantizarles corredores sin peligro a través de los cuales llegar a Palestina u otros países seguros. Hace ya una docena de años, escribiendo a Baruch Tenembaum, mons. Capovilla recordaba que “la acción humanitaria de Angelo Giuseppe Roncalli (largamente compartida por sus colegas de la Diplomacia Vaticana) está ampliamente documentada. Además firmó innumerables certificados en los que afirmaba que determinadas personas, en este caso judíos, eran conocidos de la Representación Pontificia, la cual de alguna forma las tomaba bajo su protección y daba garantías por ellas”.
– Según la Fundación Wallenberg, la respuesta del Memorial de Jerusalén sobre la candidatura del Papa Roncalli como Justo tarda en llegar a causa de la relación entre Roncalli y Pío XII..
Se sabe que las relaciones entre el Papa Pío XII y monseñor Roncalli estaban marcadas por la mutua estima. En diciembre de 1944, el Papa Pacelli en persona quiso la “promoción” de Roncalli a la nunciatura de París, en una situación diplomática dificilísima. Por otra parte, son bien conocidas también las diferencias de estilo entre estas dos grandes figuras, diversidades que se hacen más claras sobre todo en la “novedad” del pontificado de Juan respecto al de su predecesor.
Hay que añadir también que la cuestión se complica por los diversos y a menudo contrapuestos juicios historiográficos sobre la obra de Pío XII hacia la enorme tragedia que golpeó al pueblo judío. Hasta que no tengamos acceso a toda la documentación de archivo de ese periodo, quedan abiertas varias posibilidades de interpretación. En todo caso, el mismo Roncalli no consideraba que la estima hacia los predecesores implicara siempre y necesariamente su imitación.
– ¿Cuál es el papel de Angelo Roncalli en la constitución del Estado de Israel?
No conozco en profundidad los documentos para poder decir algo al respecto. Mons. Capovilla, en una nota de octubre del 2000 al respecto, observaba justamente que hay que distinguir entre el judaísmo y el sionismo, añadiendo que tampoco todos los judíos están de acuerdo en la vuelta a la Tierra de los Padres. En todo caso, el Estado de Israel es laico y no se considera la continuación del Reino mesiánico. Por mi parte, recuerdo algunos detalles que considero muy importantes.
Con ocasión de su elección al pontificado, Juan XXIII hizo que se informara al gobierno del Estado de Israel, a pesar de que la Santa Sede no lo reconociera y no tuvieran relaciones diplomáticas con él. En respuesta, el gran rabino Isaac Herzog telegrafió al Papa “sinceras bendiciones”. Otro episodio significativo fue la supresión en los libros litúrgicos, a indicación del Papa Juan, frases o referencias que pudieran resultar ofensivas para los judíos. Y también, el 17 de marzo de 1962, recorriendo en auto el Lungotevere, el Papa Roncalli se encontró ante la sinagoga de Roma. Hizo detener y descubrir el auto y bendijo a un grupo de judíos que estaba saliendo del templo. El rabino Toaff, testigo ocular de lo sucedido, recordó que “tras un momento de comprensible estupor, los judíos le rodearon aplaudiéndole con entusiasmo. Era de hecho la primera vez en la historia que un papa bendecía a los judíos, y este era quizás el primer verdadero gesto de reconciliación”.
– ¿Cuál es, según usted, la herencia del Papa Roncalli, en particular para las relaciones entre católicos y judíos, también a la luz de sus largas conversaciones con monseñor Loris Capovilla?
Me gusta recordar lo que dijo el Papa Juan XXIII el 17 de octubre de 1960, al recibir en audiencia a un grupo de 130 personas de la United Jewish Appeal: Jewish Study Mission procedentes de EE.UU., guiados por el rabino Herbert Friedam, el cual al saludar al Papa quiso recordar las providenciales intervenciones del entonces Delegado Apostólico en Turquía y Grecia a favor de los judíos prófugos y perseguidos.
El Papa respondió reevocando la historia del patriarca José: “Soy yo vuestro hermano. Ciertamente – prosiguió – es profunda la diferencia entre quien admite sólo el Antiguo Testamento y quien añade el Nuevo como ley y guía suprema. Pero esta distinción no suprime la fraternidad que deriva del mismo origen. Todos somos hijos del mismo Padre… Venimos del Padre, debemos volver al Padre”. A mi me parece que las iniciativas del Papa Juan XXIII dirigidas a restablecer relaciones fraternas entre cristianos y judíos, constituyen el inicio de ese cambio que encontrará una solemne confirmación en las declaraciones del Concilio Vaticano II, sobre todo en el documento Nostra Aetate, y en la acción de los Pontífices posteriores.
Artículo publicado por la página italiana Gariwo y traducido por Aleteia